Los jueces nos lo han puesto difícil. He recorrido tantas veces el Parc de la Ciutadella, que soy capaz de reflejar toda su magia en un santiamén. Para mi desgracia, no les sirve. Parecen más interesados en el modernismo y en la obra de Gaudí. Tendré que esforzarme más.
Si quiero ganar el concurso de fotografía, debo recorrer la ciudad de punta a punta. No sólo tengo que aprovechar al máximo cada viaje, sino exprimir los momentos del día, con su luz. Empiezo a creer que me he apuntado a una ultramaratón. Me duelen los pies. Me duele todo el cuerpo. Así es Zoom in Barcelona.
UN DRAGÓN EN LA CIUDAD
Zoom in Barcelona es un juego de tablero de 2 a 6 participantes, con retos de 30 a 60 minutos, indicados a partir de los 8 años. Lo firman Núria Casellas, Eloi Pujadas y Joaquim Vilalta. Sus ilustraciones son obra de Sophie Wainwright y Craig Petersen.
Ya se encuentra disponible de la mano de Cucafera Games, a un precio que ronda los 30 euros. El objetivo de la editorial es ofrecer propuestas familiares, que nos lleven a viajar por los mitos, las leyendas y la cultura mientras se apuesta por la inclusión y la igualdad de género.
Se presenta en una caja de tamaño medio-grande, con componentes independientes del idioma e instrucciones en castellano, catalán, inglés, francés y alemán. Como su propio nombre indica, nos lleva a recorrer Barcelona, pasando desde sus lugares más emblemáticos hasta otros menos conocidos.
El concurso de fotografía ha comenzado y sólo puede haber un ganador. Deberán tenerse en cuenta los temas favoritos de los jueces y la luz natural, entre otros puntos. Moverse por Barcelona implica encontrarse con un dragón y con su importante ventaja. Al fin y al cabo, estas criaturas están presentes por toda la ciudad.
ZOOM IN BARCELONA: UNA PARTIDA
El primer paso es colocar el tablero en el centro, con las fichas de edificio de perfil en sus respectivas zonas. El número dependerá de los participantes en juego, al igual que la zona de selección de los jueces. Se completa con cartas de foto de lugar de interés, boca arriba.
Lo mismo ocurre con el itinerario de luz natural, aunque en este caso, las cuatro fotografías deben corresponder a zonas distintas de la ciudad. Las restantes conformarán el mazo. Se revela la primera para enviar al dragón a la guarida de la zona mostrada. Se toman dos fichas de tema al azar para dejarlas en su zona.
Cada jugador recibe un tablero de cámara, con el indicador de zoom en el valor máximo y con una ficha de perfil de la ciudad. Permanecerá oculta ante los demás. Coloca su peón en su casilla de inicio y su marcador al comienzo de la zona de luz natural.
Obtiene tres cartas de transporte, mientras que las demás crearán un mazo de robo común. Comienza la competición. El turno de un participante consta de dos fases, a realizar en orden.
1. Mover el peón.
El peón se mueve hasta dos espacios, al caminar, o hasta tres, cuatro, cinco y seis, si se utiliza algún medio de transporte. En el segundo caso, se descarta la carta de transporte utilizada.
2. Realizar una acción.
Tras el movimiento, podrá sacar una fotografía, visitar un punto de información o coger el metro. Con la primera opción, sacará una foto de la casilla en la que se encuentre.
Si se trata de un lugar de interés que aparece en la zona de selección de los jueces, se lleva la carta para añadirla a su zona de juego. Se repone el espacio dejado. Al tratarse de un edificio del perfil, también lo guarda en su zona, siempre que no estuviera repetido.
Al fotografiar el siguiente lugar mostrado en el itinerario de luz, el marcador avanza un espacio. Su posición permitirá puntuar al final de la partida cero, dos, cuatro, seis u ocho fotografías. Por último, al fotografiar al dragón, podremos sacar una foto de un lugar de interés, de un edificio del perfil o del itinerario de luz, sin mover al peón.
En su lugar, es posible descartar todas las cartas de la selección de jueces y mostrar nuevas. A continuación, se descubre la primera carta del mazo para enviar al dragón a una nueva guarida.
