Análisis: Cuphead

Cuphead análisis

Pantalones subidos. Puños apretados. ¿Estás preparado, Mugman? El ruidoso trago que ahora recorre su garganta parece indicar que sí. Ya nos hemos enfrentado a problemas como éste antes. Podemos hacerlo.

No, no podemos. Ni en broma. El coche de choque nos ha atropellado una y otra vez. De frente. Por detrás. Cuando el payaso se ha hinchado, entrando en escena con sus perro-globo, ya ha sido demasiado tarde. ¿Solución? Vuelta a empezar. Me da que no será el último intento. Analizamos Cuphead, con motivo de su llegada a PS4.

 

CUPHEAD, UNA APARICIÓN POR SORPRESA EN PS4

Hace unos días, Cuphead volvía a ser noticia. Lo hacía por su aparición por sorpresa en PlayStation 4. Tras su paso por Windows, Mac, Xbox One y Nintendo Switch, le ha llegado el turno a la consola de Sony.

Cuphead

Disponible a un precio de 19,99 euros, en castellano, nos invita a descubrir la combinación entre acción y disparos más exitosa de los últimos tiempos. No eran pocos quienes pedían una adaptación a PS4 y Studio MDHR ha escuchado a la comunidad.

Tras vender millones de copias, sus creadores permiten que un mayor número de jugadores pueda disfrutar ahora de este fenómeno mundial. No es el final, puesto que el desarrollo de su expansión demuestra como puede exprimirse mucho más.

 

EN SOLITARIO O EN COOPERATIVO

Los pactos con el diablo nunca llevan a nada bueno. Es el mensaje que transmite Cuphead y sobre el que gira toda la aventura. Su protagonista se moverá por distintos mundos para vencer a auténticos jefes. Y, ya de paso, recoger algo de dinero…

Aunque puede disfrutarse en solitario sin problemas, brilla al máximo entre dos. Su cooperativo local introduce la figura de Mugman, el hermano de nuestro héroe. Los dos unirán fuerzas para vencer todos los peligros y completar cada nivel.

Cuphead

¿Ventajas? Además de las risas, propias de la torpeza, tendremos a alguien que nos reviva para contar con una segunda oportunidad. O una tercera. ¿Desventajas? Tratar de salvar al compañero implica, en ocasiones, cavar nuestra propia tumba. ¿Por qué has muerto tan arriba? También lleva a aumentar la confianza en momentos poco oportunos.

Escojamos una opción u otra, comenzaremos en un bosque repleto de vida. Visitaremos la feria más colorida del universo y una ciudad plagada de secretos. No necesitaremos demasiados minutos para comprender que la dificultad es la gran protagonista de esta propuesta.

 

¡A LA BATIDORA!

Cuphead no se anda por las ramas. Si nos preguntasen por la mejor parte de un juego de plataformas, muchos contestaríamos que las luchas contra los jefes finales. Intensidad pura. Podemos decir que prescinde de cualquier relleno para pasar directos a la acción.

Cada nivel es un jefe final, con sus esbirros o en sus distintas formas. Tras escoger la dificultad (fácil o normal), nos vemos las caras con un imponente enemigo. No habrá combates cuerpo a cuerpo, sino a distancia, con los disparos como arma.

Los controles son extremadamente sencillos. El que es uno de los mejores tutoriales de la historia nos explica cómo movernos y cómo disparar. Nos inculca la enorme utilidad de un doble salto y de la puntería. De desplazarse a la velocidad de la luz.

Esta simplicidad permite que el jugador los interiorice en cuestión de segundos. Por tanto, la dificultad no llega por un caótico manejo, sino por los propios enemigos. No hay distracciones en lo que respecta a botones y combos, por lo que podemos centrarnos en el objetivo.

Cuphead

El resultado son batallas repletas de luces, en un homenaje a los clásicos. Las hay de pie o en avión, donde la precisión se vuelve aún más importante. La esencia de un shoot ‘em up queda más que representada.

Aunque estos niveles constituyen casi la totalidad del juego, no son lo único. Encontramos los llamados run ‘n gun, donde correr como si no hubiera un mañana esquivando los ataques. Las plataformas vuelven a la mente con la recolección de monedas y con el sorteo de obstáculos.

Las pinceladas de un metroidvania se combinan con las del rol. Los personajes contarán con sus cartillas de habilidades, a adquirir a medida que pase el tiempo. Podrán comprarse en las tiendas, a cambio de las monedas que nos regalen los personajes del mapa o recolectadas en los run ‘n gun.

No es fácil hacerse con ellas, por lo que antes de pasar por tienda es preciso tener las ideas claras. Si somos dos jugadores, cada uno dispondrá de sus propias monedas. Se evitan las discusiones y el temido efecto líder. Quizás los reproches vengan después, pero la libertad es máxima.

