Nishikigoi: ¿relajación o intenso desafío?

Nishikigoi

¿De verdad es necesario que el estanque tenga cinco carpas negras, tres naranjas y una blanca? ¿Los pececillos no vivirían igual de felices con una carpa más de color blanco? Me equivoqué. No estoy de suerte con mi nuevo trabajo. El emperador es demasiado exigente. Reseñamos Nishikigoi.

 

LA COLOCACIÓN DE CARTAS

Nishikigoi es un juego de cartas de 1 a 6 participantes, con retos de 30 minutos, recomendados a partir de los 8 años. Es una creación de Pak Gallego, con ilustraciones de Alba Aragón. Se trata de un nuevo juego de producción propia de GDM Games, ya disponible a un precio que ronda los 10 euros.

Nishikigoi

Convertidos en jardineros imperiales, tenemos una misión clara: crear los estanques más bellos. Las carpas koi tendrán que estar presentes en todos ellos, pero de una manera organizada. Es necesario mantenerla para asegurar la salud de estos coloridos peces.

La tarea se lleva a cabo mediante la colocación de cartas, de forma cooperativa. El éxito, con su respectiva puntuación, dependerá del número de estanques creados de forma correcta. De no cumplirse las condiciones marcadas para cada uno, no se tendrán en cuenta a la hora de sumar puntos.

 

NISHIKIGOI: UNA PARTIDA

Antes de empezar, se baraja el mazo y se reparten dos cartas a cada uno. Se inicia la ronda con el lanzamiento de los tres dados. Determinarán el número de carpas que tendrá que haber dentro del estanque.

Se levanta la primera carta del mazo. El primer jugador bajará una carta de su mano para colocarla en la mesa, de tal forma que se coloque encima de la inicial, parcialmente. Deberá seguirse la línea de los nenúfares.

Finaliza su turno robando una carta del mazo. El siguiente repetirá la misma mecánica, siguiendo la línea, y así hasta cerrar el estanque. Se comprueba si la ronda se ha completado con éxito.

juego de mesa peces

El éxito

El éxito llega si dentro del estanque aparecen tantas carpas como indiquen los dados, atendiendo a sus colores. Las multicolor funcionan como cualquiera de los mostrados, aunque sólo se cuentan una vez.

Se toman cinco cartas del estanque para dejarlas debajo del mazo. Las restantes se agrupan en un montón para recordar que ya se ha creado un estanque. Se inicia una nueva ronda, con las mismas reglas.

El fracaso

Si se ha cerrado el estanque sin cumplirse las condiciones (ya sea por tener más o menos peces de cualquier color), todas las cartas del estanque se descartan. Comienza una nueva ronda.

Fin de la partida

El reto llega a su fin al agotarse el mazo y haberse jugado todas las cartas. Se cuentan los montones de cartas, es decir, los estanques creados correctamente. La tabla de puntuación indicará si hemos sido los mejores jardineros o si, por el contrario, debemos mejorar.

 

NISHIKIGOI: CONCLUSIONES

No tengo muy claro si el emperador busca los estanques perfectos por capricho. Alega que las carpas necesitan una perfecta organización para que alcancen su máximo potencial y vivan en armonía, pero no me convence. ¿Qué importa un pez arriba que un pez abajo?

Las preguntas no están permitidas, así que me limito a realizar mi trabajo con mis diálogos internos. Sí, lo sé. Los tres estanques anteriores no han funcionado y éste lleva el mismo camino. Dos carpas negras, dos blancas y una naranja. Son tan poquitos peces que se necesita un estanque con una forma muy peculiar. Ni mis compañeros ni yo damos con la fórmula.

Todo estaba perdido, pero el de mi izquierda nos ha salvado el pellejo con una alineación de nenúfares estratégica. Con ella, hemos podido arreglar el desastre y lograr el objetivo. La felicidad no dura demasiado, puesto que ya hay un nuevo encargo. ¡Y esta vez de 18 carpas! Se traduce en la inmensidad en forma de estanque.

La jornada termina y toca hacer balance. Como jardineros imperiales no hemos dado la talla, pero el emperador nos dará una nueva oportunidad. Es una suerte, ya que he empezado a acostumbrarme a estos simpáticos animalejos, tranquilos como ellos solos.

Nishikigoi es un juego de cartas familiar, de reglas muy sencillas. Las partidas se organizan por rondas y por turnos, donde jugar una carta y robar otra. Y así hasta el final de los tiempos, con la cooperación siempre presente.

En medio de una temática tranquila, como es la creación de bellos estanques, se esconde una jugabilidad que, sin llegar a ser estresante, sí que supone un desafío. El lanzamiento de dados determinará la estrategia a seguir, además de garantizar una gran rejugabilidad, acompañada del robo aleatorio de cartas.

No es lo mismo que un estanque precise de 6 carpas que de 18. En la primera situación, deberá ir creándose una forma más o menos pequeña, frente a una de mayores dimensiones para la segunda. La teoría es fácil, siguiendo la misma lógica, pero en la práctica todo cambia.

