Me llevo un par, gracias. El menú no incluye fruta, pero no puedo resistirme a tanto colorido. ¡Menudo color tiene esa sandía! Mis pensamientos se dejan llevar por todos mis sentidos. Por ese delicado aroma a piña, uva y manzana, que me hace retroceder veinte años en el tiempo.
Siguiendo con los dulces, me detengo frente a ese puesto que parece sacado de un mundo de fantasía. Bastones de caramelo. Chocolate. Me piden a gritos un homenaje que tanto me merezco. Necesitaba azúcar para la tarta de queso, así que excusa hay. Ya lo tengo en la cesta, pero claro, también un buen puñado de caprichos. ¡No puede ser! ¿Has visto qué hora es? ¿Por qué no me has dicho nada? Reseñamos Mercado Central.
CAMINO DE VERKAMI
Mercado Central es un juego de cartas de 2 a 8 jugadores, con competiciones de 15 a 20 minutos, recomendado desde los 8 años. Lleva el sello de ZierzoLab, editorial encargada del desarrollo y del diseño.
Será esta misma semana cuando aterrice en Verkami para intentar convertirse en una realidad. Concretamente, el 26 de agosto. Como su propio título indica, nos traslada hasta el mercado de la ciudad, donde compraremos los ingredientes con los que elaborar recetas.
Tendremos que visitar los puestos necesarios antes que los otros compradores, puesto que los objetivos son comunes. La interacción no se limita a ellos, ya que las trampas son una constante realidad. Así, cocinar un pulpo a feira o un cocido madrileño puede resultar una auténtica odisea.
MERCADO CENTRAL: UNA PARTIDA
Antes de empezar, separamos las cartas en tres mazos, atendiendo a los reversos. Una pila estará compuesta por puestos y acciones, mientras que los platos principales y los postres conformarán las demás. Repartimos seis cartas de la primera por jugador, para la mano.
A continuación, levantamos cuatro de plato principal y dos de postre, dejándolas a la vista de todos. Comienza la partida. El turno de cada participante consiste en jugar o descartar cartas de la mano, hasta quedarse con tres. Una vez completado, le toca al de la derecha, y así hasta que todos hayan jugado.
Al completarse la ronda, las cartas de la mano pasan al jugador de la derecha. Todos roban hasta tener seis, iniciando una nueva ronda. Existen diferentes tipos de cartas.
Acción
Pueden utilizarse como beneficio propio o para fastidiar a los oponentes, descartándolas tras su uso. Entre las ventajas, encontramos intercambios, robos, sustituciones de recetas de la mesa y la posibilidad de utilizar todas las cartas de la mano. Como cartas de sabotaje, aparecen limitaciones de turnos o incluso pérdidas completas.
Puesto de mercado
Se juegan en la zona propia. Los necesitaremos para completar las recetas visibles del centro de la mesa. No hay límite a la cantidad de puestos que pueden tenerse.
Cuando tengamos todos los puestos necesarios para completar una receta, nos la llevamos. Debemos tener en cuenta que otorgan puntos variables, en función de su dificultad para reunir cartas de puesto. Se repone el espacio dejado con una receta del mismo tipo, mientras que los puestos utilizados se descartan.
Bonos gourmet
Pueden jugarse en el momento de completar una receta, otorgando un punto extra. Cada receta sólo podrá tener un bono, y de su tipo correspondiente: plato principal o postre.
Cliente habitual
Estas cartas también se bajan al espacio propio. Conceden dos puntos extra al jugador que más cartas tenga de este tipo. Cuando alguien le supere, será esa persona quien se beneficie de ellos. Con un empate, nadie puntúa.
Fin de la partida
El vencedor será el primero en reunir 12 puntos, procedentes de las recetas (con sus posibles bonos), sin olvidar la puntuación otorgada por los clientes habituales. En los duelos, la victoria será para el que acumule 15 puntos.
MERCADO CENTRAL: CONCLUSIONES
Mi abuelo siempre me lo advierte: «nunca visites el mercado sin una lista de la compra». ¿Crees que no te he hecho caso? Cuando confirmé invitados, organicé el menú. Anoté los ingredientes que iba a necesitar y aquí estaba, dispuesta a comprar y a irme a casa a cocinar.
El madrugón ha merecido la pena. Esto se pone precioso a primera hora de la mañana, con los tenderos organizando al detalle cada uno de sus puestos. Las palabras del sabio de mi familia no han tardado en llegar a mi mente. «No te dejes seducir. Avanza hacia tu objetivo».
¡Qué gran verdad! La pena es que el puesto de fruta y el de dulces han sido mi debilidad. ¡Y si sólo hubiesen sido ésos! Consciente de que el tiempo se me echa encima, voy al grano. Atún, necesito atún. Lo de esta pescadería no es normal. No por ese olor a mar, que también, sino por la pescadera. Su sonrisa me ha cautivado y claro, la charla se ha alargado más de la cuenta. Es lo que tiene el amor a primera vista…
Con el corazón latiendo a un ritmo desenfrenado, me dirijo al puesto de lácteos. Margarina, leche y huevos, por favor. ¡Y queso! Casi me olvido del manjar divino de los dioses. La simpatía del dependiente tampoco es normal. ¿Puede alguien enamorarse varias veces en una misma mañana? Parece que en este mercado sí.
