No importa si hablamos de la asignatura que ha suspendido el hijo de «La Mari» o de qué película vieron los dos tortolitos de turno anoche. Baldomero querrá enterarse de ello. ¿Y qué dices que tenía apuntado Pepe en su lista de la compra? ¿Papel higiénico otra vez?
Ser un portero cotilla en una comunidad de marujones es uno de los destinos más difíciles en esta vida. Los vecinos acostumbran a contar sus penas en el descansillo y el pobre Baldomero, tan servicial como siempre, sólo quiere saciar su curiosidad. Para su desgracia, si alguien le pilla cotilleando, podría perder el trabajo. Así es El Portero Baldomero, un nuevo y original juego de mesa.
EL HUMOR, EL ENGAÑO Y LAS IDENTIDADES OCULTAS
El Portero Baldomero (Gooseberry) es un juego de mesa de 3 a 8 participantes, con competiciones de 15 a 20 minutos de duración. Recomendado para mayores de 10 años, es una creación de Rikki Tahta (Coup).
Con ilustraciones de Pablo Tomás, su edición en castellano ya está llegando a las tiendas, a un precio de 12,50 euros. Una vez más, Zacatrus! vuelve a apostar por los juegos de identidades ocultas, con la deducción como principal herramienta.
Esta novedad traslada a sus jugadores a una comunidad de vecinos. Todos ellos acostumbran a hablar de los últimos cotilleos en el descansillo y el portero Baldomero, más curioso de lo normal, quiere enterarse de todo. Si no quiere acabar en la calle, deberá hacerlo de la forma más discreta posible.
Con el humor como principal aliado, el portero intentará infiltrarse mientras recibe información. El arte de la improvisación y el engaño resultarán fundamentales para mantener su puesto de trabajo. Mientras tanto, los vecinos tratarán de pillarle donde no debe, haciendo uso de todos sus sentidos.
EL PORTERO BALDOMERO: UNA PARTIDA
Se escoge una tarjeta de buzón y se sitúa en el centro de la mesa. Se barajan tantas cartas de timbre como jugadores haya (incluyendo la de Baldomero) y se reparte una a cada participante.
Se lanzan los dados y todos consultan su carta. Los vecinos localizarán, en la tarjeta de buzón, la palabra resultante a la tirada de dados. Imaginemos que se muestra un 4 en el dado verde y un 2 en el dado rojo. Las tablas de las cartas de vecino indican que ambos resultados equivalen al B4.
En la tarjeta de buzón, relacionada con prendas de ropa, ese B4 son unos zapatos. Así, mientras que todos localizan el chisme, Baldomero disimulará para que crean que él también lo está haciendo. En su carta no hay tabla, por lo que no sabrá cuál es la palabra en juego.
Durante su turno, cada participante dirá una palabra relacionada con esos «zapatos». No puede ser demasiado obvia, para que Baldomero no se entere, pero tampoco muy ambigua (los demás pensarían que el portero es quien no es). Dado que el portero no sabrá cuál es el chisme, deberá decir una palabra genérica o arriesgar.
A continuación, se abre un turno de debate y de preguntas sobre las palabras pronunciadas. La ronda finaliza señalando al que se cree que es Baldomero. Quien más votos tenga (o varios en caso de empate), levanta su tarjeta de timbre.
Si no es Baldomero, el portero habrá ganado, ya que no habrá sido localizado. Si fuese Baldomero, tendrá aún una oportunidad para ganar. Deberá identificar la palabra en juego, en un solo intento. Si la acierta, habrá ganado. En caso contrario, pierde.
Esta misma mecánica se repite tantas veces como se desee. Se puede variar la tarjeta de buzón o, simplemente, repartir las identidades. El vencedor será quien haya obtenido más victorias.
EL PORTERO BALDOMERO: CONCLUSIONES
Sé que mis vecinos disfrutan comentando los últimos chismorreos sobre el amor. He escuchado al de mi izquierda decir «rutina» y al siguiente «pareja». No ayudan demasiado esos términos para saber de qué hablan, pero al menos, podrían mantener mi identidad a salvo. ¡Porque el de «pareja» resulta muy sospechoso!
Llega mi turno y opto por el término «bueno». Al fin y al cabo, sólo hay dos palabras que representan algo malo en la tarjeta de buzón y no parecen encajar mucho con las pronunciadas por los demás. Es la hora del debate, por lo que aprovecho para ejercer presión sobre el jugador «pareja». Así, ya de paso, podría ganar información por si me veo en apuros.
Para mi desgracia, no tardan en lloverme las preguntas. «¿Cómo va a ser algo bueno?», «¿Acaso es bueno para ti?». «Obviamente, sino no lo habría dicho». Creo haber convencido a la mayoría, ya que sólo obtengo un voto en mi contra. El «parejita» es el más acusado, por lo que levanta su carta.
¡No he sido descubierta y gano la ronda! Por cierto, el chisme era «convivencia» y sigo defendiendo que era «bueno». ¿Dónde queda el romanticismo?
