Kai-Zen, el equilibrio y la armonía en la colocación de losetas

Kai-Zen

El quinto elemento existe. Algo me dice que está ahí, esperando ser descubierto. Con él, llegará el equilibrio. La sabiduría, la tranquilidad y la gloria. Es momento de analizar antiguos pergaminos y de buscar la armonía entre clanes. De combinar los poderes del agua, del fuego, de la tierra y del aire. Así es Kai-Zen.

 

UN ABSTRACTO EN JAPÓN DEL SIGLO XII

Kai-Zen es un juego de mesa de 2 a 4 participantes, con competiciones de 20 minutos, recomendado desde los 10 años. Lo firma Pablo Jiménez, quien ya cuenta con Monetes, Boom Party! y VooDooM en el mercado.

Ilustrado por 221B Studio, ya está disponible de la mano de Last Level Games, con componentes independientes del idioma e instrucciones en castellano e inglés. Se presenta en caja grande.

Kai-Zen

Nos trasladamos hasta Japón del siglo XII, como miembros de una escuela de artistas y artesanos. En la composición de emakis, es decir, de pinturas en pergamino, buscaremos el quinto elemento.

Mientras extraemos retazos de pergaminos antiguos y confeccionamos nuestras obras, agruparemos los clanes de la mejor forma posible. El poder de los cuatro elementos naturales, combinados con inteligencia, se traducirá en grandes beneficios. Sólo uno descubrirá el preciado Kū, alcanzando el mayor grado de sabiduría.

 

KAI-ZEN: UNA PARTIDA

Antes de empezar, preparamos el escenario. Mezclamos todas las losetas de pergamino y rellenamos los espacios del tablero central con ellas, boca arriba. Cubriremos tres o cuatro columnas, en base al número de jugadores.

Las restantes conformarán una pila, boca abajo. Se dejará al alcance de todos, junto a las tres losetas de bonificación. Tomamos una de elemento, al azar, para completar el tablero.

Se cogen dos dados por jugador y se lanzan, para colocarlos al lado de cada fila, atendiendo a su valor. En ningún momento habrá más dados que losetas en la fila, volviendo a lanzar aquéllos que incumplan esta regla.

Cada participante recibe su tablero individual. Tras decidir quién será el inicial, comienza la partida. Tiene una duración de ocho rondas.

Kai-Zen

Una ronda de juego

El jugador activo lleva a cabo su turno. Consiste en tomar un dado y la loseta que quiera de esa misma fila. A continuación, la coloca en un espacio libre de su tablero individual.

El siguiente, en sentido horario, sigue estos dos pasos. El último vuelve a repetir turno, seguido por los demás, en sentido antihorario, hasta llegar al inicial. De esta forma, todos habrán tenido dos turnos.

Se prepara la siguiente ronda, reponiendo los espacios del tablero central con nuevas losetas (menos los que tienen un símbolo de Yin-Yang). Se lanzan los dados para dejarlos junto a sus filas, como en la preparación inicial. El primer jugador será el de la izquierda del anterior.

Seguimos la misma mecánica. Cuando alguien complete una región con cuatro losetas de su mismo clan podrá reclamar la bonificación de x1, tomando su loseta. Al completar dos, la de x2; con tres, recoge la bonificación de x3. Podrán ir a parar a un mismo jugador o a distintos.

Kai-Zen

Fin de la partida

Tras la octava ronda, todos habrán completado los espacios de su tablero. Se calcula la puntuación, con ayuda de la correspondiente hoja.

Se obtendrán cinco puntos por cada línea, ortogonal o diagonal, de pergaminos con el mismo elemento. Dos por las que tengan los cuatro elementos distintos. Sumamos un punto por cada pergamino ubicado en su correspondiente región (dragón, samurái, monje y campesino). Se añaden dos adicionales si se tienen cuatro iguales en su misma región.