Las mejoras se aplicarán mediante un sistema de ranura para cada campo. Es decir, no podremos aplicarlas todas. Personalizaremos al personaje, con opción de realizar cambios de una manera rápida. Así, obtendrá un nuevo tipo de disparo (a cambiar con un simple botón) o vidas extra, entre otras ventajas.

Cuphead

No menos importantes son los niveles en los que protegemos un valioso artefacto del ataque de los fantasmas. Suponen un descanso a tanta locura, puesto que son los retos más sencillos de completar. Además, recompensan con un maravilloso poder, también a seleccionar en esa cartilla.

Este batiburrillo de géneros hará las delicias de los más nostálgicos. La jugabilidad que crean es exigente, pero reconfortante. Se juega con el factor sorpresa, con la capacidad para sorprender al jugador a cada instante. La emoción no decae.

 

LOS MARAVILLOSOS COMBATES

La emoción nos permite jugar durante horas sin cansarnos. Sus fieles compañeros son los nervios, causantes de activar la adrenalina y, por supuesto, las meteduras de pata.

Como hemos visto, cada enfrentamiento se lleva a cabo desde la distancia, sin soltar el botón de disparo. Los enemigos no se quedarán quietos, teniendo a su alcance herramientas y súbditos capaces de golpear en el momento más inoportuno.

Un simple roce se traduce en la pérdida de una vida, de ahí que el equilibrio entre ataque y defensa sea máximo. No existen los escudos como tales (más allá de algún poder especial y momentáneo), por lo que evitar los golpes dependerá de la rapidez de nuestros dedos.

Cuphead

Si bien las batallas recuerdan a los juegos clásicos, se opta por el azar. Permite que ninguna sea igual que la anterior. La ausencia de la repetición implicará enfrentarse a súbditos en un orden diferente. Los que están presentes en un encuentro, pueden desaparecer en otro.

Sus movimientos también son aleatorios e imprevisibles, por lo que no es válido recordar secuencias. Lo que sí que ayuda es gestionar el riesgo. A medida que restemos vida, iremos consiguiendo poderes especiales, a activar con otro botón.

Podemos recurrir a ellos para hacer más daño o ahorrarlos. Al hacerlo, tendremos acceso a un poder aún mayor (personalizable en esas ranuras). Se traducirá en inmunidad durante un tiempo o en un buen chorro de daño. En el caso de los niveles desde las alturas, los aviones pueden ahorrar pequeñas bombas en favor de potentes explosiones.

Una de las reglas por las que se mueve Cuphead gira en torno a los artefactos morados. Si vemos algo de color púrpura, iremos a por él con un doble salto. Será la forma de esquivar ataques que, a priori, parecen imposibles.

Evitan posibles estancamientos. ¿Cómo demonios podré evitar perder una vida aquí? La respuesta, probablemente, esté en ese punto morado. El doble salto también lo efectuaremos para salvar al compañero, quien volverá a aparecer con una vida.

Cuphead

No sabremos cuánta vida le queda al rival, pero lo intuiremos. Al fracasar, se mostrará una barra de progreso. Es rabia pura, al comprobar como el hocico estaba ya dentro de la línea de meta, pero también un aliciente para un nuevo intento.

El éxito se traduce en un balance de las jugadas. El resultado final será una nota conjunta, potenciándose la rejugabilidad. Los más exigentes querrán volver a completarlo con una calificación mejor, mientras que quienes hayan sufrido de lo lindo se conformarán con ella. Querrán avanzar, pase lo que pase.

 

UN VIAJE AL PASADO A TRAVÉS DE SU ESTÉTICA

La enorme repercusión de Cuphead ha llegado por su adictiva rejugabilidad, pero no es justo que tenga todo el mérito. En su ya lejana presentación, hubo algo que entró por los ojos. Que llamó la atención de los jugadores para esperar impacientes al lanzamiento.

Fue su estética, con un claro homenaje a los dibujos animados de la década de 1930. Sus creadores no sólo se han inspirado en ellos, sino que han utilizado las mismas técnicas para representar, de la manera más fiel posible, ese viaje al pasado.

Jugar a Cuphead es enamorarse por completo. Es volver a soñar con Árboles y flores. Reír con La liebre y la tortuga y con Los tres cerditos. Soñar con El viejo molino. Quienes disfrutasen de aquella cinta que recopilaba estos cortos, tendrá las expectativas demasiado altas, pero no se defraudarán.

Cuphead Street Fighter

El colorido y los diálogos nos devolverán las tardes de la infancia, donde todo era posible. Esta vez, seremos nosotros quienes se enfrenten a la flora. A payasos y a robots. A genios. Formaremos parte de obras teatrales, con su historia detrás. De viajes en tren. Los nostálgicos tampoco se perderán esos guiños a Street Fighter.