Se debe a dos factores: la forma de jugar de los demás y las cartas de la mano. En ocasiones, los compañeros realizarán jugadas perfectas. En otras, no tanto, siendo nuestra misión corregir sus errores. Antes de empezar a echar en cara, debemos saber que las cartas de la mano no siempre nos darán toda la libertad que quisiéramos. De lo contrario, el juego carecería de sentido.

Cada carta se estructura en dos partes, separadas por los nenúfares, por lo que en cada turno tendremos cuatro partes donde escoger. Puede ser que no tengamos ese maravilloso pez blanco o que, por el contrario, la mano esté plagada de carpas blancas cuando no podemos sobrepasar el número.

Así, la dificultad estará en encontrar el equilibrio de colores y en la propia unión (a veces caprichosa) de nenúfares. El resultado siempre será un precioso estanque, que no siempre cumplirá las condiciones marcadas. No es el fin del mundo, aunque si estaba compuesto por muchas cartas, se disminuirán las posibilidades de éxito para el resto de la partida, puesto que esas cartas no regresarán al mazo.

Nishikigoi

Las rondas tienen una duración muy corta, de tal forma que tendremos que cambiar de plan cada pocos minutos y adaptarnos a la nueva situación. De esta forma, siempre resultará emocionante iniciar una nueva, con el desafío propuesto. La emoción no decae al comparar el número de estanques creados con la tabla de puntuación.

A dos jugadores, resulta más sencillo crear estanques. Conforme aumente este número, las complicaciones irán apareciendo. Tendremos una idea clara en nuestra cabeza, pero si otras cinco tienen las suyas propias, se habrá armado el lío. Nos empeñaremos en corregir «errores» de los demás, en lugar de seguir creando, con sus consecuencias.

Por su parte, será mucho más fácil que nosotros metamos la pata. Puede ser que sólo tengamos cartas con carpas naranjas y blancas y si los jugadores anteriores ya han colocado en los estanques el número de carpas marcado de estos colores, las cosas se pueden poner bastante difíciles.

En resumen, la compenetración marca las partidas a dos (o así debería ser). A más, el caos hace su aparición, traducido en momentos de rabia, alegría y sudores. La parte positiva es que el análisis parálisis no suele aparecer demasiado, de tal forma que se mantiene el dinamismo de las partidas.

Nishikigoi también puede disfrutarse en solitario, sin excusas que valgan. El éxito o el fracaso dependerá del esquema mental de uno mismo, combinado con el azar del robo de cartas.

Su autor recurre a una atractiva y original temática, unida a una mecánica sencilla de entender basada en la optimización del espacio, en la observación constante y en la libertad para dar forma al escenario (podremos tapar la carta de al lado en mayor o menor medida). Es el resultado del encuentro entre la relajación y los intensos desafíos.

No es necesaria la experiencia para disfrutar de esta novedad, aunque ayudará. Los jugadores más estratégicos utilizarán la deducción para lograr el objetivo, a la par que tratan de guiar a los demás. Los principiantes agradecerán las reglas tan sencillas, de tal forma que puedan poner toda su atención y esfuerzo en la misión.

Tanto los adultos como los niños encontrarán el sentido a cada ronda. Los segundos se beneficiarán de la identificación de formas y colores, mientras aprenden a controlar el espacio y a cooperar con sus compañeros.

Las sumas estarán presentes a cada momento, puesto que en cada turno habrá nuevos peces. No consistirá en sumar uno más a la serie de colores 4-5-2, ya que los multicolor (comodines) son muy habituales. Con cada jugada, habrá que contar de nuevo, ya que quizás ese multicolor ya no merece la pena que sea blanco. ¿Conclusión? Un problema de los grandes si la organización y la atención no forman parte del reto.

Aunque en el manual no se especifica, la comunicación puede estar presente como la gran aliada. Ayudará a la hora de crear el estanque, y mucho, de tal forma que en las primeras partidas es recomendable recurrir a ella. Una vez controlada la mecánica, podemos eliminarla por completo.

Al acabar con los consejos y con la puesta en común de planes, la dificultad se presenta en sociedad. Así, podremos seguir dando vida a un juego sin fecha de caducidad. Su fácil preparación y su pequeño tamaño, que facilita el transporte, son los responsables de ello.

Respecto a su estética y componentes, Alba Aragón realiza un gran trabajo con su portada, desde la que ya se introduce al jugador a su precioso universo. El color está presente en las carpas y nenúfares, aunque las negras y el fondo no siempre se distinguen con facilidad. Con suerte, ya está en marcha la atención, por lo que no supondrá mucho más esfuerzo mantenerla.

Recomendamos enfundar sus cartas si pensamos sacarlo fuera de casa. De lo contrario, y puesto que la manipulación del entorno está siempre presente, es mejor evitarlo. Si las cartas no se escurren a la hora de formar el estanque, mucho mejor.

 

COMPONENTES DE JUEGO

  • 54 Cartas de Estanque
  • 3 Dados
  • Instrucciones (castellano, inglés, francés, alemán)

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