Si alguna vez has vivido en un barrio pequeño entenderás de lo que te hablo. Sé que todos dicen que su aldea es la más especial de todas, pero en mi caso es que es verdad. Te lo cocojuro. ¿O debería decir que lo era?
Nací entre algodones. No sólo crecí rodeada del cariño de mi familia, sino de mi comunidad. Los de la cabaña de al lado me cuidaban cada tarde. Tenían hijos de mi edad. Ya te puedes imaginar qué infancia más bonita: playa, atardeceres y juegos en la arena y en la selva.
Cada vecino es como un padre. Un tía. Una prima. Somos trabajadores, pero nadie nos quita lo de disfrutar de la vida. Le ganábamos terreno al paraíso durante la preparación de los festivales. La felicidad era indescriptible durante la fiesta, al son de las mejores melodías. Te estás preguntando la razón por la que hablo en pasado, ¿verdad? Ya te adelanto que no queda nada de todo eso… La guerra interna empezó hace unos meses. Así es La Cocosecha.
LA COCOSECHA EN VERKAMI
La Cocosecha es el nuevo juego de mesa de VetaLúdica. Bajo este sello, se encuentra inmerso en una campaña de búsqueda de financiación en Verkami. Si alcanza su meta inicial, marcada en 4.500 euros, será una realidad en septiembre de este año.
Su precio es de 26 euros. La recompensa incluye el juego, los extras que logren desbloquearse y los gastos de envío a Península y Baleares. Podemos sumar un tapete, una camiseta y una taza incrementando esta cantidad.
Creado por Jairo Sánchez e ilustrado por Desirée Acevedo, estamos ante una competición entre 2 y 4 jugadores. Está indicada desde los 8 años, con partidas de 30 minutos de duración.
Nos trasladamos hasta una tranquila isla, como supimos en su presentación. O, al menos, lo era. Este año los cocoteros no han producido lo suficiente y, puesto que es el bien más valioso, el pánico entra en escena. Los habitantes harán todo lo posible por llevarse los escasos cocos. Abducciones incluidas.
LA COCOSECHA: UNA PARTIDA
Antes de empezar, desplegamos el tablero en el centro de la mesa. Situamos un coco en las casillas de palmera marcadas con una tortuga. Cada jugador escoge un color y coloca su peón en la cabaña correspondiente. Recibe su panel y cinco cartas. Las cartas sobrantes conformarán el mazo de robo.
El número de participantes determina la reserva de cocos. Se deja junto a la de vallas, el dado y el mazo. Comenzamos la competición. El turno consiste en realizar una acción, a escoger entre tres disponibles.
Jugar cartas
Con esta posibilidad, jugamos tantas cartas de la mano como queramos para aplicar su efecto. Las descartamos tras su uso. Al final del turno, se roban cartas del mazo hasta volver a tener cinco.
Existen distintas cartas. Con las de movimiento, avanzamos nuestro peón tantos espacios como se indique en la carta, tanto en horizontal como en vertical. No podremos atravesar vallas. Tampoco pasar por casillas de palmera, a menos que queramos recoger un coco que hubiera en ella o robárselo a otro jugador. No necesitamos un número exacto para recolectar un coco ni para dejarlo en nuestra cabaña (panel).
La carta de producción de coco sirve para lanzar el dado. Situamos un coco de la reserva en una palmera que contenga el símbolo del dado. Si no quedan cocos, descartamos la carta y robamos una nueva.
Con la abducción, desplazamos cualquier peón (incluido el propio) a una casilla de abducción. Existe la carta que nos permite robar las dos primeras del mazo y la que se utiliza para quitarle una de la mano a un oponente.
La carta de robar coco ofrece la posibilidad de robar un coco de la cabeza del peón de un rival o de su cabaña. Con la carta de valla, ponemos una ficha de valla sobre cualquier espacio con tablas de madera. La intención es impedir el paso, aunque no está permitido impedir el paso en su totalidad. Por último, la carta de stop anula cualquier otra acción, pudiendo jugarse fuera de turno. Anula también otro stop.
Descartar cartas
Descartamos todas las cartas de la mano que queramos y robamos para tener, de nuevo, cinco.
Pasar el turno
Si queremos conservar las cartas de la mano, pero esperar un poco para utilizarlas, podemos escoger la opción de pasar turno. La mano no se repone.
Fin de la partida
La partida finalizará en el momento en el que alguien tenga cinco cocos en su panel. Habrá ganado la carrera.
LA COCOSECHA: CONCLUSIONES
Como te decía. De la más absoluta tranquilidad y armonía pasamos a una batalla que parece no tener fin. El cambio se produjo en cuestión de meses. Verás. Nuestra base económica son los cocos y, por circunstancias de la vida, este año los cocoteros no han dado suficiente fruta.
Primero llegaron las reuniones entre las mentes más sabias de la comunidad. De poco sirvieron. Las puertas de las cabañas comenzaron a cerrarse. Dijimos adiós a los festivales. Las miradas de amor se tradujeron en rencor. ¿Has olvidado que me criaste como a un hijo? ¿Que mis padres enseñaron a los tuyos el poder de la lectura? Parece que sí.
Si algo he aprendido de todo esto es que la vida cambia en cuestión de momentos. Que si los recursos escasean, somos capaces de lo peor. Hasta de robarnos los unos a los otros. Un momento, ¿eso de ahí es un ovni? ¿De dónde diantres lo has sacado?