Las referencias son constantes, de ahí que cada encuentro sea un mar de sorpresas. Se acompañarán de una cuidada banda sonora, al ritmo de jazz. Sin ir más lejos, la canción con la que se da la bienvenida a su dado antagonista será capaz de quedarse en la memoria para siempre.

 

CUPHEAD: CONCLUSIONES

Cuphead es uno de esos juegos que atrapan en cuestión de minutos. Que llevan a querer superarse más en cada intento. Que enganchan durante horas, con sus momentos de tensión, rabia y alegría. Un «A knockout!» se traduce en la mayor felicidad del día.

No es para menos. Detrás de una victoria hay un gran esfuerzo por parte del jugador. Habrá puesto a prueba sus reflejos y la rapidez mental, en un equilibrio constante entre ataques y defensas. Ver recompensado el esfuerzo es algo que gusta. Y mucho.

Llega con la posibilidad de pasar a un nuevo mundo o con las monedas, necesarias para personalizar al personaje a nuestro antojo. Dentro de un mismo universo, nos moveremos con total libertad. Así, si invertimos más tiempo de la cuenta en uno de sus niveles, siempre podemos despejarnos en otro. O, mejor dicho, estresarnos aún más.

juegos PS4 2020

Lo que no podremos hacer es pasar por el dado (barrera) situado entre mundos si no hemos demostrado nuestra valentía. Es decir, tendremos que vencer a todos los jefes, con la banderita en cada nivel, para poder avanzar.

El movimiento no es rápido, pero permite disfrutar al máximo del paisaje. Destacan las conversaciones con los habitantes. No todos son simpatía pura, pero nos sumergen aún más en un mundo de ensueño.

Su jugabilidad y su estética son el resultado de una fórmula bien ideada. Se basa en controles intuitivos, en retos aparentemente imposibles y en unos originales gráficos. No sólo se basan en los clásicos. Reproducen desde cero su esencia, sin olvidarse de los constantes guiños.

El factor sorpresa es parte del éxito de Cuphead. Descubrir el siguiente encuentro, con sus problemas, es emoción máxima. Sabremos que un nivel fácil siempre equivaldrá al difícil de cualquier otro juego. A partir de ahí, el jugador decide, influyendo en la duración de la aventura. Lo que está claro es que tendrá para unos cuantos días.

La experiencia en solitario resulta magnífica, pero entre dos será inolvidable. No faltarán los silencios, fruto de la mayor concentración, pero tampoco las carcajadas. ¿Qué hacías disparándome a mí? ¿No te parecen absurdos esos ataques agachados? Los nervios y la tensión de Cuphead sacan lo mejor (y lo peor) de los jugadores.

En ocasiones, la tarde se traducirá en un me salvas, te salvo, me salvas, te salvo. Y así hasta el final de los tiempos. Si algo se aprende tras un par de encuentros es que las prisas no son buenas.

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Más vale aguantar con suficientes vidas que perderlas todas en segundos, aunque el daño hacia la criatura haya sido mayor. Aprovechar el parpadeo tras cada vida perdida, como ocurría en los juegos tradicionales, es una ayuda para superarse.

La libertad en la personalización es otro de sus puntos a favor, sin olvidarnos de los rápidos reinicios, más que necesarios cuando las muertes son constantes. Los paseos por la tienda gustarán tanto como esa magistral combinación entre retos a pie y en avión, reduciendo el tamaño para colarnos en los pocos espacios que quedan sin obstáculos.

Agradeceremos esa puntuación tras cada encuentro, para superarnos si nos quedan fuerzas. Hay quien dice que existen secretos dentro del juego. ¿Una mayor dificultad? ¿Gráficos en blanco y negro? Serán los más aventajados quienes descubran, en su propia piel, la veracidad de estas leyendas.

Jugar a Cuphead es como estar viendo cortos. Es revivir los momentos mágicos de muchas infancias, pero con un control absoluto. Cada nivel tiene un enorme trabajo detrás, tanto por lo procedural como por su trasfondo (los secundarios también contarán sus propias historias) y su banda sonora.

Eso es algo que la comunidad percibe y que ha llevado a esta unión de géneros al éxito. Cada personaje ya es un icono. Sus dos hermanos protagonistas son tan queridos como el antagonista con cabeza de dado. Como todos sus jefes.

Es habitual que, tras terminar la aventura, busquemos todo el ‘merchandising’ que existe. Nos sorprenderemos con sus peluches, sus figuras e incluso con la recreación de su casino. Es la muestra de todo lo que da de sí este universo, que también contará con su propia serie en Netflix. No es algo de lo que todos los juegos puedan presumir.

También tiene DLC en camino: The Delicious Last Course. Incluirá nuevos niveles, habilidades y la incorporación de Ms. Chalice como personaje jugable, entre otro contenido, pero ésa ya es otra historia… Por lo pronto, Cuphead es un juego que hay que disfrutar, al menos, una vez en la vida.

 

Studio MDHR

Análisis realizado en la versión de PlayStation 4.