El zoom permite sacar una fotografía desde hasta tres casillas de distancia. Si se usa, se restan de su valor tantos puntos como casillas de distancia tengamos a la hora de tomar la foto. Así, podrá utilizarse en uno o en varios turnos, teniendo en cuenta que, cuando se agote, no se dispondrá de más.
Al visitar un punto de información, robamos cartas de transporte hasta tener tres en la mano. Si cogemos el metro, moveremos el peón de la parada de metro en la que se encuentra a otra del tablero.
Fin de la partida.
Se repite la misma mecánica hasta que alguien saque su octava fotografía a un lugar de interés, momento en que la partida finaliza. Se procede al recuento de puntos. Atendiendo a la posición alcanzada en el itinerario de luz, podremos puntuar un número de fotos diferente.
En base a ello, cada lugar de interés proporciona tres puntos. Por cada uno de los temas favoritos de los jueces con los que cuente (fichas de tema colocadas en la presentación), aporta un punto adicional.
Se gira la ficha de perfil de la ciudad para seguir la secuencia con las fichas de edificio obtenidas. Los puntos llegan mediante las secuencias que se hayan creado, con un punto para cada ficha sin conectar. El vencedor será quien tenga la mayor puntuación.
ZOOM IN BARCELONA: CONCLUSIONES
Esto se acaba. Sé que esta noche dormiré a las mil maravillas, justo después de decidir si ha sido el mejor o el peor día de mi vida. Pero aún quedan unas cuantas cosas por hacer.
Mientras camino un poco para llegar hasta la bici que me permita tomar el bus que me llevará hasta la estación de metro, las lágrimas vuelven a mis ojos. Nada más iniciarse el día, he corrido hasta Casa Terradas. Ha sido en vano, porque uno de mis rivales acababa de tomar esta fotografía.
Ilusa de mí cuando he decidido que ir hasta el Park Güell y hasta el Recinte Modernista de Sant Pau. Un nuevo fracaso. ¿Y qué ha ocurrido al intentar visitar la Casa Milà? Exacto. Ya habían tomado la fotografía perfecta.
Para no moverme más como pollo sin cabeza, he decidido fotografiar algunos lugares de la zona. No son los predilectos de los jueces, pero no podía volver con las manos vacías. La desesperación ha sido mi más fiel compañera durante toda la mañana y parte de la tarde. Hasta que me he encontrado con esa preciosidad.
El dragón me ha mirado fijamente. Creo que no he parado de temblar en lo que me ha parecido una eternidad. El miedo se ha transformado en ilusión. En un viaje por las alturas, donde la realidad y el sueño se fundían. Ya podéis imaginar como quien me he sentido con estas vistas desde las alturas…
Ha sido el impulso que necesitaba para seguir enfrentándome a los retos del día. A partir de ahí, todo ha empezado a salirme bien. El Mercat del Born, la Casa de l’Aigua de Trinitat Vella y, por supuesto, el dragón de la Casa Bruno Cuadros se han dejado fotografiar.
No sé si a los jueces les gustará mi trabajo, pero empiezo a no pensar en ello. He descubierto secretos de la ciudad que desconocía y he vuelto a disfrutar de la fotografía. De los retos. Por supuesto, no olvidaré a mi nuevo amigo. Quizás algún día vuelva a encontrarme con él, para comprobar si este recuerdo no ha sido fruto de mi imaginación.
Zoom in Barcelona es una propuesta familiar, fiel a la esencia de esta nueva editorial. No nos vamos a engañar. Un juego en el que recorrer distintos puntos de una ciudad asusta. Y mucho. ¿El motivo? Por lo general, acostumbran a ser meras adaptaciones de clásicos dominados por el azar.
Basta con detenerse en su portada para descubrir que no va a ser así. Y no nos referimos a su preciosa ilustración, sino al apartado de sus autores. Que algo esté firmado por los mejores autores de juegos de mesa del momento ya es sinónimo de calidad. De confianza.
Cucafera Games no podía haber recurrido a mejores profesionales para su proyecto. El enorme potencial de sus creadores se combina con un diseño impresionante, donde se recogen numerosos rincones de Barcelona con todo lujo de detalles. No sólo podemos distinguirlos a simple vista, sino perdernos en ellos. Viajar. Por muchos kilómetros que nos separen.
