El Oeste parece plagado de oro, plata, cobre, madera y piedra. Es la oportunidad perfecta para que los magnates saquen el máximo provecho a cada recurso, creando también asentamientos. Lástima que todos compartan el mismo sueño. Reseñamos Gold West Edición Limitada, con motivo del estreno de su edición en castellano.

 

LA CONSTRUCCIÓN DE UN IMPERIO MINERO

Gold West es un juego de tablero de 2 a 4 participantes, con competiciones de 45 a 60 minutos. Recomendado a partir de los 14 años, es una creación de J. Alex Kevern. Sus instrucciones corren a cargo de Adam P. McIver.

Publicado en su edición original por Tasty Minstrel Games, su versión en castellano llega de la mano de 2Tomatoes, bajo la etiqueta de ‘Edición Limitada’. Incluye el juego básico, así como las miniexpansiones Bandidos y Mercado.

Ya disponible, a un precio que ronda los 45 euros, traslada a sus jugadores al Oeste. Todos ellos buscan la construcción del mejor imperio minero, mediante una correcta gestión de recursos.

Utilizarán los metales para invertir, adquirir oficinas y realizar envíos, mientras que la madera y la piedra resultarán esenciales en la construcción de campamentos y asentamientos. Los saqueos, con sus consecuencias negativas, completan la propuesta.

 

GOLD WEST: UNA PARTIDA

Antes de empezar, se unen las cuatro piezas de tablero para colocar, en su interior, las losetas de terreno y de agua. Sobre las primeras, se añaden las fichas de mina, volteando las que rodean el agua. Se rellena el espacio ‘Boomtown’ con las fichas de oficina y de cuatro puntos.

Se sitúan, al lado, los recursos y ocho cartas de inversión, mientras que las fichas de bono y de envío ocupan sus posiciones. Cada participante recibe su tablero individual, con sus piezas de campamento y sus discos de influencia.

Colocan sus diligencias en sus correspondientes espacios del tablero central, a su minero en la casilla cero de puntuación y reciben los recursos correspondientes al orden de turno. Comienza la partida. Durante su turno, cada jugador llevará a cabo tres fases, en orden.

1. Activar el contador de suministro. 

El jugador escoge uno de los espacios de su tablero individual, subiendo sus recursos hacia las casillas superiores. Dejará un recurso en cada una de ellas. Los recursos restantes serán de los que disponga en ese turno, sin opción de guardar los que pudieran sobrar.

2. Utilizar metales. 

El cobre, la plata y el oro pueden utilizarse de tres formas distintas. Con una inversión, intercambia una carta por los metales marcados en ella. Se anota los puntos indicados y se beneficia de los posibles efectos que tuviera. Sólo puede realizarse una por turno. Si aún hubiera fichas de bono, toma la superior para recibirse sus puntos.

Al acudir al espacio de ‘Boomtown’, también limitado a una vez por turno, coloca uno de sus discos en un espacio libre. Deberá pagar su coste (dependiendo de la zona donde se encuentre la ficha) y, salvo la marcada con cuatro puntos, los beneficios llegarán al final de la partida, en forma de objetivos.

Por último, puede enviar cualquier metal. Avanzará su pieza de diligencia tantos espacios como correspondan a los materiales entregados, recibiendo los puntos correspondientes a las líneas atravesadas y a las fichas de bono de envío.

3. Construir o saquear. 

Es obligatorio colocar una pieza de campamento por turno, ya sea en forma de campamento, asentamiento o saqueo. Con la construcción de un campamento, se paga una madera o una piedra.

Se escoge una casilla del tablero con una ficha revelada para colocar la pieza en ella (y voltear las de alrededor). Se toma la ficha para tomar los recursos indicados, dejándolos en un espacio de suministro, para anotarse los puntos correspondientes.

La ficha se sitúa en el siguiente espacio libre de terreno del tablero individual, haciéndola coincidir en color. Así, el jugador habrá ganado un punto de influencia en ese terreno. 

