Aunque parezca algo fuera de toda lógica, existen seres capaces de odiar a adorables gatitos. Es el caso del Dr. Tomatenstein. He aquí la primera muestra de su maldad. La segunda llega al saber que está realizando experimentos con alimentos animados. También encantadores. Así es La Caza de la Calabaza.
LA OBSESIÓN POR LA EVOLUCIÓN
La Caza de la Calabaza es un juego de cartas para 2 y 3 participantes (con modalidad en solitario). Creado e ilustrado por Sergio Herrera, tiene una duración de 15 a 25 minutos. Está indicado a partir de los 6 años.
El que es el nuevo juego de MixinGames, editorial responsable de Catchup & Mousetard: Fast Food Battle!, ya se encuentra disponible a un precio que ronda los 9 euros. Se presenta en una caja de pequeño tamaño que cabe en la propia palma de la mano. Consta de cartas independientes del idioma y de instrucciones en castellano.
Compartiendo universo con el anterior, nos ponemos en la piel de ‘obakameshi’, es decir, de alimentos animados. El Dr. Tomatenstein, obsesionado con la evolución, está llevando a cabo manipulaciones genéticas.
Será nuestra misión conseguir que el escándalo salga a la luz. Lo hará aquél que reúna cinco calabazas experimentales de distinto color. Los monstruos, fruto de experimentos fallidos, y el propio científico loco estarán presentes en toda la aventura.
LA CAZA DE LA CALABAZA: UNA PARTIDA
Cada jugador obtiene una carta de personaje, dejándola boca arriba en su espacio de la mesa. Servirá para mostrar qué calabaza experimental protege de los ataques. Tras barajar el mazo con todas las cartas de juego, comienza la competición.
Durante su turno, cada uno levantará la primera carta del mazo. Si se trata de una calabaza experimental o de un objeto, podemos añadirla a nuestra zona. No podrán tenerse más de dos cartas iguales.
El ganador será quien reúna cinco calabazas experimentales, una de cada color. Además de calabazas experimentales y objetos, también harán su aparición los monstruos. Cuando se muestre uno, el jugador tendrá que descartar la calabaza experimental que reclame. Si la tiene, ambas cartas se van a los descartes.
Tanto si no cuenta con ella como si el monstruo reclama la calabaza experimental protegida por la carta de personaje, el monstruo ataca al siguiente, siguiendo las flechas. Se descarta cuando encuentra la calabaza que busca o cuando ha dado una vuelta completa, sin haberla conseguido.
Los objetos protegen de esos ataques. La calabaza de Jack puede entregarse a un monstruo tras un ataque, mientras que el pulverizador anti bichos consigue que se dé la vuelta, atacando en dirección contraria, sin llegar nunca hasta su propietario.
El gato salvaje y el saco se encuentran entre los objetos. El primero, a utilizar nada más encontrarlo o en un turno siguiente, permite mirar las tres primeras cartas para quedarnos una y devolver las otras dos en el orden que queramos.
El saco sirve para esconder una calabaza experimental. Así, podremos tener más de dos iguales, a la vez que queda protegida de los monstruos. Nadie podrá ver qué se oculta, salvo que renuncie a su turno para mirar (pudiendo mover el saco a otra calabaza o descartarlo).
Por su parte, cuando el cambiasacos aparece, los jugadores que tengan sacos con calabazas deben intercambiarlos siguiendo las flechas. La alarma por ruido obliga a descartar la calabaza experimental protegida por el personaje. De no tenerse, se descarta.
El Dr. Tomatenstein también entrará en escena. Cuando lo haga, todos descartan sus objetos (excepto los sacos con calabazas). Se barajan los descartes, entre los que estará el Dr. Tomatenstein, con el mazo principal.
LA CAZA DE LA CALABAZA: CONCLUSIONES
¿Quién me manda rebuscar entre los setos de la plantación haciendo tanto ruido? Ni el novato más torpe podría haberlo hecho peor. Se ha activado la alarma y, con las prisas, he dejado caer mi calabaza experimental amarilla. La que tenía que haber protegido hasta el final de los tiempos.
Los sabios dicen que las desgracias nunca vienen solas. No se equivocan. La Pimientosa del Pantano, Zanamomia y Cebollombie han venido a por mí. Suerte que se han conformado con la calabaza de Jack y que el pulverizador anti bichos ha hecho su función. No confiaba demasiado en su utilidad…
Estoy a punto de lograr el objetivo. De ser la salvación del universo. Y ahí está Lemonio, mirándome fijamente. Es imposible no fijarse en sus profundos ojos rojos, reflejo de la maldad que lleva dentro. Un momento, ¿no es mi vecino de abajo? Me acerco un poco más.
Parece que los rumores son ciertos. Hace unas semanas, uno de mis compañeros me comentó que el Dr. Tomatenstein había fracasado en algunos de sus experimentos. Los ‘obakameshi’ se habían transformado en monstruos, que ahora vigilaban su plantación.
Detrás de sus nuevos cuerpos, se esconden alimentos que un día fueron como nosotros. No tengo muy claro si lo saben o si ya han perdido toda la razón. Aunque, ya que Lemonio se quejaba continuamente de mis fiestas nocturnas y de mis intentos frustrados con la batería, mejor que no me recuerde. No seré yo quien le frene ahora que ha decidido marcharse.
La Caza de la Calabaza es el título con el que MixinGames continúa potenciando su elemento distintivo (también presente en prototipos como Compota de Manzana y Pesca Kawaii). Tras trasladarnos a las cocinas con un primer juego, nos sumerge en una terrorífica plantación.