Esta novedad puede definirse como la guía perfecta con la que conocer y redescubrir Barcelona. Su enorme tablero nos ubica en las diferentes zonas. No resultaría práctico utilizarlo como mapa de bolsillo, aunque no nos va a hacer falta. Tras un par de partidas, y gracias a su enorme inmersión, estaremos perfectamente ubicados.
Mover al peón por Zoom in Barcelona es trasladarse a las calles de la ciudad. Esa combinación entre jugabilidad y estética es capaz de enviarnos frente a enormes edificios. De fundirnos en el olor de los mejores mercados. No habría sido posible de no ser por su adictivas reglas, muy lejos de cualquier versión turística.
Estamos ante una fusión de mecánicas, adaptables a distintos niveles de dificultad. Como nos contaba hace unos días Núria Casellas, una de sus autoras, podemos eliminar los puntos que queramos. Estaba en lo cierto. Si quitamos el itinerario de luz, el zoom y la puntuación completa de los edificios, tendremos un juego con el que introducirse.
Podrá utilizarse con principiantes, sin grandes quebraderos de cabeza. Entre los niños, quienes no tardarán en pedir unas reglas completas, ya sea de forma gradual o introducidas por completo. Ésta es la fórmula para dar vida a un juego familiar. Tiene más mérito del que parece, ya que jamás perderá el equilibrio por muchos puntos que añadamos o quitemos.
Al hacer uso de todos sus puntos, estamos ante uno de esos juegos en los que estrujarse el cerebro. Zoom in Barcelona tiene mucho de ‘set collection’. De gestión. De planificación. De interacción entre participantes.
Es todo toma de decisiones, siguiendo un plan que no acostumbrará a ser sencillo de llevar a cabo. Las sorpresas están a la orden del día, tanto en forma de ventajas como de distracciones y de pequeñas tentaciones. Nos llevarán a escoger entre seguir la ruta marcada o detenerse para conseguir impulso.
Aunque no hay estrategias infalibles para la victoria, garantizándose la rejugabilidad, sí que es preciso ahorrar movimientos. Es decir, exprimir al máximo cada turno para no perder demasiado tiempo en los desplazamientos. Esto exige una cuidadosa planificación.
Querer fotografiar los lugares favoritos de los jueces tiene un precio muy alto. Nos obligará a visitar zonas muy alejadas entre sí, mientras corremos el riesgo de que otros se nos adelanten. Sin embargo, y dado que son una buena fuente de puntos adicionales, conviene no descuidarlos. Irán apareciendo nuevos durante toda la partida. Además, cambian de una a otra, creándose infinitas combinaciones.
Por su parte, jamás deberemos dejar pasar por alto las fichas de edificio, en base a nuestra secuencia. Si conseguimos las suficientes como para dar forma a un par, nos ayudarán al final de la competición. No es para menos, ya que pueden recompensar con hasta 30 puntos.
Como no hay una para cada jugador, es aquí donde la interacción alcanza su máximo esplendor. Se crean intensas carreras por su obtención, por lo que es habitual que se agoten pasados unos minutos.
No podremos cumplir con nuestros objetivos sin las cartas de transporte y sin las visitas a los puntos de información. ¿Merece la pena gastarse un preciado taxi para tres casillas? ¿Perderé demasiado tiempo si me quedo sin cartas durante dos turnos? El propio desarrollo de la partida nos dará las respuestas.
Puesto que es fundamental exprimir cada turno, los diferentes medios de transporte nos ayudan a avanzar. Caminar puede funcionar durante un par de turnos, pero será un retroceso importante para lograr objetivos. Por ello, las visitas a los puntos de información se vuelven casi obligadas. Son, a fin de cuentas, una inversión de cara al futuro.
Las paradas de metro son esenciales para grandes desplazamientos, aunque también se traducirán en la inversión de un turno. ¿Y qué hay del dragón? Al toparnos con él, realizaremos una acción sin necesidad de mover al peón. Es buen momento para conseguir la foto del lugar más lejano o para descartar todo, truncando planes.
