Las gallinas acostumbran a ser el ojito derecho de los granjeros. Sus huevos son el bien más valioso del lugar, siempre que no haya otros granjeros dispuestos a sabotear los planes. Los zorros, los tornados y hasta los patos también pueden suponer un gran problema, al menos en el juego de cartas Chicken Run.
LOS PRIMEROS DETALLES DE CHICKEN RUN
Chicken Run se define como un juego de cartas rápido y sencillo, con competiciones de 3 a 8 jugadores, creado por Sergio Ortiz. Recomendado para mayores de 6 años, ofrece partidas de 5 a 20 minutos de duración.
Presentado en las redes sociales y en distintas jornadas y eventos, por ahora se encuentra en forma de prototipo, con un diseño provisional. Mientras busca un editor o la forma de convertirse en una realidad, se desvelan los primeros detalles.
Esta colorida propuesta familiar transforma a sus participantes en granjeros. Su objetivo es reunir un total de cuatro gallinas de un mismo color (blancas, amarillas o negras) antes que los demás y antes de que llegue la noche. Si la luna aparece, el ganador será quien posea la mayor cantidad, sabiendo que los patos penalizan.
En su turno, cada jugador realiza una acción, a escoger entre tres. Puede jugar una carta para aprovechar su efecto, bajar una gallina a su lado de la mesa o intercambiar una carta en el corral. Las dos primeras opciones finalizan con el robo de una carta del mazo. En caso de haber sufrido los efectos del cazador, es posible recuperar cartas hasta volver a tener cuatro y pasar.
El plan puede truncarse con la aparición de distintos peligros. Los zorros, hambrientos de aves, tratarán de saciar su apetito. Se hará necesario proteger a las gallinas con el gallo, si se quiere obtener la victoria. Será él quien luche para neutralizar los ataques.
Los tornados siembran el caos al aparecer, ya que ponen patas arriba la estrategia al tener que intercambiar las cartas de la mano con el rival de al lado. Lo mismo ocurre con las gallinas asustadas. Cuando se muestre esa carta, se pondrán a prueba los reflejos y la velocidad de los jugadores, puesto que el último que atrape a las gallinas perderá una de las suyas, aunque esté protegida por un gallo.
Como explica su autor, los patos formarán parte de la competición. En forma de gallina falsa (aunque nunca serán comidos por los zorros), será obligatorio deshacerse de ellos para ganar. Los cazadores, presentados en el juego como aliados, estarán dispuestos a espantar a los patos o a robarle una carta al rival.
Las gallinas locas también actúan como ventaja. Se lanzan al aire al aparecer y, si se quedan boca arriba, permitirán al jugador incorporarlas a su colección, con el color que prefiera.
Por su parte, el corral (que nunca podrá tener tres gallinas de un mismo color), servirá para intercambiar gallinas propias con las que estén allí para acercarnos al objetivo. Como demuestran sus imágenes, la interacción y las risas serán dos de sus protagonistas.