Draftosaurus, un zoo cargado de meeples de dinosaurio

Draftosaurus

Ahora que el parque está en construcción, es momento de pensar en todos los visitantes. En el niño que mirará asombrado a los braquiosaurios. En la madre que presumirá de conocimientos delante de los triceratops. En el selfi de un joven temerario delante de un T-Rex. De no ser así, sólo quedará espacio para las lamentaciones. Reseñamos Draftosaurus.

 

LA LLUVIA DE MEEPLES

Draftosaurus es un juego de mesa de 2 a 5 jugadores, con competiciones de 15 minutos, recomendado a partir de los 8 años. Lo firman Antoine Bauza, Corentin Lebrat, Ludovic Maublanc y Théo Rivière, con ilustraciones de Jiahui Eva Gao y Vipin Alex Jacob.

Publicado por Ankama en su edición original, de su versión en castellano se encargan BrainPicnic y Zacatrus! Ya se encuentra disponible, a un precio de 19,95 euros, con componentes independientes del idioma e instrucciones traducidas.

Sus 60 meeples de dinosaurio, de seis especies distintas, son la estrella del juego. Haciendo uso de ellos, construiremos nuestro propio zoológico de dinosaurios. La ciencia ha conseguido clonar a estos animales extintos, por lo que es momento de crear espacios donde sorprender a los visitantes.

 

DRAFTOSAURUS: UNA PARTIDA

Cada jugador recibe su tablero individual por la cara de verano. El dado se deja en el centro, junto con la bolsa de dinosaurios, que contendrá los equivalentes al número de jugadores. La partida se desarrolla en dos rondas, que comienzan con la extracción de seis dinosaurios de la bolsa por parte de cada participante, manteniéndose ocultos.

Draftosaurus

Primera ronda

El jugador inicial lanza el dado. En base al resultado, todos escogen un dinosaurio de su mano y lo muestran de forma simultánea. A excepción de quien haya lanzado el dado, tendrán que respetar la condición mostrada en la tirada.

Así, tendrán que situar su meeple en la zona de la cafetería, de los baños, de la laguna, del bosque, en una vacía o en una sin T-Rex. Los distintos recintos también cuentan con unos requisitos, obligando a colocar dinosaurios idénticos o diferentes, a crear parejas y tríos o a apostar por un rey de la selva.

En caso de no querer o no poder colocar el dinosaurio cumpliendo la condición del dado, se deja en el río. Se pasan los meeples de la mano al jugador de la izquierda.

Por su parte, el participante que haya lanzado el dado también se lo entrega al de la izquierda. Será éste quien lo lance para que todos, salvo él, cumplan con la siguiente condición. Se repite la misma mecánica hasta agotarse los dinosaurios, es decir, hasta que se hayan colocado seis meeples en el tablero.

meeples dinos

Segunda ronda

La mecánica a seguir es la misma. Será al final de esta segunda ronda cuando no queden dinosaurios en la bolsa, puesto que todos tendrán doce en sus tableros.

Se procede al recuento de puntos, atendiendo a la puntuación marcada en cada recinto. Cada dinosaurio en el río añade un punto y cada recinto con al menos un T-Rex, otro. Quien tenga más puntos, gana la partida.

 

DRAFTOSAURUS: CONCLUSIONES

¡Póngame tres más de ésos! Intuía que crear un parque de dinosaurios iba a ser una experiencia estresante, pero no sabía hasta qué punto. Llevo semanas organizándolo todo, siguiendo mis esquemas mentales. ¡Espere, llévese éste!

Lo que en la teoría parecía encajar, en la práctica se desmorona. Y no porque una pareja de triceratops en la pradera del amor no vaya a gustar a los asistentes, sino porque he comprobado como el listo de mi derecha tiene más T-Rex que yo. Soy consciente de que es el animal más esperado, por lo que yo también quiero unos cuantos.

