No tengo todo el tiempo del mundo. Vivir en la jungla no me exime de responsabilidades. Antes de que caiga el sol tengo que buscar unos cuantos plátanos, recoger a los pequeños y apañar un poco el árbol. ¿He comentado que tengo una cita con la monita más inteligente de toda la zona?
Mis compañeros ya han terminado su jornada, mientras el jefe continúa ignorándome. ¡Cómo le cuesta ver que me necesita para irse también a su casa! Para colmo, tengo hambre. Reseñamos Monetes, juego de cartas familiar con reglas rápidas y sencillas.
LOS NÚMEROS Y LOS COLORES
Monetes es un juego de cartas de 2 a 6 participantes, con competiciones de 15 minutos, recomendado a partir de los 6 años. Lo firma Pablo Jiménez (Boom Party), con ilustraciones de Ramón González.
Producido en El Troquel, su distribución corre a cargo de Zacatrus! Ya disponible, nos invita a conocer a unos adorables monos que disfrutan saltando unos sobre otros. Lo harán atendiendo a sus números y a sus colores.
Los combos y la ejecución de acciones también están a lo largo del día. Se presenta a través de cuatro modalidades, con las que ajustar el nivel de dificultad en base a la edad o al dominio de los jugadores.
MONETES: UNA PARTIDA
Antes de empezar, se escoge una modalidad. Se barajan las cartas para repartir cinco a cada jugador y se dejan visibles las cartas de número y color. Iniciarán la partida, que llegará a su fin cuando alguien se quede sin cartas en la mano, convirtiéndose en el ganador. Si se acaba el mazo, vence el que tenga menos cartas.
Modo Perezoso
Las cartas moradas no se utilizan, ni tampoco el marcador de color. El primer jugador baja una carta de su mano y coloca el marcador de número a su antojo, seguido por el siguiente, y así sucesivamente. Es obligatorio que la carta jugada cumpla con los requisitos de número.
Es decir, si se muestra un ‘+’, podremos bajar una carta del mismo número o superior que la última jugada. Con un ‘-‘, bajaremos una del mismo valor o inferior. Es posible bajar hasta tres siempre que se trate de números consecutivos y respeten el marcador. Si alguien no tuviera, deberá robar una para colocarla (siempre que sea posible) o pasar.
Los marcadores podrán cambiarse al jugar una carta del mismo número que la anterior. Por su parte, los comodines funcionan como cualquier número. Quien los ponga en juego debe especificar su valor.
La ronda finaliza cuando todos pasan o en el momento en que alguien coloque un ‘1’ o un ’20’, al grito de «¡Monete!». Tras esto, el resto de jugadores descartará un ‘1’ o un ’20’ de su mano (en función del número con el que se haya finalizado). Los que no lo hagan, roban una carta del mazo.
El primero en pasar o el siguiente de quien finalizó la ronda empieza una nueva con la carta que desee y escoge una posición para el marcador de número. Debe tenerse en cuenta que, si se empieza con un ‘1’ no podrá colocarse el símbolo ‘-‘. Lo mismo ocurre con el ’20’ y el símbolo ‘+’. Si se empieza con estos números, la ronda no termina.
Modo Siesta
Las reglas son las mismas que en la modalidad anterior, aunque se introducen las cartas moradas en el mazo. Éstas muestran distintas acciones, a realizar en el momento en que se pongan en juego.
Nos llevan a cambiar el marcador, a variar el sentido, a mirar las cartas de los demás o a obligarles a robar. Obligan a estar en silencio para evitar robar cartas del mazo. También permiten realizar intercambios, repetir turnos o entregar cartas a los demás. Tras un combo, sólo se realiza la acción de la última carta.
Modo Recreo
Se juega con todas las cartas y se introduce la carta de color. Por una cara se muestra el símbolo ‘=’, con el que bajaremos una carta del mismo color que la anterior. Por la otra cara, se indica que el color debe ser distinto.
