El Tesorero: humor, robos y sobres en medio de la corrupción española

La construcción de un centro comercial, de todo tipo de estaciones de tren o de aeropuertos puede ser una buena forma de inversión propia. Que después el aeropuerto sea zona de aterrizaje para aviones de papel es lo de menos. La apuesta por la Fórmula 1 promete ser un negocio rentable, y el apoyo a un poderoso club de fútbol no puede traer consecuencias negativas.

Con permiso de las vacas y ardillas, cualquier terreno es bueno para convertirse en urbanizable o para crear en él un precioso campo de golf. Si además conseguimos organizar unos Juegos Olímpicos y una Exposición Universal, con los medios de comunicación de nuestra parte (de una manera disimulada, por supuesto), tendremos un país próspero y, quizás, un armario repleto de bolsos y trajes. Analizamos cómo es El Tesorero, el juego de cartas en el que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

SOBRES Y TARJETAS, SUSTITUTOS DEL DINERO

El Tesorero es un juego de cartas de 2 a 5 jugadores, con partidas de 15 a 20 minutos de duración. Tras una campaña de búsqueda de financiación en Verkami, en la que recaudó 5.800 euros, ya es una realidad. Puede comprarse a través de su web oficial, a un precio de 25 euros.

Creado por Guantini Manoplof, cuenta con ilustraciones de Miguel Rejas. En esta novedad, los jugadores compiten por reunir grupos completos de propiedades, en una mecánica de juego que recuerda a la versión de cartas de Monopoly. Con la ayuda de personajes clave de la corrupción española, robarán a sus rivales y sacarán provecho de los habitantes del país.

No faltan las cuentas en Suiza, las preferentes, los jueces amigos, ni los alcaldes y alcaldesas. Sus cartas reflejan de forma humorística la situación actual, pero no representan dinero. Los negocios se llevarán a cabo mediante sobres y, por supuesto, tarjetas black ‘Ta tó pagao’.

Ejemplo de cartas de propiedad.
Ejemplo de cartas de propiedad.

UNA PARTIDA A EL TESORERO

Antes de empezar a jugar, conviene saber distinguir los tipos de cartas. Tenemos sobres (a modo de dinero), propiedades y cartas de acción. Estas últimas se representan en vertical, a excepción de las tarjetas; el resto tienen su dibujo horizontal.

En función del número de jugadores, se introducen en el mazo más o menos tarjetas black y sobres. Tras barajarlo, se reparten siete cartas a cada jugador y éstos bajarán a la mesa tantas cartas de sobre y de propiedad como deseen. Será durante su turno donde puedan llevar a cabo de una a tres acciones, en el orden que deseen o llevando a cabo la misma dos o tres veces. Hay tres opciones disponibles.

1. Robar una carta del mazo central. 

2. Bajar a su lado de la mesa una carta, ya sea de propiedad o de sobre. 

3. Jugar una carta de acción. 

El ganador será el primer jugador que tenga sobre la mesa tres grupos completos de propiedad. Éstos se agrupan por colores y pueden tener un comodín cada uno (cartas de alcalde y alcaldesa). Aparecen aquéllos formados por únicamente dos cartas, por tres o por cuatro. Es posible cobrar dinero por ellos, con la carta de Tesorero.

Utilizándola (como una acción), el jugador puede pedir a uno de sus rivales tantos sobres como se indican en un determinado grupo, completo o no, y que varían en función de las propiedades que se posean en él. Así, cuantas más cartas tenga, más sobres se conseguirán. Pueden añadirse aeropuertos o estaciones, que incrementarán aún más el pago.

Sólo es posible realizar pagos a través de los sobres de la mesa, y nunca mediante los de la mano. En caso de no tener suficientes, tendríamos que pagar a través de las cartas de propiedad de la mesa, hasta que se iguale la deuda. No se admite la devolución (de ahí que en pagos de un sobre nos veamos obligados a abonar diez) y, en caso de no poder pagar ni con ellos ni con propiedades, la deuda queda saldada.

Entre las cartas de acción, encontramos aquéllas que permiten intercambiar propiedades o robar grupos completos, las que nos reportan más sobres, las campañas electorales, para duplicar el efecto de El Tesorero, o los jueces amigos, que nos protegen de las amenazas. La tarjetas black, por su parte, permiten robar dos cartas, y tienen la ventaja de que no cuentan como acción.

Es importante que, al final del turno, el jugador no tenga más de siete cartas en la mano. En ese caso, no sólo tendría que descartarse al azar de las sobrantes, sino que perdería su próximo turno. Así, obtener nuevas cartas es tan importante como bajar a la mesa sobres y propiedades. Con las primeras podemos estar más cerca del objetivo, ya sea a través del mazo o de la obtención de propiedades ajenas. Son los sobres los que nos protegen frente al ansia de robo de los compañeros de partida.

Ejemplo de carta de acción y comodines.
Ejemplo de carta de acción y comodines de propiedad.

¿DÓNDE ESTÁN TODAS MIS PROPIEDADES?