Aquéllas regiones con cuatro elementos distintos se traducen en tres puntos y se libran de la lucha de clanes. El jugador con más pergaminos con el elemento maestro (visible en el tablero central desde el inicio de la partida), suma tres puntos. Se añaden los de las losetas de bonificación.

Por último, se resuelve la lucha de clanes, en función de la jerarquía: dragones, samuráis, monjes y campesinos. Se produce cuando en alguna región haya algún clan que no se corresponda con su región.

Siguiendo la jerarquía, se eliminan las losetas pertinentes, restando un punto por cada una. El ganador será quien tenga la mayor cantidad de puntos.

 

KAI-ZEN: CONCLUSIONES

¿Meditación? Sí. ¿Paz y tranquilidad? Ninguna. Aunque parezca contradictorio, es lo que está ocurriendo. La primera vez que visité la escuela, todo mi cuerpo se llenó de calma. La realidad, ahora que estoy dentro, es completamente opuesta.

Todos queremos encontrar el equilibrio, lo que implica una guerra constante. Tendrías que vernos extrayendo retazos de los pergaminos antiguos. Las ansias por las mejores partes nos llevan a destrozarlo todo a nuestro paso.

Kai-Zen

Estamos ante una carrera por la sabiduría máxima. No existen miramientos. Tirarnos de los pelos no ha supuesto el bien común, pero quizás, sí el bien individual. Para nuestra desgracia, queda lo peor: la lucha entre los clanes que hemos agrupado.

Nuestras peleas resultarán pequeñas, comparadas con lo que se nos viene encima. Los dragones no están dispuestos a compartir su región con nadie. Rugen. ¿Y los samuráis? Parece que tampoco. Algo me dice que, una vez más, los campesinos serán los grandes perjudicados.

Kai-Zen es un juego abstracto que gira en torno a la estrategia y a la planificación. A través de unas mecánicas muy sencillas, damos forma a un tablero que podrá convertirse en una ensalada de puntos. O en el mayor de los desastres.

Recurre a la colocación de losetas, de tal forma que cada posición importa. Una loseta colocada tendrá un enorme peso en el porvenir, no sólo para ella, sino para las que la rodean. Para las de su región y filas. Atenderemos a sus símbolos de clan y de elemento para jugar con las combinaciones.

Kai-Zen

Trataré de crear líneas de pergaminos con un mismo elemento, aunque sin descuidar las que tienen los cuatro. Por descontado, intentaré no mezclar clanes. Lo ideal es colocar cada uno en su región. Ya que estoy, mejor si tienen elementos distintos.

¿Explota la cabeza? Posiblemente. Evitar la lucha de clases nos alejará de futuros problemas, traducidos en puntos negativos (a no ser que hayamos alcanzado el equilibrio). La jerarquía resonará en nuestra mente una y otra vez. Dragones, samuráis, monjes y campesinos. Dragones, samuráis, monjes y campesinos. Dragones, samuráis, monjes y campesinos.

En una competición contra el azar en la disposición de las losetas y de los dado, la tarea no sería sencilla. Si a esto le sumamos que seremos hasta ocho manos, todo se complica de principio a fin.

Me quitarán la loseta que tanto necesitaba, obligándome a trazar un nuevo plan. Me la quedaré yo, sin un motivo justificado más allá de frustrar estrategias. El equilibrio entre el beneficio propio y la ruina de los oponentes marcará muchas de las partidas.

La interacción comienza ahí. Cada ronda, los dados nos indicarán de qué filas podremos tomar losetas. Es uno de los puntos maestros del juego, no sólo por dar forma a una rejugabilidad infinita, sino por obligarnos a improvisar sobre la marcha. Originalidad máxima.

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Podemos estar viendo unos jugosos dragones, pero no poder escogerlos por no haber dados en esa fila. Tal vez, sólo haya uno. Debemos jugar con la observación si queremos grandes resultados, apostando por lo que a priori escasea. Por supuesto, sin salirnos de nuestra línea.

