Esta semana, hay un tema claro en el sector de los juegos de mesa. O, mejor dicho, una polémica. Ace of Spades divide a la comunidad, y no precisamente por sus mecánicas. El motivo de la discordia es una ilustración. Dos imágenes puestas en perspectiva. El lenguaje asociado a una carta.

Existen dos frente abiertos. Uno se sitúa en BoardGameGeek (BGG), la base de datos por excelencia en los juegos de mesa. Otro, en las redes sociales. Especialmente en las de Devir, responsable de la publicación del juego. Las acusaciones de racismo en BGG se saldaron en una bajada importante en la valoración de Ace of Spades. Y ya se sabe lo importantes que son las notas en esta plataforma. Suficientes como para influir a miles de jugadores a la hora de comprar o no un juego.

No tardó en aparecer el comunicado de la editorial. Las disculpas. Extenso. Sin excusas. Devir aceptaba el error en uno de los títulos en los que más estaba apostando este año. En uno de los grandes mimados. El debate estaba lejos de terminar. Las redes siguen llenándose de comentarios al respecto. Todos quieren expresar su postura. Aquí surgiría la segunda ramificación: ¿por qué eliminar una parte de la historia? Existen dos posturas claras. Aunque la decisión ya está tomada, todavía queda por opinar.

 

Un poco de contexto de Ace of Spades

En agosto también pasan cosas. O, tal vez, la ausencia de novedades haga que todo estalle. La cosa es que Benjamín Amorín, director internacional de comunicación en Devir, se mostraba pletórico por la publicación de Ace of Spades, su primer juego de mesa. ¡Y encima con Devir! Las ilustraciones corresponden al conocido historietista David Rubín.

La editorial estaba dándolo todo para que el lanzamiento fuese perfecto. De hecho, hace tan solo unos días, el autor mostraba en sus redes sociales su entusiasmo con la recepción del juego. Un sello de excelencia por parte de The Dice Tower. Un sold out en la Gen Con 2025, convención aprovechada para el lanzamiento. A España llegaría en septiembre… ¿Qué podía salir mal?

Este caso nos recuerda que todo puede tambalearse en minutos al vivir en un mundo interconectado. Un hilo en BGG es el inicio de todo. El usuario Jeremy Howard empezaría el debate al hacer alusión a una de las cartas incluidas en el juego. «Literalmente, muestra a un hombre negro encadenado babeando», señaló.

Adjuntaba una imagen a su razonamiento, correspondiente a dos cartas. En una vemos a un esclavista blanco. En la otra, al esclavo negro. Efectivamente, está babeando. Está encadenado. El contraste impacta. El hilo creció con muchas respuestas. Muchas, muchas respuestas. Un gran número de usuarios mostraba su disconformidad, indicando que algo así era inaceptable. Racista.

La comunidad estaba enfadada. No iban a comprar más juegos de Devir nunca más. Se habían sentido ofendidos. Ridiculizados. Se estaba haciendo sátira de algo verdaderamente grave. ¿De verdad hacía falta recurrir a algo así en un juego del Lejano Oeste? ¿No había otra forma menos hiriente? Para colmo, el lenguaje asociado a la carta del esclavo tampoco ayudaba. Más terminología racista.

Un hilo en BGG puede arruinar años de trabajo, sobre todo si quienes comentan y leen utilizan su herramienta más poderosa: el voto. Así, Ace of Spades pasó de tener una buenísima nota en BGG a rozar el 6. Se consiguió con muchas personas calificándolo con un 1, la nota más baja. Al hacer media, el resultado fue el que fue: una caída estrepitosa. Unos cuantos cambiarían su nota después, pero no adelantemos acontecimientos.

La respuesta de Devir

Devir actuó rápido. Escuchó a la comunidad, que pedía un reemplazo de las cartas gratuito. La editorial compartió un comunicado en sus redes sociales. Empezaba con un «nunca atribuyas a la malicia lo que puede explicarse por la estupidez». Un principio contundente. Con él, explica que no había intención de causar mal alguno y asume toda su culpa. Se disculpa y quiere subsanar el error.

«Hemos cometido un error grave que reconocemos y lamentamos profundamente», continúa el comunicado. Reconocía que ambas ilustraciones estaban inspiradas en la película Django Unchained en un homenaje al cine del Oeste. «Mostrar imágenes vinculadas a la violencia y al trauma de la esclavitud, aunque sea como referencia cultural, no es apropiado en el contexto de un juego de mesa».

Son conscientes de que se trivializa una realidad histórica dolorosa y de que jamás deberían haberse incluido. No eran unas simples disculpas, sino un perdón con acción intrínseca. Las medidas adoptadas son la interrupción en la venta del juego, retirando las copias vendidas a las tiendas. El diseño de dos cartas de reemplazo en sustitución a las eliminadas. Serán enviadas a todo aquél que las solicite, sin coste alguno. Por supuesto, las cartas originales no formarán parte de ninguna futura reimpresión.

Se van a revisar todas las demás ilustraciones, en busca de elementos contrarios a la inclusividad, a la par que se retira de las redes todo el material relacionado con el juego hasta que éste haya sido corregido. Para un futuro, prometen contar con expertos en historia, diversidad y representación cultural. Habrá una revisión exhaustiva en próximos proyectos para que algo así no vuelva a ocurrir.

Más disculpas, e incluso agradecimiento a la comunidad por ofrecerles la posibilidad de mejorar. Fin del comunicado. Muy bien. ¿Se acabó el debate? Ni de cerca. Está claro que estas medidas van a costar dinero a Devir. Van a transformar una parte de los beneficios en pérdidas. Se pierde un valioso tiempo. Se rompen las potentes estrategias en comunicación y distribución.

