«¡Mira, mamá! ¿Ves ese pozo lleno de flores?». Parece que fue ayer y ya han pasado más de treinta años. Por supuesto que lo vi. Precioso. Pero aún más bonito era el brillo de sus ojos, reflejo de la ilusión. Su inocencia. Sentir su diminuta mano, apretando con fuerza la mía. Así es Patios.
ALREDEDOR DEL POZO
Patios es un juego de mesa de 2 a 5 participantes, con competiciones de 45 minutos, indicado desde los 10 años. Lo firma Jesús Torres Castro, autor de Watson & Holmes y Pandemic: Iberia, entre otros.
Ilustrado por Javier Inkgolem, ya está llegando a las tiendas, a un precio de 19,95 euros. Es una novedad de Átomo, presentada en una caja mediana, con componentes independientes del idioma e instrucciones en castellano, inglés, alemán y chino.
Nos sumerge en El Festival de los Patios Cordobeses, con el objetivo de decorarlo todo con las más bellas flores. Alrededor del pozo, buscaremos la armonía de colores. Llenaremos los balcones, mientras evitamos las flores secas.
Contar con un buen sistema de riego es fundamental para que los visitantes queden asombrados. Dispondremos de la ayuda de jardineros, guitarristas e incluso bailaoras flamencas. La competición llega, por tanto, acompañada de la tradición.
PATIOS: UNA PARTIDA
Cada jugador coloca su pozo, por el lado principal, en su lado de la mesa, y obtiene una moneda. Se toman tantas cartas de maceta como jugadores haya y se reparten dos por persona, de forma que nadie tenga dos del mismo color.
Comenzando por el inicial, situarán una alrededor del pozo, boca arriba, y otra boca abajo. Creamos el mazo de flores, compuesto por macetas, cañas y balcones, para mostrar tantas como correspondan al número de participantes.
La tarjeta de visitante constituirá el final de la fila. Se sitúa en el centro, seguida por tarjetas bocabajo. Su número también dependerá de los jugadores. A continuación, dejamos las tarjetas restantes boca arriba. La de sol nunca puede estar entre las tres primeras al comienzo de una ronda.
Las mejoras se colocan a un lado, junto a las fichas de puntuación y a las monedas sobrantes. Comienza la partida. Tiene una duración de tres rondas, con su respectiva fase de puntuación.
El desarrollo de una ronda
El jugador inicial escoge un personaje visible para ejecutar su acción. Le permitirá obtener macetas, cañas o balcones visibles, realizar un intercambio en el patio de un rival, obtener cartas del mazo o recibir una mejora, entre otros efectos.
En algunos casos, los demás también se beneficiarán del personaje escogido. Mientras que el activo coloca su carta bocarriba, los demás lo harán boca abajo (como flores secas). En el caso de las mejoras, le pagarían una moneda.
Tras esto, el personaje escogido pasa al último lugar de la fila, bocabajo. Se reponen los espacios dejados en la muestra de flores, si hubiera, y se deja bocarriba la tarjeta de personaje más cercana al principio de la fila. Pasa el turno al de la derecha.
Repetimos la misma mecánica. Deberemos saber que las cañas pueden usarse de inmediato, para regar una carta, o colocarse en el patio, para regar dos flores secas al final de la ronda o cuando el sol llegue al principio de la fila. La manguera, la escalera y la regadera, incluidas dentro de las mejoras, también ayudan a regar.
El sol puede utilizarse como acción, al igual que ocurre con los personajes, obligando a los demás a secar una carta (o a descartarla si ya estuviera seca). Al estar al principio de la fila, todos pueden utilizar sus cañas para regar dos flores adyacentes a ellas. Tras esto, todas las cartas secas se descartan.
Las cartas se colocarán alrededor del pozo, con un espacio para ocho. Si se obtienen más, debe girarse. Habrá espacio para 16, aunque restará puntos al final de la ronda.
Puntuación
Cuando la tarjeta de los visitantes llegue al comienzo de la fila, se inicia la fase de puntuación. Los jugadores riegan sus cartas para, después, descartar aquéllas que permanezcan boca abajo.
Tener tres cartas de macetas del mismo color implica ganar una ficha de ese mismo color. Si se tienen más, se reciben dos puntos adicionales por carta. Las que no pertenezcan a tríos, se traducen en un punto cada una.
Los balcones añaden tantos como macetas necesiten para cumplir sus requisitos. El pozo en obras restaría dos. Antes de empezar la siguiente ronda, descartamos todos los balcones, cañas y mejoras del patio, independientemente de que se hayan utilizado o no.
Se descartan los tríos. Del resto de macetas, sólo conservaremos, como mucho, dos cartas (una bocarriba y una bocabajo). El pozo vuelve a su posición inicial. Las mejoras regresan al mazo principal y los personajes vuelven a barajarse, como en la preparación inicial.
Cada dos monedas pueden canjearse por una carta de maceta o de balcón de la muestra. Quien haya terminado la ronda anterior, abre la nueva.
