Un viaje por los ríos africanos, a bordo de dos botes. Mercancías por entregar. Destinos por alcanzar. Así se resume Ulanga, juego de mesa que llegará a las tiendas este verano. Ya hemos probado su prototipo para contarte nuestras primeras impresiones.
UNA RUTA CON OBJETIVOS OCULTOS
Ulanga es un juego de mesa de 2 a 4 jugadores, con partidas de 45 minutos, recomendado a partir de los 8 años. Se trata de una creación de Víktor Bautista i Roca (autor de El cuco Kiko estrena nido, junto a Josep M. Allué), con ilustraciones de Amelia Sales.
Se lanzará en el mes de julio, como juego de producción propia de GDM Games. El que es uno de sus proyectos nacionales nos llevará a recorrer los ríos africanos a bordo de los botes pertenecientes a la compañía Ulanga Express. En base a los objetivos de la mano, y en la búsqueda de puntos, visitaremos pueblos y ciudades para la entrega de mercancías.
El primer paso es crear el escenario. La forma del río puede variar de una partida a otra, pasando por una circular o por una irregular. La dificultad aumenta con las formas más asimétricas. Los dos botes ocupan posiciones.
Se reparten cuatro cartas de juego y una de objetivo a cada participante. Las demás se dejan en sus correspondientes mazos. Obtienen tres fichas de ancla. Es en su turno donde jugará una carta para hacer avanzar o retroceder a uno de los barcos, tantas casillas como se indiquen o hasta la siguiente del color marcado.
Una posibilidad es renunciar a ese movimiento, para convertir la carta en una prohibición. En este caso, se dejará en el centro de la mesa para que ningún jugador pueda ejecutar el movimiento mostrado o finalizar el trayecto en un determinado color. El turno termina con el robo de cualquier mazo.
En el momento en que un barco se encuentre en la localización marcada en una carta de objetivo de la mano, podrá bajarse para recibir puntos de victoria. Si se opta por girar un ancla, la partida se reinicia. Es decir, se eliminan las prohibiciones. Este jugador roba una carta y ejecuta su turno.
La partida termina al agotarse los puntos de victoria o cuando alguien haya utilizado su tercer ancla. El vencedor será quien tenga la máxima puntuación, habiendo completado las mejores entregas.
ULANGA: PRIMERAS IMPRESIONES
Víktor Bautista i Roca ha sabido dar con la fórmula del caos: objetivos distintos y ocultos para cada jugador y unas fichas comunes para mover. El resultado es una propuesta altamente interactiva, donde el éxito o el fracaso no sólo depende de uno mismo.
Todo sería sencillo si cada uno contásemos con nuestros barcos para realizar las entregas. Sin embargo, sólo hay dos botes para todos. El avance y el retroceso de cada uno es constante. Acercarnos a nuestro objetivo supone alejar a los rivales de los suyos, y lo mismo a la inversa. Incluso cumplir un objetivo propio nos alejaría de otro de los nuestros.
Así, completar uno es una tarea complicada. Para ello, deberemos haber realizado movimientos inteligentes y jugar con las prohibiciones, aunque impliquen la pérdida de turnos. La observación y una buena deducción podrían indicarnos que no habrá nada como prohibir los retrocesos o las paradas en casillas naranjas. Quizás de esta forma completemos ese destino…
Su mecánica, complicada de dominar ante rivales expertos en la estrategia, va de la mano de reglas rápidas y sencillas. El resultado es un juego familiar, capaz de enganchar tanto a quienes buscan retos exigentes como a los que no quieren salir de las reglas fáciles. Quienes más lo disfrutarán serán los amantes de los objetivos secretos y los destructores de planes rivales.
Hay numerosas estrategias posibles, pero siempre con la toma de decisiones como eje. Podemos centrarnos en nuestros objetivos a toda costa o anteponer el fastidio a los demás. Cueste lo que cueste. Ya sea con una táctica u otra, y en mayor o menor medida, truncaremos los planes de los demás y veremos como el barco que estaba a punto de cumplir un objetivo se aleja a la velocidad de la luz.
Es preciso valorar de qué mazo robar cartas. Una amplia mano de cartas de juego nos otorgará más margen de movimiento (y más prohibiciones para hundir a los otros). Dejará poco espacio para los objetivos. A cambio, robar un buen número de objetivos tiene la ventaja de que muchos podrían completarse por mera casualidad. Por contra, poco podremos hacer para mover los botes.
En ese juego del equilibrio, también podremos controlar el fin de partida. Los puntos que cada uno lleva acumulados son visibles, por lo que sabremos cuándo es el mejor momento para acercarnos al fin, con ese agotamiento de las anclas. En ocasiones, tal vez no interese, pero sin ese reinicio sólo perderemos tiempo.
Con ello, Ulanga invita a arriesgarse, a anticiparse a las decisiones de los demás, a combinar un buen «ataque» con una buena «defensa». La rejugabilidad llega con el robo aleatorio de las cartas y con la disposición del escenario, con sus partidas más fáciles o más complicadas (con lugares más difíciles de alcanzar).
Estamos ante un juego de intereses, donde fastidiar a los demás es inevitable, aunque no queramos. Su prototipo nos muestra una estética con una importancia para el color, con su fácil identificación para agilizar las partidas. El diseño cambiará, pero es de suponer que la simbología clara seguirá manteniéndose.
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