El catálogo de juegos de mesa de Devir 2016/2017, mostrado el pasado mes de septiembre, dejaba tras de sí varias novedades para estos últimos meses del año. Entre ellas encontrábamos Baby Blues, un juego de cartas que pondría a los jugadores en la piel de protectores de sus bebés. Acaba de ponerse a la venta, a un precio que ronda los 14 euros.
EL PODER DE UN BUEN TARRO DE PAPILLA
Baby Blues es un juego de cartas de 2 a 4 jugadores, con partidas de 30 minutos de duración, recomendado para mayores de 8 años. Creado e ilustrado por Jurgen Spreutels, la edición distribuida en España sigue la estética de la versión de Jumping Turtle Games. Dado que sus cartas no incluyen texto, sólo es preciso atender a sus instrucciones, ahora traducidas al castellano y al catalán.
Compuesto por un total de 110 cartas, convierte a los jugadores en cuidadores de bebés. Cada uno tiene a su cargo un total de cinco, con la misión de intentar que las criaturas de los demás se pongan a llorar. Y ya se sabe. Un llanto acostumbra a ser contagioso, por lo que, a la vez que tratan de fastidiar a los rivales, tendrán que proteger a los suyos.
En el momento en que todos los bebés de un jugador se encuentren llorando, la partida finaliza y se procede al recuento de puntos para designar al ganador. Tras coger las cinco cartas de niño contento de su respectivo color, cada jugador las coloca boca abajo. Éstas cuentan con valores comprendidos entre el 0 y el 4 en el dorso, por lo que pueden colocarse como se desee.
Tras formar los mazos de rabieta y guardería, comienza el juego. Todos reciben cinco cartas de guardería. Es en su turno donde cada uno podrá llevar a cabo tres acciones opcionales y dos obligatorias. Cuanto todos hayan completado su turno, comienza una nueva ronda, con la misma mecánica de juego.
1. Intercambiar una o más cartas con otros jugadores. Acción opcional. El jugador pide una determinada carta y, quien quiera, puede aceptar el intercambio. Está permitido mentir, por lo que la confianza y el engaño van de la mano.
2. Jugar una carta negativa. Acción opcional. Mientras que las cartas rojas se sitúan sobre las cabezas de los niños, con sus correspondientes efectos negativos, las naranjas se descartan tras su uso. Estas últimas sirven para eliminar cartas verdes.
3. Jugar cartas verdes. Acción opcional. Al contrario que la acción anterior, está permitido jugar tantas cartas verdes como se desee, ya sea situándolas en los pies de los bebés propios (una por cada criatura) o descartándolas. Ofrecen ventajas y pueden tranquilizar a los niños rabiosos.
4. Hacer que los niños enrabietados rompan a llorar. Acción obligatoria. Una carta del mazo de rabieta se coloca sobre un bebé tras tener una carta roja encima de su cabeza. Se transforma, así, en un niño enrabietado. Si durante el siguiente turno no se consigue calmarle, se gira esa carta de rabieta para mostrar un bebé llorando. Ya no se podrá hacer nada y se quedará así toda la partida.
5. Robar cartas de guardería hasta tener cinco en la mano. Acción obligatoria. Si no se ha llevado a cabo ninguna acción opcional, el jugador debe descartarse una o más de la mano y robar hasta tener nuevamente cinco.
Las cartas de Baby Blues rojas, naranjas y verdes son el alma del juego, ya que permiten fastidiar a los niños rivales y calmar a los propios. Entre las rojas, a jugar sobre las cabezas, encontramos cacas, chupetes perdidos, niños excitados y bocinas. Mientras que los tres primeros obligan a colocar una carta de rabieta sobre el bebé en cuestión, la bocina enrabieta a los bebés adyacentes a uno llorón.
El pañal y el chupete, como cartas verdes, eliminan la caca y al chupete perdido. Se descartan ambas cartas y la carta de rabieta. El biberón se utiliza para contrarrestar un niño excitado, pero requerirá de dos rondas para que haga efecto (beberse un biberón entero no es tan rápido).
Por su parte, el tarro de papilla puede eliminar los efectos del niño excitado y de la bocina, en un total de tres turnos. El móvil musical contrarresta también a esas dos cartas y, aunque no elimina la carta de rabieta, garantiza que el niño no va a llorar. Hasta que se rompa… La carta de osito de peluche también forma parte de las verdes, pero no cuenta con ninguna habilidad específica, ya que deben ser los jugadores quienes acuerden darle un determinado uso.
Para romper el móvil, se juega la carta naranja móvil musical roto, que la elimina al instante. El biberón vacío y el tarro de papilla vacío eliminan las cartas de biberón y tarro de papilla, respectivamente. En el momento en que un jugador tenga a todos sus niños llorando, termina la partida.
Cada participante se anota puntos por sus niños contentos y enrabietados. Se giran las cartas de los bebés y se suman los puntos que se indican en esa parte oculta. Los niños que estuvieran llorando no se tienen en cuenta para el recuento. El ganador será el que obtenga la mayor cantidad de puntos.
Baby Blues se conforma como un juego sencillo y rápido, que parte de una temática humorística. La interacción entre jugadores es constante al jugar una carta negativa sobre otro bebé por turno. Dado que los niños propios también recibirán diferentes objetos que les hagan enrabietarse, es preciso gestionar las cartas de la mano de la forma más eficaz. Conservar un pañal podría evitar un llanto permanente, pero a cambio no dejaría hueco libre en la mano para nuevas cartas.
Aunque por el momento no está disponible en castellano, el juego cuenta con una primera expansión: Baby Blues Continues. En ella, se añaden los componentes necesarios para partidas de hasta 6 jugadores, así como cartas de acción o niños que comen demasiado hasta vomitar, con las consecuencias negativas para los de al lado. Basado en la misma temática, Jumping Turtle Games también cuenta con Baby Clues en su catálogo, un juego de deducción e identidades secretas con bebés robots o bebés vampiros.