Fin de la partida
Al puntuar la tercera ronda, la partida termina. Revelamos las fichas conseguidas. Obtenemos 15 puntos por tres fichas de trío de distinto color u ocho, por dos fichas. Cada ficha de trío suelta equivale a tres puntos.
Sumamos los de las macetas convencionales y medio punto por moneda sobrante. El vencedor será quien tenga la mayor puntuación.
PATIOS: CONCLUSIONES
No puedo estar más orgullosa. Sé que el día que descubrió esta tradición, su vida cambió para siempre. Ha habido momentos complicados, pero la alegría vuelve a su rostro cada mes de mayo.
Sigue ilusionándose con el aroma de las flores como la primera vez. Paseando entre los preciosos patios, tarareando una dulce melodía. Baila. Da vueltas sobre sí misma, mientras continúa soñando despierta.
Por lo pronto, riega los sueños de los cordobeses. Antes de que salga el sol, ya luce su larga falda por las calles. Es la mejor aguadora de la zona. Probablemente, de toda la ciudad. De toda la historia. Se cuela con desparpajo en cada patio, ofreciendo agua a los propietarios.
Sabe que su trabajo es esencial. Sin las cañas, todo acabaría secándose. ¡Y eso no es algo que el Festival pueda permitirse! Acaba su tarea muy tarde, pero con la satisfacción de un trabajo bien hecho. Se ha ganado la gratitud y un buen puñado de propinas.
El olor aún está en su ropa cuando llega a casa. Sabe que la cena no será gran cosa. Arroz blanco, igual que ayer. La música no ha desaparecido de su cabeza. No lo hará mientras siga llenando esa enorme vasija de relucientes monedas.
Aguanta, pequeña. No queda mucho para que tú también puedas tener tu propio patio. Para que sean tus flores las que asombren a los visitantes. Para que vuelvan a llamar la atención de otra niña, tan trabajadora como tú…
Patios es, sin lugar a dudas, el juego más ambicioso de Átomo. Es un homenaje a una tradición andaluza que brilla con luz propia. El acercamiento a sus costumbres, no sólo a nivel nacional. El hecho de estar ante una edición internacional, con distintos idiomas, ya muestra las intenciones.
Su autor refleja la esencia del Festival de los Patios Cordobeses de una forma magistral. Sabe de lo que habla, lo que plasma muy bien en cada mecánica. En cada posibilidad que libera al jugador. Revive las sensaciones de esta fiesta. Las presenta a quienes no las hayan conocido.
En un año tan complicado como éste, Patios supone un toque de alegría. Es una vuelta al pasado y una mirada al futuro. Un olvido de la realidad, con el que viajar a un mundo mejor. A un panorama en el que el delicado olor de las flores y su color lo dominan todo.
No está solo. La editorial ha creído que el trabajo de Javier Inkgolem encajaría con el proyecto. No se equivocaban. Estamos ante uno de los juegos de mesa más bonitos del año. Su estética enamora a simple vista.
Los dibujos realizados a mano recrean, al detalle, cada planta y cada balcón. Los personajes están llenos de vida. No se necesitan pinceladas precisas para recoger el alma en la expresión de la aguadora. La experiencia de la vecina. La inocencia de los niños. Nos perdemos entre los acordes del guitarrista. En el ritmo de la bailaora.
La propia portada, capaz de llamar la atención en la estantería de cualquier tienda, ya es un anticipo de todo lo que contiene. Abrir la caja es descubrir un cofre del tesoro y formar parte de un universo que no querremos cerrar.
Ayudará a su popularidad el carácter familiar. Se aleja de la línea para el público infantil, tan común en el catálogo de Átomo, para llegar a todo tipo de personas. La experiencia ayuda a alcanzar la victoria, pero no es determinante a la hora de acercarse a sus mecánicas.
Las reglas son sencillas. Tal vez, no podremos alejarnos del manual en unas cuantas partidas, pero el esfuerzo merece la pena. Estamos ante uno de esos títulos que enganchan a medida que pasa el tiempo.
En una primera partida, nos familiarizaremos con las instrucciones. Saldremos del posible lío causado entre principio y final de la fila, para empezar a descubrir efectos. Los personajes cuentan con unos símbolos que requerirán de un recordatorio antes de ser explicativos por sí mismos.
Las mejoras, por su parte, no tienen iconos. La ilustración es la gran protagonista, pero a cambio, se sacrifica rapidez y dinamismo. Haremos uso de la memoria para asimilar sus usos desde la segunda partida.
A falta de alguna guía resumen o de una revisión del manual de cara a una segunda edición, también tiraremos de instrucciones en la puntuación de cada ronda. Tal vez, también en la final. O a la hora de recordar la utilidad de las monedas.
¿Ya tenemos toda la información en la cabeza? Será a partir de ese momento cuando disfrutemos, al máximo, de Patios. Emula una colocación de losetas, con elementos propios de un ‘set collection’.
Una primera predisposición de las cartas, combinadas con el azar de la muestra, marcará las pautas a seguir. Siempre querremos tres cartas de maceta del mismo color, como mínimo, ¿pero cuáles?