Un asentamiento tiene un coste de una madera y una piedra. Se siguen los mismos pasos, aunque la pieza de campamento se sitúa sobre un disco. La otra diferencia es que la ficha se salta una casilla de terreno, contando como dos puntos de influencia más.

Si no se tiene madera ni piedra, se lleva a cabo el saqueo. Se coloca una pieza de campamento en el espacio ‘Wanted’ del tablero, se pierde un punto y se escoge una ficha descubierta para ganar esos recursos (con sus puntos en función del lugar donde se coloquen). La ficha se descarta.

Se repite la misma mecánica hasta que todos hayan colocado todas sus fichas de campamento. Tras una última ronda, sin fase de construcción, se procede al recuento de puntos. Cada jugador se anota dos puntos por edificio de su grupo de edificios adyacentes más grande.

Se anotan los puntos de las zonas de ‘Boomtown’ que se posean, siempre y cuando se hayan cumplido sus objetivos. A continuación, se comprueba qué jugador tiene más piezas de campamento en la zona de saqueo, restándose un punto por edificio. El siguiente, se resta uno por cada dos edificios.

Por último, se comparan las influencias en los distintos terrenos, marcadas mediante las fichas en los tableros individuales. El primero se anota la máxima puntuación, seguido por el segundo. Quien posea la mayor cantidad de puntos, será el ganador de la partida.

 

GOLD WEST: CONCLUSIONES

Los prospectores no han tardado demasiado en crear el más bonito escenario alrededor del agua. En torno a los primeros campamentos y asentamientos, de diferentes colores, ya asoman ricos recursos, esperando ser recogidos. Una auténtica delicia para los ojos.

No ocurre lo mismo en la zona de ‘Wanted’. Aunque ya empieza a llenarse de edificios azules, morados, naranjas y blancos, las consecuencias negativas de estar en ese lugar le ganan la batalla a la belleza. Al fin y al cabo, se trata de la zona a la que, los más buscados, nunca querrán acudir.

Gold West es un juego de mesa de reglas sencillas y mecánica intuitiva, que combina una apuesta por la puntuación al momento con una mirada a largo plazo. Esta combinación, básica para la victoria, se basa en una correcta gestión de recursos.

La toma de decisiones está presente desde el inicio hasta el final del turno. Llega al escoger unos recursos u otros, las mismas acciones y el lugar sobre el que construir para, finalmente, elegir la mejor zona para colocar las nuevas ganancias. Situarlas en la parte inferior del tablero nos permitirá llevarnos más puntos, pero costará más trabajo sacarles provecho de inmediato.

Como ya hemos visto, los metales están relacionados con los puntos de victoria. Podemos ahorrarlos, para acceder a esas caras inversiones (con sus enormes beneficios) o gastarlos en los envíos para, si nos hemos dado prisa, llevarnos los suficientes puntos como para que merezca la pena.

Nunca deberemos descuidar la zona de ‘Boomtown’. Su original sistema de compra de oficinas, con fichas y posiciones distintas, dará como resultado un sentido a la partida, a través de sus objetivos.

Al contar con ellos, tal vez queramos construir en los bordes o alrededor del agua. Quizás nos empiece a interesar conseguir bonos de envío o incluso hacer cuentas con la influencia. No es para menos, ya que nos recompensarán al final de la partida.

Resulta muy habitual tener que pasar en esta segunda fase, pero es imposible hacerlo en la tercera. Al no contar con madera ni piedra, nos veremos obligados a construir en la zona de ‘Wanted’. No hay mal que por bien no venga. El sistema inteligente del juego nos recompensará con recursos para no dejarnos de brazos cruzados en los siguientes turnos.

Con la construcción de campamentos y asentamientos, se muestra la interacción entre jugadores en su máximo esplendor. Deberemos valorar varios aspectos a la hora de edificar: las construcciones que ya tuviéramos adyacentes, los recursos que obtendremos, la influencia que ganaremos y la forma de fastidiar a los demás. Quedarnos con ese espacio que tanto necesita el jugador de la derecha puede ser la mejor de las opciones.