La visita a la carnicería ha sido rápida. Lo siento, Manolo, tu collar de chorizos no me ha cautivado. Me llevo un poco de jamón, el suficiente para las croquetas. Gracias. No, no insistas. No seré yo la que cocine una fabada asturiana. ¡Demasiado respeto!
Miro el reloj. 12.08. Me queda la mitad de la lista, volver a casa y cocinar. Mis invitados llegan en menos de una hora. La empanada de atún, las croquetas de jamón y la tarta de queso no se cocinan solas. Ya es demasiado tarde para presentar algo decente.
No me culpes abuelo, si me has dado ese consejo es porque alguna vez también te ha pasado lo mismo a ti. Deberías entenderme mejor que nadie. ¿Solución? Pizza a domicilio. Al menos, podré pasar a despedirme de la pescadera, el nuevo amor de mi vida, con permiso del de los lácteos.
Mercado Central se presenta como un juego de mesa familiar que recurre a mecánicas tan populares como el ‘draft’ y el ‘set collection’. El resultado no podía salir mal: una carrera a contrarreloj, marcada por la interacción entre jugadores. Todos intentamos completar unos mismos objetivos, por lo que el estrés hace acto de presencia.
Quienes ya hayan disfrutado de algún título así, sabrán que no hay nada que siente peor que ver como alguien se lleva, delante de nuestras narices, ese objetivo por el que llevamos luchando tantos turnos. Justo en el momento más inoportuno. Mercado Central es precisamente eso. Son sorpresas, planes que deben improvisarse sobre la marcha y muchas ganas de venganza.
Los objetivos toman la forma de recetas. De suculentas recetas. Entre los platos principales, tendremos merluza en salsa verde, menestra, salmorejo, mariscada, paella, guisantes con jamón y unas auténticas lentejas con chorizo. Los postres no se quedan atrás. Babearemos con las rosquillas, las fresas con nata, el sorbete de limón y el brownie. Con el arroz con leche.
Si analizamos cada una de esas cartas veremos como incluyen una iconografía en la parte inferior, equivalente a los ingredientes que reuniremos. Es decir, a los puestos del mercado que deberemos tener en nuestra zona para reclamar la carta. También, los puntos de victoria que reporta.
No es lo mismo preparar unas migas que un melón con jamón. Conforme el número de ingredientes baja, los puntos también lo hacen. Es la forma de equilibrar el sistema y de que cada jugador valore lo que le conviene a cada momento. Si le quedan un par de puntos para alcanzar la victoria, será mejor optar por un plato sencillo. Sin embargo, no siempre estará todo tan claro.
Las cartas de las que dispongamos determinarán buena parte de los planes, por lo que será tan válido completar pocas recetas valiosas como muchas que recompensen con pocos puntos. Es una muestra de la rejugabilidad que aporta, obligando a cambiar de planes no sólo entre partidas, sino entre rondas. La forma de jugar de los demás también es determinante.
En estos múltiples caminos hacia la victoria, sí que hay una regla de oro: aprovechar al máximo el tiempo. Los finales de partida llegan antes de lo que esperamos, de ahí que cada turno cuente. Lo aprovecharemos para bajar puestos a nuestra zona, esenciales para completar recetas, pero no es lo único.
Casi siempre querremos hacer demasiadas cosas en Mercado Central, pero no será posible. Salvo excepciones, tendremos que terminar el turno con tres cartas en la mano. Es algo que limita las posibilidades y que invita a priorizar. Las ventajas nos permitirán ampliar esas opciones, acelerando la compra. Los sabotajes nunca están de más para retrasar a los oponentes.
Sólo por la cara que pondrá alguien tras un robo o una pérdida de turno, ya merecen la pena. Si elegimos el momento justo, la jugada resultará perfecta. Aquí, los habituales a la estrategia juegan con ventaja. Serán quienes analicen las zonas de los oponentes, para descubrir qué camino están tomando. Los que se anticipen a sus jugadas.
Si pensamos completar recetas (no hay límite por turno), es importante guardarnos una jugada para los bonos gourmet. Al bajarlos en el momento en que nos llevamos una receta, estaremos sumando un punto. En buena parte de los encuentros, la diferencia entre el éxito y el fracaso reside en un par de puntos, por lo que nunca debemos descuidar esta parte.
Hay más. Los clientes habituales son la esencia pura de un ‘set collection’, junto a esa colección de puestos. Bebe de las mayorías, ya que quien más cartas tenga de ese tipo tendrá dos puntos. No son para siempre, volando de un jugador a otro. Son la forma de no dar nada por sentado y de no dormirnos en los laureles. ¿Hay algo que siente peor que perder por este mínimo detalle? La respuesta es clara: no.