Los personajes visibles, con combinaciones cambiantes ya no sólo por partida, sino por ronda, tendrán la clave. Con ellos, convertiremos la zona propia en colorido. Tres flores azules, una roja y una verde. La toma de decisiones constituye la esencia, con una mirada puesta a los demás.
Buena parte de los personajes potencian la interacción con los rivales. Nos llevaremos una maceta o un balcón, pero si hay más, los demás también. Tomaremos cartas del mazo, escogiendo una para nuestro pozo y pasando las demás.
De esta forma, no hay beneficio sin consecuencias. No todo es paz, por lo que la maldad puede hacer acto de presencia. Así, recurriremos a un personaje cuando no queden cartas en la muestra para los demás, a no ser que lo necesitemos a vida o muerte.
Una aguadora puede sacarnos de un apuro, ¿pero y si también ayuda al contrario? Esta búsqueda del equilibrio nos plantará en medio de dilemas constantes. ¿Qué carta intercambio con el patio de la derecha? ¿A quién me busco de aprendiz? La interacción, por tanto, está muy presente aunque cada uno actúe en su propio patio.
El riesgo no falta a la cita. Podremos optar por un personaje cuyo efecto, a priori, no puede realizarse. Tendremos la oportunidad de reemplazar la muestra una vez. Saldrá muy bien o muy mal, pero en determinados momentos merece la pena.
El espacio en el patio llega a ser limitado. Supone que las decisiones continúen. Querremos macetas para los tríos, pero también patios. Y ya se sabe, ocupan espacio. Funcionan como objetivos individuales. Cuantos más acumulemos, más puntos podremos ganar, siempre y cuando cumplamos los requisitos.
Esta opción crea numerosas estrategias. Estarán aquéllos que intenten ir a lo seguro, con muy pocos patios que, quizás, completen. También, los jugadores que creen que podrán completar un buen número. Todo es posible, pero siempre con esfuerzo, como el propio Festival.
Lo que queda claro es que acaparar no es la mejor opción. No puntuaremos todos los balcones si nos llenamos de ellos. En el caso de las mejoras, pueden ser robadas si no las utilizamos y se agota el mazo. Es importante aprovechar el tiempo y valorar en qué momento haremos reformas, ya que perder dos puntos puede suponer mucho.
Influiremos en el propio final de la ronda, con el guitarrista que acerca o que aleja a los visitantes. Este control es algo que muchos participantes valorarán. Será un tiempo extra para conseguir esa maceta que tanto necesitamos, una caña o, por descontado, para frustrar al contrario.
En Patios existen dos elementos que pueden cambiarlo todo: las cañas y las monedas. Las primeras son imprescindibles si queremos aprovechar la ronda. Las jugaremos al momento, para regar una carta, o les buscaremos un espacio privilegiado.
Casi siempre obtendremos flores secas (o las secará el propio sol), de ahí que siempre precisemos de agua. La aparición del sol también puede controlarse, dejando que llegue a la primera posición o enviándolo atrás tras utilizar su efecto. Si nos pilla sin un buen aprovisionamiento de agua, perderemos cartas secas.
Por su parte, las monedas no son las grandes protagonistas, pero tampoco deben descuidarse. No sólo suman medio punto al final de la partida, sino que se utilizan para ser el aprendiz de alguien (deseosos de una mejora) o para tomar cartas de la muestra. Se consiguen con los aprendices y con el guitarrista y la bailaora.
No hay unos efectos mejores que otros, sino que dependen del momento en el que se efectúen. Esto es fruto de un buen trabajo de testeo. Se refleja en la puntuación de cada ronda y en la preparación de la siguiente.
En resumen, quien más tiene es quien más pierde de cara a la nueva ronda, de ahí que no veamos quién se va a llevar la victoria hasta completarse la última. Podemos empezar muy bien y caer en picado, por lo que descuidar una ronda será el mayor de los errores.
La rejugabilidad es máxima. Funciona con cualquier número de jugadores, ajustando las cartas de la muestra y las tarjetas de personaje bocabajo. Lo negativo es que, a dos, se pierde la emoción de ser elegido como aprendiz. A cambio, se incrementa la posibilidad de aplicar el despiste. Se completa con distintas variantes.
Aparecen la eliminación de ciertas cartas, para las partidas con niños pequeños, o una cuarta ronda. Activaremos la memoria, al no poder mirar las flores secas, o viviremos finales de partida con otros criterios.
Esta primera edición es el homenaje más perfecto hacia Córdoba, donde estética y mecánica conforman un todo. Es la presentación al planeta de una tradición que merece la pena conocer. El agradecimiento que necesitaba una ciudad que ha dado tanto al sector de los juegos de mesa.
COMPONENTES DE PATIOS
- 76 Cartas de Flor (maceta, caña y balcón)
- 7 Cartas de Mejora
- 5 Cartas de Pozo
- 9 Tarjetas de Personaje
- 61 Fichas de Puntuación
- 5 Monedas
- Instrucciones (castellano, inglés, alemán, chino)
One thought on “Patios, el agradecimiento a la ciudad de los juegos de mesa”
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