Una partida a Gold West se caracteriza por turnos muy rápidos, donde obtener recursos y gestionarlos de la forma más eficaz. Priman las luchas entre unos y otros por las mejores cartas, oficinas, envíos y zonas. La planificación de acciones y el control de áreas dominan, por tanto, su jugabilidad.

Sin embargo, es al final de la partida donde aparece la máxima emoción, valorando los edificios adyacentes y restando los puntos de los saqueos. Veremos si los objetivos reservados han tenido algún sentido y compararemos influencias. El sistema de mayorías es el gran protagonista.

Con ello, esta propuesta encantará a quienes buscan tenerlo todo controlado y a los amantes de la competición por mayorías y de la persecución de objetivos. Disfrutarán de esos momentos de concentración donde sorprender con las jugadas más eficaces.

Por contra, y a pesar de contar con reglas muy sencillas, no enganchará a quienes sólo buscan ‘fillers’ o títulos dominados por el azar. En este caso, no aparece en ningún lado, por lo que las decisiones tomadas serán las únicas responsables del éxito o del fracaso. Sin excusas.

No hay risas ni necesidad de comunicación, pero sí momentos de máxima satisfacción, rabia y tensión. No robaremos nada al rival, pero frustrarle los planes también será una auténtica maravilla.

Sabe combinar a la perfección todas estas mecánicas con la gestión constante para ofrecer un juego muy cuidado, sin fallos en su ejecución. Funciona igual de bien a cualquier número de jugadores, algo difícil de conseguir. A dos, hay menos terreno, por lo que todo alcanza el perfecto equilibrio.

Si bien no estamos ante el juego más original del mundo, sí que es capaz de enganchar partida tras partida por las distintas estrategias permitidas, ganándose un hueco privilegiado en cualquier estantería. Es decir, aquél que le permita salir más veces a mesa.

Su rejugabilidad en la colocación de componentes, su interacción y sus sorpresas en la puntuación se combinan con un diseño a la altura. Esa unión entre las dos y las tres dimensiones será la causante de los preciosos escenarios creados, donde resultará muy sencillo sumergirse.

Los colores metalizados de los recursos y las piezas de campamento, diligencia y minero se conforman como sus grandes protagonistas. Respecto a su tablero y fichas, debe tenerse en cuenta que poseen un grosor más que considerable.

Por desgracia, no es impedimento para que puedan engancharse al formar el escenario, por lo que es preciso tener el máximo cuidado en el montaje. También debe tenerse al mover las fichas del tablero, por los espacios tan juntos entre las piezas. Dicho de otro modo, los manazas pueden ponerlo todo patas arriba.

Respecto a esta edición limitada, cuenta con dos miniexpansiones pensadas para seguir potenciando la rejugabilidad. Llegan en forma de seis fichas promocionales, a las que podremos sacar el máximo provecho una vez que hayamos exprimido el juego básico. Así siempre es más emocionante.

2Tomatoes acierta de lleno al ampliar su catálogo con Gold West. Una vez más, nos acerca un ‘euro’ imprescindible, capaz de impresionar incluso a jugadores habituales. De esos cuya puesta en práctica ofrece muchas más opciones y libertad de lo que parece a simple vista.

 

COMPONENTES DE JUEGO

• 56 Fichas de Mina
• 48 Piezas de Campamento
• 48 Discos de Influencia
• 12 Piezas de Diligencia
• 4 Peones de Minero
• 20 Cartas de Inversión
• 12 Fichas de Boomtown
• 12 Fichas de Bono de Envío
• 5 Fichas de Bono de Inversión
• 4 Fichas de Orden de Turno
• 20 Marcadores de Oro
• 20 Marcadores de Plata
• 20 Marcadores de Cobre
• 16 Marcadores de Tierra
• 16 Marcadores de Piedra
• 8 Losetas de Terreno
• Loseta de Agua
• 4 Partes de Tablero Central
• 4 Tableros de Jugador
• Expansión Mercado
• Expansión Bandidos
• Instrucciones (castellano y francés)