Ahora bien, ¿qué hay del ‘draft’? Las decisiones son constantes. En cada turno, elegiremos unos puestos u otros por bajar. Lo haremos atendiendo a lo que le queda a los demás para completar una determinada receta. No vaya a ser que reunamos todo para ver como desaparece. Lo bueno es que no tardaremos en encontrar una nueva (o más), que se adapten a esos puestos.
Tener uno de cada, por si las moscas, no es suficiente. Desafiando a la propia lógica, una macedonia exige de cinco frutas. Debería bastar una única visita a la frutería, pero no es así: necesitaremos cinco puestos de fruta. De lo contrario, los seis puntos con los que premia carecerían de fundamento. Ocurre lo mismo con el resto de platos. Quizás, sea fruto del despiste que llevamos al pensar en la pescadera…
No es mal plan bajar aquéllos que no estén en mesa, sólo por el hecho de no perderlos (a menos que seamos víctimas de un ataque). Las recetas cambian constantemente, por lo que aprovisionarse bien puede ahorrarnos tiempo en el futuro.
Como hemos visto, la libertad de elección también se basa en jugar bien el resto de cartas. Y sí, ya llegamos al ‘draft’. Se relaciona directamente con los descartes. Teniendo en cuenta que al final de la ronda las cartas de la mano pasan al de la derecha, es preciso medir muy bien qué le enviaremos.
La observación y la atención se ponen en marcha. Intentaremos no darle el puesto que tanto necesita o esa carta de sabotaje que puede utilizar en nuestra contra (a menos que tengamos claro que no seremos la víctima, ya que estamos ante uno de esos juegos en los que es común atacar al que más ha avanzado).
Nada de pasarle un cliente habitual, si estamos compitiendo por esas mayorías, ni esa ventaja que le conceda un valioso tiempo. Entonces, ¿qué le pasamos? En ocasiones, la solución residirá en los descartes. Estaremos renunciando a jugar cartas, pero a cambio, las mejores no llegarán a manos ajenas. Es decir, si yo no puedo tener algo, mejor que no lo tenga nadie.
Por ello, lo que a priori parece una pérdida de tiempo, acaba siendo la clave de muchas jugadas. Ahorrará disgustos, siempre que sepamos encontrar el momento exacto.
Mercado Central funciona con grandes grupos, gracias a sus turnos rápidos. Ayuda la simbología clara, directamente relacionada con los colores. No perderemos tiempo en debatir qué es una legumbre y qué es una hortaliza. ¿El fondo es verde? Verdura y hortaliza. ¿Marrón? Legumbre. Bastará, por tanto, con fijarse en la caja de texto de cada puesto, para que los despistes no quiten terreno a lo que realmente importa: la estrategia.
En partidas a dos, los ataques siempre tendrán un mismo destino. Esto da lugar a algunas frustraciones, sobre todo si nos dejan sin turno una y otra vez. Puede solucionarse, en parte, cambiando de jugador inicial en cada ronda. De lo contrario, el primero tendrá una ventaja más que considerable, dejando sin demasiadas opciones al oponente si tiene una mano repleta de sabotajes.
Con todo ello, estamos ante un reto sencillo, que puede servir como iniciación a los juegos de mesa y como nexo de unión entre principiantes y veteranos. Gustará a quienes buscan acción directa, fastidiando a los oponentes. A los amantes de la colección. A los que adoran la temática gastronómica, no demasiado habitual en el sector.
Queda cerca de enmarcarse como uno de esos juegos de restaurantes, con tantos adeptos. Visitamos el mercado y cocinamos recetas. A la espera de saber cómo será su viaje a Verkami, el paseo por los puestos del mercado resulta una auténtica delicia.
La mesa se llena de color con los puestos, hasta tal punto que no será difícil percibir el olor de los alimentos (además de un hambre voraz). Siguiendo un estilo minimalista, resultan altamente inmersivos, aunque los tenderos carezcan de rostros. Nuestra mente ya se encarga de rellenarlos, pensando en aquellas caras que marcarían muchas infancias, en las visitas al mercado.
En lo que a recetas respecta, no sólo es digna de mención la acertada iconografía. Si en Mañópolis, el anterior juego de la editorial, el jugador viajaba hasta Zaragoza, ahora se desplazará a distintos puntos de la geografía española. Lo hará sin moverse de la silla, mediante los platos típicos de cada territorio. Despiertan la curiosidad y, con ella, las ganas de disfrutar de una explosión de sabores. Y no precisamente por las torrijas…
COMPONENTES DE MERCADO CENTRAL
- 76 Cartas de Puesto
- 52 Cartas de Acción
- 32 Cartas de Receta
- Instrucciones (castellano)
Las fotografías utilizadas para esta reseña están tomadas a partir de su prototipo, por lo que no corresponden a un diseño final.