Las especificaciones del terreno, las condiciones que nos marcan desde arriba y mis caprichos de última hora han supuesto un cambio de planes de principio a fin. He apostado por el riesgo y por la improvisación y, aunque no he creado el parque perfecto, sí que he podido meter más T-Rex que la competencia. Orgullo máximo.

meeples dinosaurios

Draftosaurus es, como su propio nombre indica, un ‘draft’ con dinosaurios. Es decir, uno de esos juegos en los que nos quedamos el mejor elemento (o el menos malo) para pasar los restantes al jugador de al lado, a la vez que nos llegan sus descartes. Con ello, la mecánica no podía ser más sencilla.

Recurre a los turnos simultáneos, aunque en ocasiones sea preciso esperar a que un jugador tome la decisión de su vida. Se crean, por tanto, partidas rápidas y directas. Para garantizarse la rejugabilidad máxima, y ya de paso complicarnos la existencia, se añaden varias reglas que dan forma al título.

La primera es la condición del dado, que afectará a todos menos al que lo haya lanzado. Nuestro maravilloso plan de completar el prado de la diferencia se habrá ido al garete al obligarnos a colocar en la zona de cafetería. Apostar de una vez por todas por la isla solitaria no será posible con un resultado de un bosque.

Con ello, es recomendable jugar con vistas al futuro. Es decir, no centrarse únicamente en el presente, sino en todo lo que puede ocurrir. Tener cierto margen nos permitirá poder reaccionar a los acontecimientos. De lo contrario, siempre nos quedará el río, al que mandar a los dinosaurios que no encajan en ninguna parte. Otorgarán un punto que, si bien no es demasiado valioso, en algunos momentos podría marcar la diferencia.

juegos de mesa dinos

La segunda regla llega con las condiciones del terreno. Por si no hubiera suficiente con que un ser superior nos limitase la colocación con el dado, hay otro que atiende a los requisitos de cada espacio. Siguen la propia lógica y se ayudan de los símbolos intuitivos del propio tablero.

No tardaremos ni una partida en saber que en el bosque de la semejanza sólo podrá haber dinosaurios de la misma especie, al contrario que en el prado de la diferencia. La pradera del amor y el trío frondoso están marcados por las parejas y los tríos, respectivamente.

En el espacio destinado al rey de la selva, colocaremos al dinosaurio que predomine en nuestro zoo y que, preferiblemente, no esté en el de los demás. La isla solitaria, uno de los espacios más atractivos y originales, estará destinado al dinosaurio que no aparezca en el parque. Sólo así conseguiremos sus siete puntazos.

Las estrategias y posibilidades llegan a ser infinitas. En unos retos apostaremos por una zonas o por otras. Por unos meeples u otros. Es necesario empezar a analizar una vez lanzado el dado y observar la situación. Tendremos que determinar en qué zonas podremos rascar más puntos. Si además calculamos qué dinos quedan por salir en base a los que ya han aparecido, el éxito estará cerca.

Los habituales en la gestión y en la estrategia serán unos maestros comparando tableros y actuando ya no sólo en base al beneficio propio, sino para fastidiar al contrario. ¿Que el de la izquierda necesita un dino naranja a toda costa? Pues me lo quedo, aunque no sea mi favorito.

juegos de mesa dinosaurios

Por norma general, nos pelearemos por los T-Rex, ya que cada zona que tenga como mínimo uno añadirá un punto al final. La interacción está asegurada al planear qué dinosaurios pasar al siguiente y al actuar en base a los planes de los demás.

Se incrementa considerablemente cuando damos la vuelta al tablero. Encontraremos un escenario de invierno, con las mismas reglas, pero con zonas muy diferentes. Es recomendable recurrir a él tras un par de partidas. No es un modo avanzado como tal, sino una variante con la que seguir sorprendiendo.

En ella, encontraremos una increíble zona de cuarentena, con vistas al futuro, y un puesto de observación, en el que ganaremos puntos dependiendo de los dinosaurios que tenga el jugador de la derecha. Si colocamos en él a un T-Rex, ganaremos dos puntos por cada uno que ponga. De esta forma, quizás se lo piense mejor antes de quedárselos…

La mejor parte es poder competir por ser el mejor director de un zoológico de dinosaurios durante temporadas enteras, uniendo el verano y el invierno. Sumaremos los puntos totales y no las partidas ganadas. Si nos quedamos con ganas de más, siempre podemos añadir alguna que otra regla casera.