La ilusión por encontrarse con la criatura puede llegar a ser tan grande que empecemos a descuidar lo demás. No debemos olvidar que su ventaja sólo tendrá sentido si no hemos desperdiciado muchos turnos en llegar hasta ella.
Organizarse no es tarea sencilla. Por si no hubiera suficiente, aparece el itinerario de luz, tan querido como odiado. Mostrará cuatro localizaciones de zonas distintas, obligando a viajar de un punto a otro. Lo mejor es aprovechar estas visitas para tomar fotografías de localizaciones y edificios de los alrededores. La disposición aleatoria de las cartas hará que no siempre sea posible.
Podemos centrarnos desde un primer momento en completarlo, para después respirar aliviados. Todas nuestras fotos puntuarán. Si preferimos combinar todo, seremos más efectivos. A cambio, los sudores fríos harán su aparición.
Los retos son más rápidos de lo que parece, de ahí que todo pueda acabar de un momento a otro. Los jugadores tienen el poder de controlar el final de la partida, de tal forma que se pueda renunciar a un par de puntos con tal de fastidiar a otro.
Teniendo esto en cuenta, si alguien lleva ya cinco o seis fotografías, más nos vale correr en el itinerario de luz. De forma resumida, consiste en no obtener nada para obtenerlo todo.
Sería una pena haber fotografiado los lugares de interés favoritos de los jueces y no haber avanzado en el itinerario de luz. Si esto ocurre, no habrá fotos para puntuar, echando por tierra todo el trabajo. Puntuar dos o incluso cuatro tampoco es la mejor forma de pelear por la victoria.
El zoom, a menudo el gran olvidado (a pesar de dar título al juego), es una herramienta muy eficaz cuando el tiempo no está de nuestro lado. Al agotarlo, ya no podremos volver a utilizarlo, de ahí que deba utilizarse también con las ideas claras.
Así, Zoom in Barcelona está repleto de posibilidades y de estrategias. Está perfectamente equilibrado a cualquier número de jugadores, al utilizar unos u otros componentes.
Como es lógico, cuanto más se llene la mesa, más caótico será todo. Es complicado que nuestra localización y nuestro edificio predilectos estén disponibles de una ronda a otra. La experiencia sigue siendo igual de atractiva a dos. Continuará la pelea, pero podremos tener todo más controlado.
Esta unión de mecánicas seguiría siendo igual de atractiva, adictiva y atrayente si se hubiese apostado por cualquier otra temática, señal de que el trabajo es impecable. Sus responsables no se olvidan de las personas con problemas de daltonismo. Si bien los colores son una buena forma de orientarse, optan por el simbolismo para que todos puedan hacerlo.
Al apostar por Barcelona, se crea esa maravillosa guía, con la que aprender y descubrir. Si vivimos en la ciudad, descubriremos lugares que no creíamos que existían. Por tanto, quizás la experiencia de juego se transforme en excursiones para el fin de semana.
Se convierte en un aprendizaje por la cultura de Barcelona, con sus acertadas clasificaciones que acaban recurriendo a la memoria fotográfica para su aprendizaje. Zoom in Barcelona nos enseñará en qué consiste el modernismo mediante imágenes, de tal forma que nuestra mente asociará las características en común.
Nos mostrará la obra de Gaudí. Los edificios de historia y cultura. Con tanto por enseñar, está más que claro que pueda utilizarse como complemento al aprendizaje.
Si estamos en cualquier otro rincón del punto, será la forma de visitar la ciudad por primera vez o de recordar sus calles, sus edificios y su magia. Su Triángulo Friki. Los que una vez se enamoraron de ella volverán a hacerlo, con la nostalgia envuelta en unos componentes resistentes. Con la cámara en mano.
COMPONENTES DE JUEGO
- 86 Cartas de Fotos de Lugares de Interés
- 24 Cartas de Transporte
- 6 Peones
- Dragón con Peana
- 6 Marcadores de Luz Natural
- 32 Fichas de Edificio del Perfil
- 6 Fichas de Perfil de la Ciudad
- 6 Cámaras
- 6 Fichas de Zoom
- Tablero
- Instrucciones (castellano, catalán, inglés, francés y alemán)
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