Nunca había pasado tanto miedo como con esa abducción. Sinceramente, creía que me moría. Lejos de ser tu mejor arma para arrebatarme un par de cocos, se ha convertido en la mía. Ha sido la que ha alimentado mi odio. La responsable de traspasar la rabia de tus ojos a los míos. De acuerdo, estoy dentro. Tampoco van a importarme los recuerdos. Ya no. Si tengo que entrar en tu cabaña y arrebatarte cada fruta, lo haré. Y pienso llevarme la victoria.
La Cocosecha es una fusión entre tablero, cartas y dado. Funciona como un juego de cartas con turnos rápidos y directos, marcados por los ataques constantes y por un buen equilibrio entre acción y defensa. Como una carrera por el tablero. No hay un marcador por el que avanzar, sino que esa carrera se basa, en parte, en un pick-up and deliver.
Gestionaremos la mano de cartas. Intentaremos proteger nuestro progreso mediante vallas, cartas de stop y posiciones óptimas. La interacción entre jugadores es altísima. De hecho, La Cocosecha no se entendería sin esos obstáculos, abducciones y robos de cartas y de cocos.
Toma la forma de reto familiar, a través de unas reglas sencillas. La disposición de las cartas del mazo y el resultado del dado garantizan la rejugabilidad, por lo que es posible aplicar tácticas distintas en unas partidas y en otras. Gracias a esos turnos rápidos de los que hablábamos, no esperaremos demasiado en partidas a 3 ni a 4 jugadores.
Estaremos impacientes por jugar nuestras cartas. Aquéllas que sorprendan al rival con algo que no esperaba. Hemos disimulado bien y es momento de contraatacar. De recuperar lo que es nuestro. O lo que nunca lo ha sido. Da igual. Lo importante es acumular cocos lo antes posible y llevarlos a la cabaña. Por supuesto, protegernos en la medida de lo posible.
Los cocos escasean. No es imposible ganar sin robar, pero no es lo habitual. De hecho, las partidas más divertidas son aquéllas en las que todos estamos picados. En las que nos impulsamos por las ansias de venganza.
Nos abduciremos a nosotros mismos para estar más cerca de ese coco. De la cabaña. Guardaremos un par de cartas de stop, pero sin gastar el espacio limitado de la mano. Moldearemos el escenario con una colocación de vallas estratégica. Será más difícil que accedan a mi cabaña. Más complicado que regresen a las suyas. Ralentizaré los avances ajenos.
La acción más efectiva, por descontado, es la de jugar cartas. Sobre todo, sabiendo que las cartas ganadas en el turno podremos utilizarlas al momento. Eso sí, no debemos subestimar las otras dos. Al descartas, estaremos obteniendo una mano casi nueva. Al pasar, no perdemos las cartas tan valiosas, sino que las reservamos para el momento exacto con una sonrisa de orgullo. Se van a enterar. A ser posible rápido, ya que los cocos vuelan y los finales de partida llegan sin esperarlos.
A 2 jugadores competimos en un mapa del mismo tamaño. La interacción decrece un poco, pero al haber menos cocos en la reserva, también estamos obligados a coincidir en las mismas casillas. A practicar el juego del gato y del ratón, con roles que se intercambian en cada turno. Te estaba persiguiendo hace un minuto, pero ahora huyo despavorida. Al tener sólo un oponente a por el que ir, podemos sentirnos algo frustrados si no tenemos las cartas adecuadas.
Entender sus reglas nos llevará un par de minutos. Explicarlas, también. No presentará dificultades aunque no seamos habituales a los juegos de mesa. Por si el caos se nos queda corto, su autor propone un modo locura. En él, sólo jugamos con un coco. Ya imaginarás que volarán cabezas cuando se trata de llevar ese único coco a la cabaña.
La Cocosecha, en la versión de su prototipo, se presentaba con una portada que recordaba a las pelis de Disney. Parece haber cambiado, al igual que las cartas, como se puede comprobar en las imágenes que acompañan a la campaña de búsqueda de financiación. Las dos dimensiones hacen acto de presencia mediante una representación bastante más sencilla.
Ya en el interior de la caja, nos topamos con un tablero y con unas cartas funcionales. No dejan de lado la inmersión, por suerte. No hay texto. Los efectos de las cartas son claros desde la primera partida. Por los tonos escogidos, no son pocos los que ven un reflejo del logo de Supervivientes en las cartas.
Lo que más llama la atención es el peón de cada jugador. Son figuritas de madera que cargan fichas de coco en sus cabezas. Al menos, hasta que los más torpes las vuelcan. Lejos de arruinar la experiencia, estas caídas frecuentes van a juego con el humor que desprende La Cocosecha. Proyecto, por cierto, creado en Sevilla cargado de cariño. No puede competir con los más grandes en producción, pero sí en toneladas de ilusión.
COMPONENTES DE JUEGO
- 77 Cartas
- 17 Fichas de Coco
- 12 Fichas de Valla
- 4 Peones
- 4 Paneles de Cabaña
- Dado
- Tablero
- 3 Cartas de Ayuda
- Instrucciones (castellano)
Las fotografías tomadas para esta reseña corresponden a su prototipo, por lo que no reflejan un diseño final.