Ambos juegos comparten universo, protagonizado por los ‘obakameshi’ y por su adorable aspecto. Una vez más, el juego ya entra por los ojos. Contar con una caja de tamaño tan reducido es otro de sus puntos a favor. Es sinónimo de un precio muy asequible, a la vez que permite su fácil transporte.
Cuando una propuesta cuenta con pocos componentes y, además, tiene un reglas muy sencillas, es lógico que queramos sacarla de casa. Que vea mundo. Siempre haya una superficie plana en la que quepan unas cuantas cartas, La Caza de la Calabaza puede estar presente.
Esta novedad tiene vida más allá de Halloween, aunque su temática esté protagonizado por elemento propios de esas fechas. Se debe a que su jugabilidad engancha y es capaz de atraer a quienes jamás han tocado un juego de mesa.
Un turno es tan simple como levantar una carta del mazo y actuar en consecuencia. Las calabazas experimentales y los objetos se guardan; los ataques y los eventos se resuelven.
Las cartas no cuentan con textos, pero sus efectos quedarán grabados en la memoria desde la primera partida. Además, puesto que no habrá nada oculto (a excepción de la calabaza que guardemos en el saco), unos jugadores podrán ayudar a otros a recordar el efecto de las cartas.
El resultado es una competición dinámica, rápida y directa, contra el propio sistema y contra el resto de participantes. A pesar de esa simplicidad de mecánicas, son varios los puntos con los que sorprende a los habituales. Así, y aunque debe tenerse en cuenta que el azar desempeña un papel importante a la hora de obtener unas cartas u otras, no lo es todo.
Escoger qué guardar en el saco podría marcar la diferencia, así como el momento en el que utilizar el resto de objetos. Por ejemplo, una calabaza de Jack puede sacarnos de más de un apuro si tratan de robarnos una calabaza experimental de la que sólo tenemos una copia. Si tuviésemos dos calabazas experimentales iguales, tal vez fuese mejor no gastarla.
¿Cuándo debo utilizar al gato? Descartarlo tras recibirlo, aprovechando su maravilloso efecto, es la mejor forma de no desperdiciar un turno. Sin embargo, será el propio desarrollo de la partida el que nos indique si, tal vez, es mejor conservarlo para un momento crítico.
La Caza de la Calabaza puede definirse como un caos en cuanto a situaciones disparatadas. Pasaremos de tener cuatro maravillosas calabazas a perderlas todas en un par de turnos. Y viceversa. En esta ocasión, no será por culpa de los otros jugadores, sino de los enemigos internos. Se eliminan, por tanto, las venganzas y los ataques hacia un mismo jugador.
Aunque podemos interceder con el pulverizador, cambiando el orden de ataque de un monstruo, serán éstos los que decidan a quién atacar. Lo hacen mediante un también intuitivo sistema de flechas.
Al igual que ocurre con los cambiasacos (representación de la interacción entre jugadores), sólo serán tenidas en cuenta en las partidas a tres jugadores. Es por tanto, a este número, como más provecho sacaremos a las partidas. A dos, la competición seguirá siendo interesante, pero perdiéndonos esta parte.
Los retos en solitario funcionan como una carrera a contrarreloj, cuyo tiempo lo marca el mazo con las cartas que no utilicemos. La atención y la observación se vuelven más necesarios que en la modalidad principal. Sin ir más lejos, serán la clave para lograr las cinco calabazas experimentales.
La Caza de la Calabaza cuenta con un rango de jugadores poco habitual. Aunque puede disfrutarse entre adultos, como un juego de cartas rápido, destacan las partidas con los niños. Recomendado a partir de los 6 años, permite practicar en la identificación de formas y colores y en un análisis de la situación.
Elementos como la memorización entran en escena al recordar qué hemos escondido debajo de nuestro propio saco. Se explota, aún más, cuando los cambiasacos han hecho de las suyas. El «nuestro» podría haber volado de zona en zona, siendo necesario tenerlo localizado.
Al haber estado atentos a cada situación y a cada cambio, quizás sepamos qué tienen los demás. No es una tarea fácil, ni siquiera para los mayores. Como ya hemos visto, contar con esas tiernas ilustraciones resulta fundamental para que los niños pidan jugarlo, con la inmensa cantidad de entretenimientos que tienen delante.
Los héroes no cuentan con nombre, por lo que se invita a ponerles uno. ¿Y si creamos una identidad para cada uno de ellos, con su propia historia detrás? Será una muestra del enorme potencial de los niños para imaginar y dar vida a increíbles aventuras.
En La Caza de la Calabaza, la diversión, la lógica y la intuición se mueven en un mundo que llega a recordar a la aventura gráfica Maniac Mansion. También, a películas donde el terror y el humor fueron las protagonistas. Toma prestado de estas obras la emoción al avanzar, sin saber si lo que encontraremos será una ayuda o el mayor de los enemigos.
Aunque funciona muy bien, es uno de esos juegos que se abre a la incorporación de reglas caseras. De hecho, es habitual que los jugadores empiecen a proponer variantes. ¿Y si le damos un efecto más caótico al Dr. Tomatenstein? ¿Jugamos con la gestión del riesgo al probar a levantar una carta más?
COMPONENTES DE JUEGO
- 50 Cartas de Juego
- 5 Cartas de Aventurero
- Instrucciones (castellano)