Un tipo de tumba egipcia antigua de base rectangular, techo plano y muros laterales inclinados. Los exploradores han encontrado una mastaba y, al parecer, está repleta de tesoros. Unas cámaras conectan con otras mediante engranajes mecánicos, complicando la exploración. Así es Mastabas, novedad de GDM Games.
LA ESENCIA DE PIEDRA, PAPEL O TIJERA
Mastabas es un juego de cartas de 2 a 4 participantes, con competiciones de 20 minutos, indicadas a partir de los 8 años. Lo firma Félix Bernat, con ilustraciones de Siscu Bellido. Ya se encuentra disponible de la mano de GDM Games, en formato de caja pequeña y a un precio que ronda los 10 euros.
Con componentes independientes del idioma e instrucciones en castellano, inglés, francés y alemán, vuelve a trasladarnos a una construcción del Antiguo Egipto, como también ocurre en Gizeh!, otra novedad de la editorial.
En esta ocasión, la cooperación da paso a la competición en la búsqueda de tesoros. Para abrirse paso por sus cámaras, los exploradores recurrirán al clásico sistema de Piedra, Papel o Tijera. La estrategia se convierte en la fiel compañera de juego para lograr la victoria.
MASTABAS: UNA PARTIDA
Antes de empezar, se colocan las cartas de entrada y de salida en cada extremo de la mesa a una distancia, aproximada, de seis cartas. Tras barajar el mazo de cartas de cámara, se reparten cuatro a cada jugador. El reverso ya indicará su color. Obtienen, además, una carta de tesoro y un meeple, a colocar en la carta de entrada.
La secuencia de turno
Durante su turno, cada participante baja una carta de su mano a la mesa. Deberá dejarse sobre la entrada o sobre una o dos cartas. El dios mostrado debe vencer, al menos, al que aparezca en una de las cartas sobre la que coloquemos la nueva.
Nunca podrán crearse tres niveles de cartas, ni taparse ningún icono. La serpiente vence al chacal; el chacal vence al gato; el gato vence a la serpiente.
A continuación, avanza su peón (si es posible), tantas casillas como equivalgan al número mostrado en la carta colocada. No puede acabar el movimiento en ella, pasar dos veces por la misma carta ni cruzar cartas sobre las que estén otros exploradores. Repone su mano con una carta del mazo y pasa su turno al siguiente.
Existen dos formas de ganar tesoros. La primera es colocando la carta sobre dos que tengan símbolos idénticos. Por tanto, el símbolo de la nueva vencería a los dos. La segunda llega al acabar el movimiento en una carta del mismo color que la jugada. En ambos casos, el jugador añade un cubo a su carta de tesoro.
Fin de la partida
Se repite la misma mecánica hasta que uno de los exploradores alcance la casilla de salida con un número exacto de movimientos (previamente, debe haberse creado un camino hasta ahí). Los demás se eliminan un tesoro por cada carta de distancia entre su peón y la salida.
La partida también puede terminar cuando se agote el mazo. En las dos situaciones, el vencedor será quien haya reunido más tesoros.
MASTABAS: CONCLUSIONES
Libertad. Ésa es la sensación que Mastabas genera al jugador, independientemente del número de partidas que lleve. Existen unas reglas de colocación y de movimiento, pero a partir de ahí, puede construir el escenario a su antojo, en base al objetivo que persiga en ese momento: llegar hasta el final o hacer algo de tiempo.
No todos los caminos continuarán hacia delante. Entre los participantes más estratégicos, es habitual que las cámaras se abran en todas las direcciones, llenando la mesa de color. No es para menos, ya que la simple colocación de una carta está repleta de consecuencias.
Como ya hemos visto, la esencia del clásico Piedra, Papel o Tijera domina todas las partidas. Se representa con los símbolos de las dioses, de tal forma que en un par de turnos ya hayamos memorizado la lógica relación. Las cartas de la mano nos llevarán a optar por un plan o por otro.
Esa libertad será la causante de que siempre (o casi siempre) tengamos varias opciones ante nuestros ojos. Lo ideal, para no desaprovechar ningún turno, es realizar combos. Es decir, añadir dos tesoros a la colección. Para ello, tendremos que intentar colocar una carta sobre otras dos con el mismo símbolo, siempre que el de ésta sea superior.
El movimiento, por su parte, deberá acabar en una carta del mismo color a la jugada. Como es lógico, esta hazaña no es sencilla. Por lo general, si nos preocupamos de obtener un tesoro en la colocación, sea más difícil de lograrlo en el movimiento, aunque no es imposible ni mucho menos.
La observación desempeña un papel crucial en el aprovechamiento, junto a la mirada en perspectiva. Mientras la capacidad estratégica se pone en juego, es preciso recordar que no estamos ante un juego individual. La interacción aparece a la hora de cerrar el paso (con nuestro peón) o de no permitir las jugadas perfectas a los demás.