Por ejemplo, podríamos retirar especies aleatorias (y en secreto) antes de comenzar la partida. Otra opción es limitar la aparición de T-Rex o modificar los efectos del dado.

Ahora bien, ¿qué ocurre en las partidas a dos? Como ocurre en los juegos marcados por el ‘draft’, cada vez que seleccionamos un elemento, eliminamos otro. Las reglas se mantienen, aunque habrá cuatro rondas por partida. Al final, seguiremos teniendo doce.

dinomeeples

Siempre que nos acordemos de eliminar uno al final de cada turno, no habrá ningún problema. Tendremos duelos directos en los que será más sencillo interceder en los planes del contrario y limitarle sus posibilidades. No se pierde ni un ápice de emoción, puesto que todo se volverá más cruel.

¿Que quieres el dinosaurio naranja? Pues no me lo quedo, sino que lo elimino. ¿Tienes que evitar, a toda costa, los azules? Pues ahí te van dos. En los duelos es común que juguemos sin quitar ojo de encima al contrario. La rivalidad es máxima y, a menudo, el éxito o la derrota dependerán de un par de puntos.

Tanto en partidas a dos jugadores como a tres, cuatro y cinco, el recuento de puntos será tan especial como la propia competición. La sencillez sigue presente, gracias a los esquemas de los tableros, de tal forma que no habrá líos ni equivocaciones. La claridad es una de sus señas de identidad.

Draftosaurus puede encajar en cualquier tipo de estantería por ser un juego familiar que funciona a la perfección con cualquier número de jugadores. Servirá como iniciación al sector entre los principiantes, asimilando mecánicas comunes en otros juegos, y descubriendo como es posible engancharse durante toda una tarde a un mismo reto.

Los habituales disfrutarán de sus posibilidades, construyendo el zoo de sus sueños y truncando el de los demás. Las limitaciones del dado y del terreno obligarán a estrujarse el cerebro en alguna que otra ocasión y a arreglar desastres inminentes. Encontrarán uno de esos juegos en los que querer hacer demasiadas cosas, pero sin tiempo para ello.

Draftosaurus reseña

Sin embargo, a quienes realmente encantará será a los amantes de los dinosaurios. El catálogo de juegos de esta temática crece, aunque no tan rápido como a muchos nos gustaría. Que algo lleve dinos no implica que sea bueno, por lo que no todo vale.

En este caso, se apuesta por la idea de crear un parque temático de dinosaurios, popular en el cine y en los videojuegos. Se acompaña con 60 meeples de dinosaurio, en seis especies y colores. Son distinguibles a simple vista, ideal para personas con problemas de daltonismo, y nada tienen que envidiar a las fichas o peones de otros juegos.

Los que adoran a estos animales extintos se entretendrán, y mucho, observándolos. Jugando con ellos antes y después de conocer sus reglas (e incluso pudiendo prestarlos a otros juegos). No es habitual encontrar tantos y tan cuidados en una caja de 20 euros.

El colorido de los meeples se complementa con la preciosa ilustración de su portada y con unos tableros tan prácticos como bonitos. Los detalles abundan en ellos, aunque sin despistar. No se renuncia a la funcionalidad, algo que siempre es de agradecer.

Combinando la adictiva jugabilidad con la espectacular estética, Draftosaurus es un entretenimiento perfecto y una delicia ante nuestros ojos. De la mente de grandes autores, se ha creado un juego soñado. Y, puestos a soñar, ya podemos imaginar la forma de nuevos dinosaurios o las posibilidades de terrenos adicionales en forma de expansiones.

 

COMPONENTES DE JUEGO

  • 60 Meeples de Dinosaurio
  • Dado
  • Bolsa de Tela
  • 5 Tableros Reversibles
  • Instrucciones (castellano)

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