Chop Age, la competición por las chuletas en forma de prototipo

Chop Age

Menú del día: chuletas de brontosaurio. Una correcta organización se traduciría en provisiones para una buena temporada. Pero no, los trogloditas no son así. Jamás comparten e incluso no dudan en empujar al resto del grupo hasta los dientes de sable. Así es Chop Age, juego de mesa en forma de prototipo.

 

UNA INTENSA CARRERA

Chop Age es un juego de mesa de 1 a 5 participantes, con retos de 30 minutos. Recomendado a partir de los 8 años, pudo probarse en Protos y Tipos 2019. Con David Bascuñana como autor y Edgar Salazar como ilustrador, por el momento no cuenta con planes de lanzamiento desvelados.

Se define como un ‘filler’, donde los jugadores se convierten en trogloditas en la Edad de Piedra. Con el humor y la interacción como aliados, protagonizan una carrera hasta la cueva para hacerse con el mayor número de chuletas posibles.

El primer paso es preparar el escenario, separando las losetas de inicio y de meta. En función de la duración deseada, se creará un mazo con más o menos losetas. Cada jugador recibe su ficha de troglodita, a colocar en la primera línea de la loseta de inicio, y su tarjeta.

Una vez creada la reserva de chuletas y organizados los mazos, cada participante toma tantas cartas de treta como correspondan, más dos, descartándose las dos que desee. Comienza la partida. Empezará el que más guindillas obtenga en los dados. El que menos recibirá el marcador de control animal. Un turno consta de cinco fases.

Chop Age

1. Liberar reserva de chile.

El jugador anuncia el número de chiles que utilizará, restándolos de su tarjeta. Con ellos, podrá avanzar sin penalización por el terreno. Pasarse implica un movimiento aleatorio del troglodita. Se obtienen más con los resultados de los dados.

2. Utilizar una carta de treta.

Puede utilizar una carta de treta no urgente, ya sea en beneficio propio o para fastidiar a los demás. Se descarta tras su uso, excepto las que tengan más de una carga. Las urgentes pueden bajarse en cualquier momento. Obtendremos nuevas cartas al llegar a las casillas marcadas, mientras que también podrán robarse a otros al adelantarles.

3. Lanzar los dados.

Se determina el número de dados a utilizar, en base a la tarjeta, y se lanzan. Relanzará los que quiera, excepto los bloqueados.

4. Resolver los resultados.

Ya con los resultados definitivos, el primer paso es mover a los neandertales con los resultados bloqueados. Al alcanzar a un troglodita, éste pierde cinco chuletas.

Se obtienen las chuletas que hayan aparecido en los dados y se mueve al personaje, también en base a los resultados obtenidos. Por último, se efectúa el movimiento de los animales atendiendo al símbolo de huella. El avestruz mueve siempre en dirección al jugador que posea el huevo, hasta robárselo.

Los dientes de sable, a añadir a la carrera en el segundo turno, persiguen al troglodita que más chuletas tenga para robarle dos una vez alcanzado. El tipo de terreno determinará el movimiento, con sus limitaciones.

Chop Age

5. Recoger cartas.

Si se han alcanzado las casillas marcadas, se recogen cartas de treta. No podrá excederse el límite de cartas de la mano.

Será el jugador con el marcador de control animal quien revele una carta de evento, que podría suponer la aparición de nuevos animales. Al final de su turno los moverá atendiendo a esa carta y lo pasará al siguiente. Cuando un troglodita alcance la última línea de una loseta, se descubre una nueva.

Fin de la partida

Se repite la misma mecánica, teniendo en cuenta que los demás nos robarán dos chuletas cada vez que nos alcancen. Se perderán cuando los neandertales y los dientes de sable hagan lo propio, si queremos renovar nuestra mano de cartas de treta (a un coste de cuatro) o por efectos de las cartas.

El vencedor será el jugador que cruce la línea de meta con el mayor número de chuletas, independientemente del orden de llegada. Poseer el huevo equivale a cinco chuletas adicionales.

