Un pájaro, que funciona mediante cuerda, se mueve por un mundo ‘steampunk’. Bien podría disfrutar de las preciosas vistas, pero tiene otras cosas de las que preocuparse: las trampas mortales en forma de dolorosos pinchos.
Su misión es entregar el correo a lo largo de distintos escenarios, cada cual más peligroso que el anterior. Así, da forma a Red Game Without a Great Name, un juego de plataformas y puzles en dos dimensiones con muertes constantes. Con motivo de su reciente estreno en Nintendo Switch, analizamos todos los puntos de esta propuesta.
RED GAME WITHOUT A GREAT NAME, YA DISPONIBLE
Red Game Without a Great Name ya forma parte de los catálogos de Windows, Mac, Linux, PS Vita, iOS, Android y, recientemente, Nintendo Switch. Disponible a un precio de 2,99 euros, es obra de iFun4All.
También conocidos por ser los responsables de Serial Cleaner, ofrecen un juego de plataformas de dificultad progresiva. Su protagonista es un pájaro mensajero, quien se mueve en un universo ‘steampunk’ para completar su jornada. Tras darle cuerda, recorre un total de 60 niveles para entregar todas las cartas.
Los peligrosos obstáculos y las muertes constantes dan forma a esta propuesta, que recurre a las funciones táctiles de las pantallas (o al sistema de arrastre con el ratón, en caso de los ordenadores). Será así como el pajarraco atraviese paredes y muros y acabe llegando a su destino, en forma de jaula.
LOS COLECCIONABLES Y EL NÚMERO DE MUERTES
Cada nivel comienza en una jaula, para terminar en otra. A diferencia de otros títulos del género, el jugador no controla el movimiento del protagonista ni el ángulo de visión. Así, éste emprende el vuelo sin ningún tipo de pausa, mientras la pantalla empieza a avanzar y a empujarle.
Su función se limita a escoger la dirección que debe tomar el pájaro a cada momento. Tras seleccionarlo con el dedo, creará una línea en cualquier dirección, ya sea hacia delante o hacia detrás. Tras soltarlo, se habrá desplazado hasta la nueva zona, sin importar las gruesas paredes que hubiera entre el nuevo y el antiguo lugar.
Esa libertad para escoger un nuevo lugar al que volar es esencial para recoger los coleccionables y llegar a la meta. Es posible completar el nivel sin recoger ninguno, pero siempre resulta una satisfacción haber completado cada nivel en su totalidad.
Ese teletransporte es válido para esquivar muros e incluso osbtáculos puntiagudos. Sin embargo, un simple roce con uno supondrá la muerte, teniendo que comenzar desde el principio del nivel. El pájaro también habrá muerto al ser aplastado por la pantalla, en caso de no haberse dado la prisa suficiente.
Al igual que los coleccionables, el número de muertes también queda registrado en el menú. Se potencia así su rejugabilidad, para volver a superar los niveles en intentos posteriores, con mejores marcas.
EL AVANCE DEL QUERIDO PÁJARO
Red Game Without a Great Name no es un juego sencillo. Los primeros niveles servirán para introducirnos en los controles, pero la máxima dificultad no se hace esperar. Los pinchos y las plataformas movedizas serán los máximos responsables en un título en el que no hay tiempo para pensar.
Definido como un juego «fácil de manejar, pero difícil de dominar», la presión y los nervios se convierten en los principales enemigos. No tardan en hacerles compañía los alambres de espinos (rodeando suculentos coleccionables) ni las fugas de gas, que cambian la dirección de vuelo del pajarillo al acercarse.
Los puntos que incrementan su velocidad en el momento más inoportuno se complementan con aquéllos con los que romper bloques. Las plataformas de aplastamiento y los molinos mortales son otros de los principales peligros.
Por suerte, no todo iban a ser preocupaciones en un mundo estresante. Esta propuesta también ofrece ventajas, en forma de puntos de inmortalidad de duración muy limitada o de pulsadores para activar y desactivar trampas. La pregunta es, ¿merece la pena arriesgar, aún más, la vida del animal para ir a por ellos?
En ocasiones, esa inmortalidad estará bien resguardada entre pinchos, por lo que las decisiones son una constante en el juego. Ir a por una ventaja puede salvarnos de un aprieto más adelante, aunque nos complicará aún más el presente. Y, si no había ni tiempo para pensar en una solución a un puzle, menos todavía lo habrá para estas decisiones.
RED GAME WITHOUT A GREAT NAME: CONCLUSIONES
Un juego de plataformas con mucha más duración de la que parecerá a simple vista. Así podríamos definir Red Game Without a Great Name. Contiene 60 niveles, pero su gran dificultad hará que estemos horas pegados a la pantalla. Por supuesto, será casi imposible completarlo en una tarde.
Su mecánica, basada en la rapidez mental y en los reflejos, se combina con una cuidada estética en tonos rojos, amarillos y negros. Tomando como referencia ese universo ‘steampunk’ en el que se ambienta, y con la sencillez como aliada, ofrece bonitos escenarios, cuya belleza también va aumentando por niveles.
Su animada banda sonora es una de las responsables de la adicción que crea. El tópico «una partida más» es uno de los elementos que lo caracterizan, propiciado también por su sencilla interfaz y su rápido reinicio al morir.
Como ya hemos visto, las muertes son una constante y su número queda registrado en el progreso del nivel. Se crea, por tanto, un juego altamente exigente, dispuesto a hacer las delicias de los mayores aficionados al género. Serán ellos quienes controlen mejor los nervios.
Teniendo en cuenta que las prisas juegan muy malas pasadas (suele ser conveniente esperar a que vaya avanzando la pantalla), destaca esa combinación entre riesgo y camino seguro. Si queremos recoger todos los engranajes, en forma de coleccionables, será el primero el que marque la aventura.
La rejugabilidad llega con ellos y al tratar de reducir el número de muertes respecto a intentos anteriores. Por tanto, una vez completado, tendremos la tarea de superar resultados anteriores, como en los viejos tiempos.
Con todo ello, Red Game Without a Great Name respeta al máximo la relación entre duración y precio (no hay que olvidar que cuesta 3 euros). Respecto a su llegada a Switch, aprovecha las funciones táctiles de la pantalla, siendo compatible únicamente con su modo portátil.
Es divertido, frustrante y emocionante a partes iguales, aunque quizás no todos los jugadores lo vean así. El hecho de atascarse en determinados niveles durante horas o la falta de desafíos extra o de más ventajas para el pájaro, invirtiendo engranajes, podrían suponer su abandono.
Por su parte, su jugabilidad y controles recuerdan por completo al catálogo de juegos para móviles, algo que alejaría a quienes buscan juegos más adaptados a consolas o ordenadores. Esta característica también se mantiene en Green Game: TimeSwapper, su secuela.
Análisis realizado en la versión para Nintendo Switch.