A la hora de bajar una carta, sólo será necesario cumplir la condición de uno de los marcadores (número o color), a nuestra elección. Al jugar un comodín, debemos anunciar su número y color. Al jugar una del mismo número, podremos girar uno o los dos.
Modo Jungla
Se utilizan todas las cartas y los dos marcadores. En este caso, para jugar una carta deben respetarse las condiciones de número y color, sin ignorar ninguna. Cada vez que bajemos una, podremos girar uno o los dos marcadores para establecer una nueva condición.
MONETES: CONCLUSIONES
¡Qué dolor de mofletes! Llevo ya un buen rato sonriendo de oreja a oreja, sintiéndome como un estúpido. Observar la libertad de los demás no me ayuda en lo más mínimo con la espera. «¡Vamos, jefe! ¿No ves que tengo el número 20 y que deberías cerrar ya la ronda?».
Pues no. No lo ve. Prefiere seguir otro plan. Su maravillosa e infalible idea acaba convirtiéndose en derrota. El siempre satisfactorio «te lo dije» sale de mi boca, mientras me dirijo a mi destino. Estoy tan concentrado en la planificación del tiempo que apenas me he percatado de que alguien me ha agarrado por la cola.
¿En serio? ¿Otra vez? Parece que sí. Vuelvo a formar parte de los planes de un humano, así que ya sé que me quedaré sin provisiones para los próximos días. Sin ver a los niños. Sin un hogar limpio. Sin mi cita. Mi más que soñada cita se traducirá en una visita, a primera hora, al sindicato monense.
Monetes puede definirse de dos formas. Por un lado, encontramos un juego familiar de reglas rápidas y sencillas, con distintos niveles de dificultad. Por otro, tenemos el juego con los personajes más adorables de la historia (señalar lo monos que resultan sería un chiste fácil).
Centrémonos en la primera, relativa a su mecánica. La formación de series respeta una esencia tradicional, que puede llegar a recordar a clásicos como el mismo Cinquillo. Colocaremos una carta con un valor más alto o más bajo a la última jugada, y así hasta el final de los tiempos.
El truco para que la fórmula no resulte repetitiva es introducir atractivos elementos, de una forma eficaz. Encontramos la posibilidad de jugar números iguales e incluso combos de hasta tres cartas, compuestos por números consecutivos. Los comodines y el constante cambio de marcador hacen el resto.
Los grandes elementos diferenciadores aparecen al introducir las cartas de acción y el marcador de color. Las primeras son capaces de ponerlo todo patas arriba. De dar la vuelta a la partida. De convertir al perdedor en ganador, y a la inversa.
A través de una simbología muy clara e intuitiva, podremos dejar de lado el manual a partir de las primeras competiciones. Muestran efectos tradicionales, fáciles de asimilar y rápidos de aplicar, para continuar con el dinamismo en las partidas. Destaca el llamado «Todos Mudos», obligando a permanecer en silencio para no robar una carta. Con sus infinitas risas.
Al añadir el marcador de color, la dificultad sube. Sobre todo al tener que atender a ambos. Es aquí donde Monetes alcanza su máximo esplendor y donde los adultos se lo pasarán en grande, incluso aunque no haya niños de por medio.
La toma de decisiones hace su aparición, así como la atención, la concentración y la estrategia. Si bien es cierto que el azar desempeña un papel fundamental, a la hora de obtener cartas, la táctica tiene un peso importante.
¿Gasto la poderosa acción ahora o la guardo para más tarde? ¿Tengo algún mono naranja con un valor inferior a ’17’? ¿Cuándo he jugado el verde superior a ‘9’? La reflexión no sólo aparece al bajar una carta, sino al finalizar el turno. Será momento de girar uno o dos marcadores, esperando que continúen así hasta el siguiente turno o, simplemente, como despiste.