 

CHOP AGE: PRIMERAS IMPRESIONES

Chop Age es uno de los prototipos más prometedores del momento. De esos que llaman la atención a simple vista. De los que consigue que los jugadores se detengan delante de la mesa, asombrados por sus componentes.

Los marcadores de hueso, en forma de chincheta, rebosan originalidad. Mientras, los ‘meeples’ para cada animal se mueven por un colorido escenario, al son de unas cartas perfectamente ilustradas, a la par que funcionales. Tras un atrayente diseño, se esconde una jugabilidad aún más cuidada (si es que era posible).

La diversión es la reina de las partidas, algo que, por desgracia, tiende a olvidarse en muchos títulos. La finalidad de un juego de mesa es que entretenga y Chop Age lo cumple a la perfección. La hace en su combinación entre nervios, tensión y humor. ¿Cómo iba a ser menos compitiendo por unas chuletas de brontosaurio?

La idea de una sencilla carrera se transforma en un mar de obstáculos. Algo tan simple como avanzar por las casillas atendiendo a los resultados de los dados se convierte en una competición en estado puro. Con robos. Con sorpresas. Con gestión y toma de decisiones.

Comprender sus reglas es cuestión de minutos y de un par de turnos. A partir de ahí, la intuición hace el resto. Las condiciones del terreno seguirán la propia lógica, por lo que no provocarán grandes quebraderos de cabeza. Tampoco los efectos de los neandertales y animales al alcanzar a un jugador.

En una unión entre ataque y defensa, es tan importante sabotear a los demás como tratar de ponerse a salvo. La desgracia llega al saber que no lo estaremos hasta cruzar la línea de meta. A través de un sistema inteligente, las partidas se equilibran por sí mismas.

A los efectos inesperados de los eventos, capaces de dar la vuelta a todo, se les suman los de las cartas de treta. Para bien o para mal. Los animales perseguirán al jugador más aventajado, de tal forma que se eviten las frustraciones. De hecho, ser el más aventajado es una complicación en sí misma, siguiendo el modelo de Mario Kart y los caparazones azules… 

Encontrar el equilibrio es fundamental para la victoria. Contar con el huevo (equivalente a cinco chuletas) o con más chuletas que los demás no es todo felicidad, ya que las maldades se sucederán en cadena. Sin embargo, si no tratamos de tener el mayor número, de poco o nada servirá llegar a la meta.

Como no podía ser de otra forma, el resultado es el caos y la locura. ¿Merece la pena robar dos chuletas a mi compañero o me centro en otra cosa para que los dientes de sable vayan a por él? ¿Gasto el chile a lo bestia para avanzar hacia esa maravillosa casilla o actúo con precaución?

Será la propia partida la que influya en esa valoración constante, aunque las respuestas nunca serán claras. El riesgo es, por tanto, el gran aliado y el gran enemigo, desde que elegimos el chile hasta el número de dados a lanzar y a relanzar.

Chop Age es emoción máxima, momentos de alegría e instantes de rabia. Hará las delicias de los amantes de la interacción y de quienes disfrutan fastidiando a los demás. Así, la mayor diversión llega al frenar a los otros. Se pueden emplear múltiples estrategias, siempre en base a los resultados, pero se recomienda aprovechar esos dientes de sable hambrientos.

Aunque el azar está presente, tanto en la disposición del escenario como en el lanzamiento de los dados, siempre tendremos opciones. Una mala tirada puede solucionarse si hemos sido precavidos con el chile o si tenemos una buena mano de cartas de treta. Con ello, no echará para atrás a quienes buscan el control.

A la espera de su versión final, Chop Age no podía haberse presentado mejor. Sus responsables toman prestadas unas reglas básicas para adornarlas con numerosas posibilidades. Uno de los mayores atractivos es poder ajustar la duración de las partidas, así como saber que contará con modos adicionales.

La velocidad cede paso al juego del gato y del ratón y a la perfecta combinación entre gestión y valoraciones. Se envuelven en una temática que también puede presumir de ser atrayente. Aunque las reglas seguirían funcionando con cualquier otra, ya no imaginamos a los jugadores sin moverse entre mamuts, mientras babean por el olor de las chuletas.