El Portero Baldomero es un juego muy sencillo con dos claras ventajas: ofrece la máxima diversión en las reuniones de amigos, incluso aunque no hayan tocado jamás un juego de mesa, y permite disfrutar de las identidades ocultas entre pocos jugadores.
Si se juega bien, quedaremos prendados de sus originales reglas y querremos disputar una ronda tras otra. Al fin y al cabo, duran muy pocos minutos y todos quieren probar sus dotes de investigación/disimulo. ¿Pero cómo se juega bien?
Antes de explicar su mecánica de juego a los demás, conviene dejar claro que hay que cuidar el lenguaje corporal. Una risa de más, una mirada de complicidad o una metedura de pata pueden echarlo todo por tierra, teniendo que preparar una nueva ronda.
No es complicado disimular a la hora de mirar la carta de timbre para «encontrar» el término. Sin embargo, tener que decir una palabra relacionada con un término desconocido, sí que puede llegar a serlo. Sobre todo, si nos toca abrir la ronda. Puede salir muy bien o muy mal, pero la convicción y la forma de decir la palabra serán más importantes de lo que parece.
A la hora de acusar, no es mala idea optar por el que ya lleva un voto. El pobre vecino ha jugado bien, pero puede ser la única manera de librarnos de levantar la carta (sólo lo hará el jugador con más votos).
En caso de tener la identidad de un simple vecino, tenemos que estar atentos a cualquier mínima señal. Si todos lo hemos hecho bien, tendremos un par de sospechosos, por lo que la ronda de debates puede ser crucial para dar caza al traidor.
Esa tensión en el ambiente, los nervios y la lógica se convierten en los principales atractivos de El Portero Baldomero. Las risas acostumbran a acompañar las partidas, sobre todo si optamos por crear nuestras propias tarjetas de buzón.
El juego incluye un bloc con muchísimas tarjetas en blanco, para personalizar la competición. Lo mejor es que podemos guardarlas para jugarlas siempre.
No hay nada más divertido como completar las 16 casillas en blanco con los nombres de nuestros conocidos en común. El realismo estará más que presente que nunca y, ya de paso, podremos enterarnos de algún cotilleo oculto de la vida real.
Los personajes de una saga, las series de televisión o los días marcados en el calendario son otras de las posibilidades. Practicar un idioma tampoco está de más. El Portero Baldomero puede convertirse en un complemento para las aulas si rellenamos las tarjetas en inglés. No sólo aprenderemos ese vocabulario, sino que lo relacionaremos con otro.
Conviene aclarar que estamos ante un juego altamente rejugable, a pesar de lo que puede parecer a simple vista. Tras muchas partidas, ¿no es común que el portero sepa a qué término se refieren un 8-1 o un 6-7? A no ser que compitamos contra Sheldon Cooper, es improbable.
Se debe a que una coordenada no siempre aparecerá con el mismo resultado de los dados, lo que complica su memorización. Un B4 puede llegar con un 4-2 y con un 1-8, pero también con un 1-6 y con un 8-2.
Tras un buen número de partidas, puede sonarnos algún número, pero será difícil que ocurra eso mientras somos el portero. Como es lógico, recomendamos no esforzarse en memorizar resultados para futuros encuentros. Simplemente, poner toda la atención en la ronda.
Dado que en el manual de instrucciones se deja demasiada libertad a la hora de establecer un determinado número de rondas, recomendamos incluir marcadores (un puñado de lentejas siempre es válido). Así, Baldomero ganará uno al vencer, mientras que los demás se harán con ellos si éste pierde.
Es importante respetar el orden de turno, siendo el jugador inicial uno distinto en cada ronda. De lo contrario, unos podían tener mucha ventaja sobre otros. Por otro lado, si nos resulta demasiado sencillo, siempre podemos optar por eliminar la fase de debate o por girar la carta de buzón antes de revelar las cartas. Así, Baldomero tendrá más complicado dar con el término.
El Portero Baldomero puede considerarse uno de los títulos más originales de los últimos tiempos. No apto para quienes disfrutan únicamente con juegos estratégicos, encantará a los amantes de las identidades ocultas y a los lectores del lenguaje corporal.
Este atrapa-futuros-jugadores vuelve a ser un acierto por parte de Zacatrus! por esa combinación entre sencillez, rapidez, humor, deducción y despiste. El resultado es un juego altamente adictivo, cuyos participantes determinarán el ritmo y las sensaciones dejadas tras una partida.
En esta ocasión, recomendamos jugarlo con amigos, en lugar de conocidos, para disfrutar al máximo de esa complicidad e interacción que ofrece. No es para menos, ya que las relaciones personales con los términos propuestos están a la orden del día.
COMPONENTES DE JUEGO
- 12 Tarjetas de Buzón
- 7 Cartas de Timbre
- Carta de Baldomero
- 2 Dados de 8 Caras
- Libreta con Hojas de Buzón
- Instrucciones
2 thoughts on “El Portero Baldomero: cotilleos en la comunidad de vecinos”
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