La fatídica eliminación de jugadores es una realidad desde el principio de los tiempos. Ahora, quien pierde todas sus vidas o recibe un determinado número de penalizaciones, se retira sin más del juego. Un buen momento para tumbarse en el sofá…
Sin embargo, hace mucho mucho mucho tiempo, la mala pata de los jugadores se marcaba en su propia piel. El fracaso absoluto no se quedaría grabado de por vida, pero sí durante un par de días… ¡Eso sí que era un buen castigo! Recordamos El Fantasma de la Ópera, juego de mesa de los ochenta, publicado por Cefa, que combinaba la tinta y las manos de los jugadores.
EL FANTASMA DE LA ÓPERA
Siguiendo la esencia de la novela que lleva su nombre, el juego de mesa El Fantasma de la Ópera nos sumergía en una trágica historia. La primera página de su manual de instrucciones fue suficiente para que Cefa llenase de pesadillas los sueños de los más pequeños. Las cartas de ácido harían el resto.
Un joven compositor portaba una obra maravillosa bajo sus brazos. Tanto es así que el gerente del Teatro de la Ópera quedó maravillado al momento. Real como la vida misma, optó por robársela antes que negociar. Comenzó una pelea que cambiaría la vida de uno de los dos implicados.
El gerente arrojó un frasco de ácido sobre la cara del compositor, quien quedaría quemado para siempre. En palabras de Cefa, esos segundos sirvieron para convertirle en un «monstruo». ¿Alguien le explica a la compañía que tener el rostro desfigurado no exime a nadie de ser persona?
Tras infundir esta idea en los niños, continúa con la historia. Tras el suceso, el compositor decidió refugiarse en el sótano del Palacio, iniciando una nueva vida y creando su propio mundo. Pero como HUMANO que siguió siendo, no se libró de los sentimientos de amor y de posesión.
Muchos años después quedó prendado de la voz de una soprano. Dado que sería muy difícil convencerla para que interpretase para él su mejor ópera, decidió secuestrarla. Tal vez en la intimidad, ya podría exponerle los mejores argumentos…
LA DURA TAREA DE LOS DETECTIVES
Al igual que ocurría en El Extraño Caso de la Calle Morgue, juego sin reglas que recordamos la semana pasada, el jugador tendría como objetivo poner solución al problema. En esta ocasión, de 2 a 4 participantes se ponían en la piel de un detective.
Entre paseo y paseo por los pasadizos del sótano, su misión sería rescatar a la soprano. Aquél que la trasladase a un lugar a salvo dos veces, se convertiría en el ganador de la partida. ¿No hubiera sido preferible apostar por el realismo y rescatarla una única vez en un recorrido más largo?
Debates a un lado, los detectives avanzarían por las casillas. Con la ayuda de un dado y con la sencillez como aliada, competían entre ellos, pero también contra el compositor humano-fantasma. Tal y como se especificaba en las reglas, había que andar con cuidado. De lo contrario, los jugadores quedarían marcados con un «mortífero tampón».
Aunque Cefa volvió a elegir las palabras menos adecuadas, sí que era cierto que las manos de los participantes quedarían marcadas por un tiempo. La fabulosa pieza del sombrero funcionaba a modo de sello. Cada vez que un jugador era atrapado, se marcaba. Con el tercer manchurrón, se eliminaría de la partida. ¡Máxima tecnología!
Aunque el sombrero maloliente fue la gran estrella (se anunciaba hasta en la portada), no fue el único componente. Un colorido tablero, los peones, las mini figuritas y el dado, para mostrar que el azar tendría el mayor peso, complementaban esta propuesta, dispuesta a revolucionar ¿la Oca?
Imágenes: Elaboración propia y todocoleccion.net
One thought on “¿Lo recuerdas? El Fantasma de la Ópera”
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