Ese despiste es esencial para la victoria, si sabemos aplicarlo, así como una buena deducción. Las partidas serán más completas de lo que parecían a simple vista, sin perderse ni un ápice de diversión. Todo lo contrario. El riesgo y las consecuencias inevitables harán que el reto resulte más atractivo.
No existen estrategias clave para vencer, puesto que cada encuentro será diferente al anterior. Lo que sí debe tenerse claro es que cada turno podría ser el último. ¿Y si resulta que el siguiente consigue uno extra? Recomendamos actuar en base a las cartas que les queden a los demás en la mano. Fastidiarse a uno mismo puede ser la solución, si eso implica fastidiar al contrario.
Con ello, los adultos encontrarán en Monetes un entretenimiento duradero y rejugable. Pueden empezar sin problemas por los niveles medio o difícil, aunque entre principiantes no es mal idea comenzar por el principio. Ahora bien, ¿qué ocurre con los niños?
Pablo Jiménez, su autor, los convierte en los protagonistas de su juego. Serán los padres o educadores quienes evalúen el modo que mejor se adapte a ellos, siendo este abanico de posibilidades uno de los mayores aciertos de Monetes. Los más pequeños utilizarán sólo el marcador de número y prescindirán de las cartas de acción.
Serán ellos mismos, a medida que se vayan familiarizando con las reglas, quienes pidan novedades. Así, se sorprenderán con las acciones y con la interacción entre participantes que crean. Tendrán el poder de influir en las jugadas de los demás, algo que no tardarán en valorar.
Ya con el marcador de color estarán ante un reto completo que, si bien será mucho más exigente que el primero, tampoco les supondrá un esfuerzo enorme. Teniendo en cuenta que cada niño lleva su ritmo, no hay que tener ninguna prisa en avanzar por los modos. Al fin y al cabo, lo esencial es que se siga respetando la unión entre diversión y aprendizaje.
Dados sus numerosos beneficios, estamos ante un juego más que recomendable para introducir en las aulas. Reforzaremos las series de números, tanto en orden ascendente como descendente, a la vez que fomentamos la atención y la lógica. No falta la identificación de formas y colores y el éxito como consecuencia del esfuerzo.
Los niños practicarán en la concentración, a la par que socializan. Aprenderán a actuar en perspectiva, en una relación que pasa por asumir consecuencias o anticiparse a ellas. A asimilar reglas.
Con ello, Monetes combina de manera perfecta las risas con el aprendizaje. Los momentos de entretenimiento con los beneficios. A disfrutar en casa o en centros de aprendizaje, funciona a las mil maravillas entre cualquier número de jugadores (incluso en parejas). Apenas hay signos de análisis parálisis, manteniéndose la rapidez.
Respecto a su diseño, como ya adelantábamos, estamos ante un juego de cartas con unas simpáticas ilustraciones. Si bien es cierto que se apuesta por la funcionalidad, mediante unos números grandotes y unos colores claros (tal vez no tanto para personas con problemas de daltonismo), los monos también tienen su protagonismo.
Se presentan mediante distintos aspectos que no influyen en la jugabilidad, aunque sí despiertan la curiosidad. Resulta imposible no cogerle cariño a estos animales y no empezar a tener cierto favoritismo por algunos (nuestro protagonista puede dar fe de ello).
Al estar ante un juego adictivo y rejugable, recomendamos enfundar para asegurar su duración. Como curiosidad, se completa con uno de los manuales más resistentes que podemos encontrar hoy en día.
Quizás, estemos ante uno de esos juegos que los niños recuerden con ternura de por vida. ¿A quién no le ha pasado acordarse de un personaje adorable de la infancia sin importar los años que pasen? Los monos de este juego cumplen con los requisitos para quedarse en la memoria para siempre.
COMPONENTES DE JUEGO
- 100 Cartas de Número/Color
- Carta de Número Reversible
- Carta de Color Reversible
- 5 Cartas Comodín
- Instrucciones (castellano)
2 thoughts on “Monetes: números, colores y ternura en un juego familiar”
Comments are closed.