El Tesorero es un juego de cartas sencillo, con turnos esquemáticos, que no requiere de partidas de prueba antes de comenzar la verdadera competición. Las mismas cartas informan de su utilidad por lo que, una vez explicados los puntos básicos, no habrá grandes dudas en su ejecución. Iremos adquiriendo nuevas, bajándolas a la mesa o recurriendo a las acciones contra los rivales.

Si bien es cierto que el factor azar está presente en pequeñas dosis (podemos encontrar la carta que completa un grupo de propiedades al principio del mazo o al final), es un juego con la estrategia como elemento clave. Ésta aparece cuando decidimos bajar sobres y propiedades a la mesa, para ganar más dinero, o cuando los guardamos en la mano, para evitar que otros pudieran robarlos.

También llega cuando queremos hacernos con cartas nuevas y guardamos El Tesorero, con la intención de reunir nuevas propiedades para cobrar más. Cuando arriesgamos al jugar una carta de acción, en lugar de haber bajado ese sobre. Sin embargo, en esta ocasión no podemos optar por robar cartas continuamente, por bajarlas a la mesa siempre o por realizar acciones constantes contra el rival.

El límite de cartas en la mano, y la penalización que conlleva sobrepasar el número, y la necesidad de tener un par de sobres en la mesa, para no tener que pagar con propiedades, obligan a que todos los campos estén más o menos equilibrados. No hay que olvidar que sólo podemos realizar tres acciones como máximo por turno. Aunque sí que podemos elegir entre una actitud atacante o defensiva.

Cada ronda puede cambiar por completo el rumbo de la partida. Conviene no cogerle demasiado cariño a las propiedades, ni siquiera a los grupos completos, puesto que pueden pasar a ser del rival en cuestión de un turno. En El Tesorero, encontraremos a ese jugador cuyo único objetivo en la vida es dejarnos sin nada, y conseguir las propiedades con el robo. Tampoco faltará el que opta por conseguirlas mediante la obtención de nuevas cartas, e invierte sus turnos en bajarlas a la mesa.

Tarjeta Black, una de las estrellas de El Tesorero.
Tarjeta black, una de las estrellas de El Tesorero.

La estrategia del segundo jugador es válida para ganar, e incluso sorprenderá anunciando la victoria antes de lo esperado. Pero ya que estamos ante un juego con el robo como protagonista, es más que recomendable jugar con la estrategia del primero. No tardaremos en cogerle ese gustillo a reclamar sobres al rival y a acumular las propiedades que nos reporten más beneficios, a cobrar con sobres y más propiedades del rival.

Un jugador no quedará eliminado si no puede pagar una deuda, pero siempre es divertido ver como ha perdido todo, hasta su querida Amnistía Fiscal. Esta novedad admite dos variantes y aquéllas que surjan con la imaginación. Es en sus reglas donde se propone competir por hacerse con todas las propiedades o por dejar al resto sin ninguna.

Deteniéndonos en sus reglas, es necesario saber que El Tesorero no incluye instrucciones. Sí que existen cartas de reglas rápidas, que resumen una partida y recuerdan los aspectos principales, pero es conveniente leer antes su manual completo para que no surjan dudas, disponible en su página web. Es por ello que, si tenemos pensado transportarlo para jugarlo en el pueblo o en la playa, conviene salir de casa con los deberes hechos.

Su pequeña caja facilita su transporte. Además, no podremos dejar de admirarla ni de mimarla en una temporada. No es para menos, ya que no todas las cajas presentan forma de maletín, con cierre y asa incluidos. Resulta tan diferente, original y acorde con el juego, que hasta optaremos por no guardar las cartas dentro de él. Sería una pena que su apertura se rompiese, algo que no parece demasiado imposible.

Quienes acostumbren a enfundar las cartas, deben tener en cuenta que no podrán hacerlo si quieren guardar el juego en su caja. No cabe ni una carta más, pero ¡es tan mono el maletín! Siguiendo con su diseño, las tarjetas black podrían considerarse las segundas protagonistas. Su estética permite todo lujo de detalles, e imita a la perfección a una real.

En cuanto al resto, estamos ante una de esas apuestas que divierten incluso antes de empezar a jugar. Cada carta representa una situación real vivida en España y no costará trabajo reconocer quién es el político o personaje que aparece en ella o a qué acontecimiento se refiere. Con ellos, quedan aseguradas las risas en cada partida, con el consiguiente odio y rabia. Conviene desmenuzar cada carta, puesto que siempre contienen detalles que pasarán inadvertidos la primera vez.

El Tesorero amenizará una tarde cualquiera, incluso entre los no aficionados a los juegos de mesa, o servirá como opción entre juegos más largos. ¿Su misión? Poner un toque de humor al panorama actual. Su sencilla jugabilidad, unida a ese humor, lo convierten en un título actual, original, compatible con futuras expansiones. Aunque eso sí, siempre con el robo, la estafa y los sobres como grandes atractivos y principales aliados.

COMPONENTES DE EL TESORERO

  • 44 Cartas de Propiedad
  • 41 Cartas de Acción
  • 21 Cartas de Sobre
  • 4 Cartas de Reglas Rápidas