¿Cuál fue el primer juego de mesa de los grandes creadores?

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Autor: Daniel Ortiz Lausin

Existen muchos juegos en el mercado y, con ellos, un buen número de autores que nos hace disfrutar con sus creaciones. Puede ser que entre nuestros juegos favoritos no se encuentre ningún creador de los que nombraremos a continuación, pero no se puede negar que su nombre y sus títulos son de los más reconocidos en el panorama mundial de los juegos de mesa.

Todo tiene un principio. Antes de esa fama y de los juegos superventas, empezaron como cualquier autor que ahora mismo esté publicando ese primer juego, más o menos acertado, y que en unos años podría convertirse en uno más de esta lista.

En este reportaje, nos centramos en cinco de los creadores más populares y en su primer juego publicado. Sirve a modo de curiosidad, para demostrar que no siempre se crean juegos revolucionarios desde el inicio.

 

Uwe Rosenberg – Times (1992)

Uwe Rosenberg apenas necesita presentación. Es el creador de Agrícola, Caverna, Le Havre y Patchwork, entre otros superventas. Lejos queda ya su primer juego, muy diferente en mecánica respecto a todos esos «euros» que ahora nos hacen vaciar los bolsillos.

Uwe Rosenberg primer juego

En Times, los jugadores tienen que deshacerse de las cartas de la mano para conseguir puntos de victoria. Para poder hacerlo, se mostrará un evento histórico. Cada uno jugará una carta para adivinar cuándo ocurrió dicho evento.

Quien tenga un rango de tiempo más amplio en su carta, debe fijar un intervalo de tiempo en el que cree que ha sucedido. El siguiente participante con el rango de tiempo más amplio tendrá dos opciones: decir que el anterior se ha equivocado en el rango de tiempo dicho para ese evento o ajustar más ese rango.

Esta mecánica se repetirá con los demás. Todos los que se hayan mantenido en el intervalo de tiempo donde sucedió ese hecho histórico o hayan adivinado que un jugador se ha equivocado, descartan una carta. El primero en descartar cinco cartas gana dos puntos. Los demás reciben uno, a excepción de al que más cartas le queden.

 

Bruno Cathala – War & Sheep (2002)

El que fuera el último ganador del Spiel des Jahres con Kingdomino, es un claro ejemplo de que un primer juego mediocre no implica ser un mal diseñador. La experiencia y el esfuerzo pueden convertir a ese autor novel, cuyo primer juego está a un nivel muy por debajo de la media, en un superventas ganador del premio más prestigioso.

Bruno Cathala primer juego

War & Sheep fue el primer título ofrecido por Cathala de una serie de dos juegos más que le acompañaban ese mismo año (Tony & Tino y Drake & Drake). En esta propuesta para dos jugadores, dos facciones de ovejas se disputan la misma hierba, dividida en tres tipos.

Encontramos la de un punto, que nos permite tomar una carta de acción para utilizar en otros turnos; la hierba de tres puntos, sin ninguna habilidad, y la de cinco puntos, cuya oveja que se la “coma” ya no podrá volver a ser usada. Entre todos esos tipos, se puede esconder también un lobo, comiéndose a una oveja al aparecer. Como se puede imaginar, el jugador con más puntos ganará la partida.

 

Stefan Feld – Roma (2005)

Stefan Feld, cuyas mecánicas crean juegos con toques diferenciadores, empezó su trayectoria por todo lo alto con Roma. Así lo dictaminó el jurado del Spiel des Jahres, ya que formó parte de la lista de juegos recomendados.

Ambientado en la Antigua Roma, en este juego de cartas y dados para dos jugadores, tendremos seis losetas. Por delante, cuentan con el dibujo de una cara de un dado diferente. Es detrás donde se colocan las cartas compradas con dinero, que otorgan una habilidad.

Stefan Feld primer juego

Ésta se activa si el dado lanzado al principio de cada turno coincide con la cara dibujada en la loseta. El oponente sitúa sus cartas en la parte posterior de esa loseta, como si la carta colocada se enfrentase a la nuestra, con la posibilidad de que haya unidades que eliminen la carta contraria.

Con un recuento de puntos a lo largo de la partida que marcará el mismo fin, el ganador será quien posea la mayor cantidad. Puede combinarse con Arena: Roma II, publicado en 2009 por su mismo autor.

 

Friedemann Friese – Raus aus dem Schneckenhaus (1992)

El inconfundible hombre del pelo verde, autor de Alta Tensión, Viernes, Fauna o el atrevido experimento de 504, entre otros muchos, tuvo un inicio de lo más duro, a tener en cuenta por quienes hayan sacado su juego a la luz con poco éxito. Al fin y al cabo, un Friedemann Friese vendió la friolera de… ¡10 copias!

Raus aus dem Schneckenhaus, ese primer juego, aún hoy es un desconocido. Se comenta que se trata de un juego en el que lanzar el dado y moverse por casillas, ayudándose de algunas cartas especiales. Con ellas, hay que recoger a todos los visitantes de los espacios de colores diferentes. Si se termina todo el recorrido sin cogerlos, hay que volver a empezar con un color menos.

 

Martin Wallace – Lords of Creation (1993)

Martin Wallace, al igual que Rosenberg, tiene infinidad de títulos bajo su posesión. Sin embargo, al contrario que él, muchos de ellos no consiguen tener tanta fama y ventas fuera de su país de origen. Aún así, varios títulos han dejado huella.

Martin Wallace primer juego

Entre ellos, se encuentra el conocido Brass: Lancashire, pero también otros juegos importantes como Age of Steam, London o Age of Industry. Como curiosidad, en 2008 se celebraron los premios JoTa. Esa edición fue la única en la que eligieron al mejor diseñador, proclamándose éste como ganador.

El primer juego de su creación, Lords of Creation, nos pone en el papel de dioses que utilizan a sus seguidores para hacerse con el dominio del mundo. El juego consta de dos partes. En la primera, construimos el tablero de juego usando cartas que nos determinarán el número de nuevos seguidores y el tipo de terreno del tablero que habitarán.

En la segunda parte de la partida, el objetivo es conseguir el mayor número de puntos. Todos los jugadores empiezan con seguidores bárbaros con poder de ataque, pero con menos valor de puntos. A lo largo de la partida, se les deberá civilizar para aumentar sus puntos, aunque hacerlo, nos hará perder su poder de ataque.

A cambio, obtienen una habilidad con la que civilizar a los seguidores rivales. Al hacer eso, le estaremos dando puntos al contrario, pero conseguiremos evitar su ataque.

 

Este artículo, más allá de la curiosidad que pueda suscitar, también quiere dar a entender que uno no nace siendo un gran diseñador de juegos. Tal vez, siempre merezca la pena seguir, aunque un primer juego no haya llegado a la calidad de los grandes títulos. Una conversación con ese gran autor sobre su primer juego publicado (o su prototipo) no es del todo posible, pero podría bastar para comprenderlo.