Oye, que el debate de Ace of Spades sigue

Los comentarios en relación al comunicado, en todas las redes sociales, no se han hecho esperar. Empleando la técnica anterior de «no voy a comprar el juego», son varios los que indican que no van a adquirirlo con censura. Sí, se está hablando ahora de censura. A Devir es probable que le explotase la cabeza. ¿Y ahora qué pasa? ¿Hay que hacer una edición para cada público? Qué complicado resulta todo esto…

Los historiadores también han querido entrar en el debate, afirmando que si no se conocen los errores del pasado, la humanidad está condenada a repetirlos. Gran argumento. No hay que hacer como que nada ha pasado. Si las nuevas generaciones no saben que había esclavitud en un pasado, hay posibilidades de que vuelva a suceder. Lo mismo se aplica a las dictaduras. Si omitimos información, por dura que sea, existe un serio peligro.

Tenemos para horas y horas de lectura de opiniones. Un «yo sólo he venido aquí a leer los comentarios». Es difícil no contagiarse del anterior. El efecto redes sociales. Leo un par de comentarios y el mío irá en esa misma línea. Por supuesto, la decisión de Devir, además de ser calificada como nefasta también ha sido aplaudida.

Han pasado unas horas del comunicado y parece que todavía queda mucho por decir. No ya oficialmente, sino por parte de futuros jugadores. O aparentemente futuros jugadores, porque es probable que entre amenazas de «así ya no lo compro», algunos nunca tuvieran intención de hacerlo. Los hilos ya están en todas partes.

Cerramos la publicación. La de BGG. Las redes sociales. Dejamos el móvil a un lado. Reflexionamos. Ofendiditos. Paternalismo. Generación de cristal. Muchos términos resuenan una y otra vez, sin nada que envidiar a cualquier guerra política en redes. Pues yo opino esto. Pues yo opino lo otro. Todo bien, hasta el momento en el que empezamos a cargarnos al de al lado.

Al día siguiente…

Hora de irse a dormir. Desconexión. Amanecer. Han ocurrido cosas. En primer lugar, algunos de los usuarios de BGG han cambiado sus notas al ver la rápida reacción de la editorial. Gracias por escucharnos. Así se hace. Por otro lado, resurge la ironía.

Están las personas que quieren esa edición con las cartas polémicas. «¿Por cuánto se venderá en Wallapop?» Quienes siguen calificando la decisión de Devir como censura y las quejas como una chorrada. Los que opinan que es más racista ver racismo en algo así que en no verlo. «Me parece muy mal que hayáis cedido a presiones y chantajes». «Oye, que a mí me ofenden los sacerdotes zombis».

«¡Pero sí es sólo un juego!» «¿Qué hacemos con la gran cantidad de juegos de guerras? ¿Con aquellas propuestas en las que la esclavitud es el eje central?» Mombasa aparece en el debate. Five Tribes también.

Por muchas más opiniones que se viertan, es poco probable que se cambie el rumbo. La decisión ya está tomada por parte de Devir y sólo queda esperar a que el tiempo haga su trabajo.

Haber seguido de cerca este debate nos sirve para intentar sentir empatía hacia todas las posturas. Entender el porqué hay personas que se sienten dolidas con ilustraciones así. Tal vez, haya lazos familiares detrás. Acoso. Ese «he preguntado a dos personas negras y a ninguna le ofende esto» que tanto se ha leído no sirve. Cada persona es un mundo.

Es lógica la postura de no omitir partes de la historia. Perfectamente lógica. Si la esclavitud existió, conviene no olvidarlo. Eso sí, deberíamos plantearnos cómo conviene que se muestre. En qué niveles de crueldad. En qué contextos. Los juegos de mesa son una expresión cultural. El tema está en cómo representarla. A ser posible, alejada de la sátira.

Que haya juegos de todas las temáticas no justifica nada. Como existen unos cuantos juegos de esclavos, pues que siga habiendo más. Es 2025 y todo evoluciona. Basta con revisar una serie de la década pasada para encontrar elementos que chirríen. ¿Cómo no va a ocurrir lo mismo en este sector? Claro que habrá juegos que descoloquen siempre, pero no es excusa para seguir por el mismo camino.

Como siempre se han utilizado a los animales para la diversión humana, sigamos haciéndolo. Como las mujeres siempre se han dedicado al hogar, que siga. No. Esto no va así. El pasado nunca justifica el presente. No hay problema alguno en introducir la esclavitud en un juego que lo precise por temática. El problema está en la manera en la que la mostremos.

Destacan los mensajes de apoyo público al autor, dejando claro que no es una persona racista. Las muestras de cariño siguen estando por parte de compañeros de profesión y de jugadores. La admiración. El recuerdo de las buenas obras que el ilustrador ha hecho para intentar cambiar el mundo.

Lo lógico es que todo se vaya relajando conforme pasen los días. Las semanas. Eso sí, va a ser complicado que cuando alguien proponga una partida a Ace of Spades, no vaya acompañado de un «ah sí, el juego del racismo». Poco o nada ha tenido que envidiar ya a la nueva película de Blancanieves.

Si el debate vuelve a surgir, que sea cara a cara. Entre amigos. En unas jornadas. Pero no tras un perfil que no siempre nos identifica y que nos sirve como escudo.

Las redes tienen muchas cosas buenas, pero la toxicidad siempre aparece. Nos llevamos al terreno personal muchas discusiones que acaban perjudicando el día a día real. Ése en el que el sol sigue ahí arriba.