No sería muy lógico llevarnos un dragón, sólo porque el de la derecha se muera por él, y estar obligados a colocarlo en un clan en el que se cargaría tres losetas. Nos movemos hacia unos objetivos comunes, sin asimetría.

Siguiendo con la interacción entre jugadores, formamos parte de una carrera por las tres escasas fichas de bonificación. Irán a parar a quienes completen regiones, con sus respectivos clanes, antes que los demás. Ser rápido está premiado.

¿Merece la pena renunciar a otros futuros puntos, rompiendo filas, en beneficio de estas bonificaciones? ¿Dejar escapar esa loseta tan maravillosa? Sólo la propia partida tiene las respuestas. No consiste en renunciar a todo sólo por el ansia de ser el primero, pero en ocasiones un pequeño sacrificio no vendrá mal.

Por si no hubiera suficiente, la pelea de leones continúa con el elemento maestro, cambiante en cada partida. Implica seguir con un ojo pegado al tablero de al lado. Introduce la atractiva mecánica de las mayorías, también con su toma de decisiones.

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No es fácil unir el panorama con la libertad para dar forma al pergamino. Kai-Zen se traduce en trasladar losetas del tablero central al individual de la forma más inteligente. No siempre aparecerá ese samurái de fuego. El campesino de agua.

Adaptarse y reinventarse supone estar ante un título sencillo de entender, pero difícil de dominar. Las reglas quedarán asimiladas desde la primera ronda. Me quedo con un dado, para tomar una loseta de su fila, y la pongo en una casilla libre de mi tablero. Y así hasta el final de los tiempos.

Todo tipo de jugadores podrán acercarse a Kai-Zen, sin importar su experiencia. Sin embargo, llegarán a valorarlo los amantes de la estrategia, de la planificiación, del silencio y de la concentración. De la esencia que desprenden los abstractos. De quienes buscan beneficios al esfuerzo.

Con turnos tan rápidos, la experiencia es tan rápida a dos como a cuatro. Los duelos no tienen desperdicio. De nuevo, vuelven los dados para que todo funcione. Así, a medida que se reduce el número de personas, también lo hace el de los dados. Es la forma de continuar con las peleas por unas losetas siempre limitadas.

La simplicidad de turnos permite que todo el esfuerzo recaiga en la construcción del pergamino. No obstante, también es común perderse un poco (de ahí que los habituales jueguen con ventaja). ¿Eran los elementos iguales los que otorgaban más puntos? ¿Cómo se conseguía el equilibrio?

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En los propios tableros encontramos unas pequeñas guías que, aunque no llegan a ser explicativas por sí mismas, sí que servirán como recordatorio una vez que hayamos asimilado las reglas.

Son tantos los puntos que deberemos tener en cuenta que los pequeños errores pueden aparecer en más de un encuentro, con sus consecuencias negativas. Un truco es tener una hoja de puntuación a mano, para no olvidarnos de nada. A diferencia de los tableros, es especialmente clara.

Esa exigente jugabilidad se enmarca en un diseño a base de trazos e iconos reconocibles, acordes con la temática japonesa. Es otra apuesta más por la sencillez sin distracciones, repitiendo símbolos hasta hacerlos nuestros.

Todo ello se guarda en una caja de gran tamaño, con un espacio central para las losetas. Tanto éstas como los tableros tienen buen gramaje, por lo que habrá Kai-Zen para rato.

 

COMPONENTES DE KAI-ZEN

  • 80 Losetas de Pergamino
  • 4 Losetas de Elemento
  • 3 Losetas de Bonificación de Clan
  • Loseta de Yin-Yang de Jugador Inicial
  • 8 Dados
  • 4 Tableros de Emaki Individuales
  • Tablero de Emaki Central
  • Bloc de Puntuación
  • Instrucciones (castellano, inglés)