Conseguir un tesoro es una alegría, pero si a cambio dejamos dos símbolos idénticos juntos, el siguiente jugador también se llevará esa satisfacción. La dificultad de Mastabas radica en lograr el objetivo mientras impedimos que los demás hagan lo propio. Con ello, más vale fastidiarse en alguna otra ocasión que dejar que el rival se salga con la suya.
En esa toma de decisiones constante, también entrará en juego una duda existencial: ¿retrocedo hasta la carta morada, que me daría un valioso tesoro, o avanzo hasta la salida? Cuantos más tesoros podamos acumular, mejor, pero no a cualquier precio.
Son habituales las situaciones en las que los jugadores se mueven a su antojo en la búsqueda de riquezas. Dado que cuando alguien llega, todos se eliminan tantos tesoros como cartas les separen de las casillas, las sorpresas desagradables están a la orden del día.
Una brillante colección puede perder muchísimos tesoros, convirtiendo la victoria en derrota. Si observamos las colecciones de los demás, sabremos cual es el momento perfecto para empezar a crear un camino hasta la salida o si, por el contrario, es mejor ganar algo de tiempo.
El equilibrio es clave y, por supuesto, no actuar como pollo sin cabeza. Los finales de partida son inesperados, por lo que es mejor acercarse a la salida cuando empezamos a ver la luz. Mejor dejar de ganar un par de tesoros que perder ocho.
Como comprobamos al probar su prototipo, Mastabas es una propuesta muy diferente, con reglas que reinventan un clásico. La originalidad está presente en cada instante, con mecánicas muy sencillas, pero con un dominio exigente. Jugar contra los amantes de la estrategia puede suponer auténticos quebraderos de cabeza.
Serán ellos quienes, incluso, lleven la cuenta de la cantidad de cartas que han salido y las que quedan por aparecer de cada color. Los que deduzcan nuestras próximas jugadas en base a los reversos. Aprender de los maestros es la mejor fórmula del éxito.
Uno de los grandes atractivos de esta novedad es que podemos tenerlo todo controlado. Eso sí, exige altos niveles de concentración. Tal vez, el oponente nos haya cerrado opciones, pero si sabemos analizar la situación, siempre encontraremos alternativas.
Sabemos que la libertad lo marca todo. Tanto es así que buscaremos complicaciones donde no las hay e incluso podemos confundirnos con los caminos dibujados en las cartas. Estamos ante un juego recomendado también para principiantes, por lo que no existe esa dificultad.
Basta con seguir las reglas básicas para darse cuenta de que todo fluye. No es necesario encajar los caminos, ya que más que movernos por ellos, lo haremos por las propias cartas. Una vez que hayamos asimilado que sólo importan el símbolo y el color de cada carta, le habremos pillado todo el sentido.
El análisis parálisis no tiene un gran peso, de ahí que las competiciones a cuatro funcionen tan bien como las de dos. Como es lógico, a mayor número de jugadores, más locura se generará en la construcción del escenario. Sin embargo, las posibilidades seguirán estando ahí.
Su autor, Félix Bernat, propone aplicar dos reglas. La primera consiste en crear dos mazos de robo, en lugar de uno, tal y como se contempla en el manual. Sin ir más lejos, recomendamos jugar así para que la estrategia y el control táctico estén aún más presentes. ¿Me viene mejor una carta amarilla o una azul?
La segunda está protagonizada por los objetos cotidianos, a modo de variante para expertos. La cartera, el móvil o las llaves podrán dejarse en el centro, de tal forma que sea necesario esquivar para continuar con la construcción. Las posibilidades crecen.
Como conclusión, estamos ante uno de esos juegos que empezará a enganchar tras un par de partidas. Será la experiencia la que nos haga aprender de los aciertos y de los errores. La que nos haga controlar el ansia de tesoros, a favor de unas decisiones más inteligentes. La que nos lleve a actuar en base a los intereses individuales y a los del contrario.
A través de una preciosa portada, nos introducimos de nuevo en el Antiguo Egipto. GDM Games apuesta, por tanto, por una serie de juegos del mismo tamaño y de la misma temática, totalmente compatible entre sí. Gizeh! es cooperación, memorización y riesgo. Mastabas es competición, estrategia y lógica.
En las instrucciones de cada uno se menciona el otro juego, mostrando esta estrecha relación. En lo que respecta a Mastabas, sus componentes son sencillos, pero funcionales.
El diseño de sus símbolos es claro, aunque quizás no tanto para personas con problemas de daltonismo. Volvemos a hacer hincapié en que los caminos no deben verse como un obstáculo, sino como un complemento.
El desarrollo de Mastabas, conocido como Mazmorra Primigenia con su prototipo, ha sido largo. El resultado del proceso ha sido un juego sorprendente, rejugable, repleto de posibilidades y capaz de atraer a todo tipo de jugadores, con el que su autor puede sentirse más que orgulloso.
COMPONENTES DE JUEGO
- 50 Cartas de Cámara
- 4 Cartas de Tesoro
- 20 Cubos de Tesoro
- 4 Meeples de Explorador
- Instrucciones (castellano, inglés, alemán y francés)
2 thoughts on “Mastabas, construcción y exploración en lo nuevo de GDM Games”
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