Un juego de habilidad y precisión puede traducirse en una obra maestra de la pintura. La fórmula para hacerlo posible pasa por dejar marcado el rastro, a ser posible, con todo tipo de colores. Así podríamos definir la esencia de One More Line, disponible en Pais de los Juegos.
LA SENCILLEZ DE ONE MORE LINE
One More Line es una creación de SMG Studios, propuesta que ya puede disfrutarse de forma gratuita en navegadores. Sus responsables ofrecen un reto individual, en forma de camino hasta el infinito. No hay un final, por lo que la muerte es la única que pausa la experiencia.
Su interfaz aboga por la simplicidad máxima. El menú de inicio nos muestra las opciones disponibles: jugar y personalizar. La primera nos lleva a disfrutar de la acción como tal, sin necesidad de tutoriales. Sólo necesitaremos la barra espaciadora o el botón izquierdo del ratón para empezar.
Con la segunda, es posible escoger entre distintas opciones, de las que hablaremos después. Como hemos adelantado, las obras creadas son uno de los mayores atractivos del juego, así como la seña de identidad respecto a sus compañeros de género.
EL RIESGO O EL CAMINO SEGURO
Esta propuesta nos convierte en un personaje sobre una línea, como su propio nombre indica. Tras iniciar la carrera, el propio sistema controla la velocidad, por lo que no es posible descansar.
Al igual que ocurre en competiciones alargadas hasta el infinito, el objetivo es alcanzar la mayor puntuación. Cada par de segundos que sigamos con vida, iremos sumando metros al recuento. La misión, por tanto, es aguantar el máximo tiempo posible.
El circuito por el que avanzar es en línea recta, pero está plagado de obstáculos. Cada vez que nos encontremos con una tuerca, será preciso pulsar la tecla o botón para rodearla. Saldremos despedidos en la dirección que tuviéramos al soltarlo.
El riesgo resulta fundamental. No será necesario girar sobre las que no vayamos a chocar, pero será una decisión a valorar. Engancharse a ellas podría traducirse en tomar una nueva posición, ventajosa de cara al futuro. Mirar en perspectiva es otra de las claves del éxito.
La improvisación juega un papel protagonista, por no haber tiempo para meditar. Será la propia experiencia la que nos haga ganar habilidad e ir tomando decisiones cada vez más acertadas. Lo que está claro es que no hay acción sin consecuencias.
Rodear un obstáculo pequeño requiere de una mayor precisión, puesto que la línea tomará una mayor velocidad (al contar con menos espacio). Así, es habitual salir despedidos hacia una pared, con su correspondiente muerte, si no acertamos el segundo exacto. Por contra, los más grandes nos darán un mayor margen de maniobra.
¡A DIBUJAR!
Al igual que resulta tremendamente interesante superar marcas propias, también lo es dar vida a coloridos dibujos. Nuestro rastro se quedará guardado, de tal forma que sobre el fondo negro vayamos dibujando círculos de colores, complementados con las tuercas.
Al engancharse a una, tendremos un círculo perfecto. Es común que nos volvamos a acoplar a la misma, para rectificar ante una salida en falso, dando lugar a círculos de distintos tamaños. Las líneas rectas continuarán dibujando el cuadro.
El riesgo que estemos dispuestos a asumir se quedará reflejado en el tamaño de los dibujos, siendo habitual que se salgan del circuito. Es al final, tras la trágica muerte, cuando se nos muestra una pequeña pantalla con los dibujos.
No es lo único. Obtendremos un número, equivalente a la distancia recorrida y un balance de juego. Es decir, sabremos cuantos metros habremos recorrido desde el principio de los tiempos y cuantas muertes hemos tenido.
EL COLORIDO MÁXIMO
Entre choque y choque, fruto de decisiones precipitadas o de falta de puntería, iremos disfrutando de lo que nos deja cada partida a One More Line. Y no nos referimos únicamente a la dificultad, propia de un título fácil de entender, pero complicado de dominar.
A medida que vayamos superando marcas, obtendremos recompensas interesantes. Pasan por nuevos aspectos para el protagonista o por nuevas líneas. Llegan en forma de coleccionables, invitando a conseguirlos todos.
El personaje principal es diminuto, pero no es inconveniente para que pueda lucir distintos atuendos. Al alcanzar ciertas distancias desbloquearemos sombreros y decoraciones variadas, entre las que se incluyen flechas. Podremos quedarnos con nuestra favorita, a modo de motivación, o seleccionar la opción de aleatorio, incentivándose el factor sorpresa.
El azar también aparece en el rastro dejado por las líneas. Optaremos por colores uniformes o por una combinación de ellos. Los preciosos arcoíris no tienen desperdicio, siendo una de las estrellas del juego. Los temas también podrán variarse, siendo de esperar que se añadan nuevos con el tiempo.
ONE MORE LINE: CONCLUSIONES
Los dibujos creados son el gran atractivo de One More Line. Si bien es cierto que estamos ante un juego muy adictivo, la gran diferencia respecto a los demás la pone el propio color.
Resulta muy relajante ver como la pantalla se llena de formas de distintos tamaños, sobre todo si optamos por unas líneas personalizadas. Así, más que avanzar, buscaremos crear bonitos dibujos abstractos, de los que recomendamos realizar capturas de pantalla.
Muchos de ellos nos servirán a modo de prueba, para analizar qué ha salido mal. Un salto antes de tiempo o un simple despiste son sólo algunos de los motivos por los que estamos ante un reto de muertes constantes. Y permanentes.
Desbloquear todo el contenido garantiza la rejugabilidad, no sólo durante horas, sino en días. Los rápidos reinicios facilitan que pueda jugarse en ratos muertos o en momentos en los que sólo dispongamos de unos minutos.
Con todo ello, One More Line entretiene y sorprende al jugador, a la par que le hace sacar al artista que lleva dentro. Quizás sus desarrolladores hayan dado con una de las claves para crear competiciones de carreras diferentes. Al fin y al cabo, un juego de coches donde los trazos quedasen dibujados, más allá de los simples derrapes, podría resultar muy atractivo.