Portal: memorización y objetivos ocultos en un juego familiar

Portal

Los autores de Rey Paparajote y Rey Paparajote y la Picaza del Destino continúan mostrando su universo murciano por todo el país. Mientras tanto, trabajan en nuevos proyectos, como es el caso de Portal.

 

¿EN QUÉ CONSISTE PORTAL?

Portal es un juego de mesa de 2 a 4 participantes, creado por Jesús Guillén y Ana Marco. Se trata de un proyecto en desarrollo, que puede probarse en distintas jornadas y eventos, como fue el caso de BGC Málaga 2018.

Por ahora en forma de prototipo, y como su propio nombre indica, nos lleva a viajar por distintos portales. ¿El objetivo? Reunir una pieza de cada color antes que los rivales. Quien se haga con la última, podrá reclamar la victoria.

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El primer paso es crear el escenario, con sus 16 cartas boca abajo. Tras colocar los peones, cada participante recibe una carta de objetivo. Deberá permanecer oculta ante los demás. En ella, aparece señalada una posición del escenario. Si el peón del jugador llega hasta ella, recibirá una de las piezas que muestre.

A continuación, roba una nueva, y así hasta que obtenga todas las piezas. Ahora bien, ¿cómo se avanza entre los portales? En su turno, cada jugador activa una carta adyacente (ortogonalmente) a su peón. Es decir, gira la carta escogida.

En ella, queda marcada una nueva ubicación, desplazando al peón hasta allí. El turno finaliza. La interacción entre jugadores aparece al arrastrar a los rivales por el camino o con el mismo intercambio de piedras.

 

PORTAL: PRIMERAS IMPRESIONES

Memorización, estrategia y objetivos ocultos. Estas tres características definen a este juego abstracto, que parece tomar como referencia la mecánica propia de un clásico Memory. Se reconoce al levantar cartas en base a una buena concentración, pero cambia en todo lo demás.

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En este caso, no buscamos dos cartas iguales, sino aquélla capaz de transportarnos a la que marca nuestro objetivo. No es una tarea fácil y un pequeño error podrá tenernos vagando por el vacío durante muchos turnos. Y eso por no hablar de los desplazamientos obligatorios, siguiendo a otro jugador.

El resultado es un caos importante. Lo que creemos que está, no está y lo que pensamos que no ocurrirá, acabará ocurriendo. Si bien es cierto que una mente despejada tendrá más posibilidades de cara a la victoria, no lo es todo.

Sus autores solucionan esta gran carencia del clásico mediante la alta interacción entre participantes y los objetivos cambiantes. Con la primera fórmula, es posible arrastrar al jugador tan aventajado. Una y otra vez, con la frustración para él. Además, podemos llevarnos su más preciada pieza en el momento perfecto.

Con la segunda, él mismo será su propio obstáculo. Al robar un nuevo objetivo, hay probabilidades de perder la concentración absoluta, con sus correspondientes despistes. Y he aquí el gran atractivo del juego: la dificultad para alcanzar un destino por depender de una carta adyacente.

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No nos desplazamos a una y la descubrimos, sino que descubrimos una adyacente a nuestra posición para alcanzar un espacio completamente distinto. Con ello, antes de empezar algunos de nuestros turnos, sabremos que no es posible alcanzar el objetivo (o quizás la recompensa del objetivo no nos sirva demasiado).

Sin embargo, no son turnos perdidos, sino de una enorme utilidad, ya que deberán exprimirse para recordar más posiciones o para fastidiar al contrario. La sencillez aparece en sus reglas estructuradas y en sus componentes, pero no en la búsqueda de la victoria.

La disposición de cada escenario es aleatoria, por lo que la rejugabilidad es máxima. Si a esto le sumamos una aparición distinta de objetivos, tenemos partidas muy diferentes unas de otras.

Jesús Guillén y Ana Marco cambian por completo de temática y de mecánica, tras el universo de Rey Paparajote. Presentan un juego familiar repleto de colorido, con un diseño muy práctico que bien podría pasar por un juego de mesa ya publicado.

Contará con una modalidad en solitario, con la que seguir sorprendiendo por su capacidad de adaptar un clásico. Selecciona lo mejor de él y corrige todos y cada uno de sus fallos con originales mecánicas. Convierte lo sencillo en complejo y lo complejo en sencillo, de tal forma que jugadores de todas las edades puedan disfrutar de él.