Reinventar un juego clásico es tan complicado como crear uno desde cero. Es preciso conocer los puntos fuertes y débiles del original y tomar lo mejor para combinarlo con mecánicas nuevas. Sabremos que el trabajo estará bien hecho al aportar las suficientes mejoras como para atraer, incluso, a quienes comienzan a aborrecer el clásico.
Pot de Vin, disponible en castellano desde hace unos días, toma como referencia la mecánica de la Brisca. Al combinarla con las cartas especiales y con los elementos propios de un ‘set collection’, se crea una propuesta adictiva, altamente interactiva y catalogada como «fácil de aprender, pero difícil de dominar». Reseñamos esta novedad.
LA BÚSQUEDA DEL FAVOR DE LOS GREMIOS
Pot de Vin es un juego de mesa de 3 a 6 jugadores, con partidas de 30 minutos. Recomendado a partir de los 14 años, es una creación de Fel Barros y Warny Marçano. Su diseño e ilustraciones corren a cargo de Luis Francisco y Weberson Santiago.
Siguiendo su relación con ThunderGryph Games, Tcg Factory ha iniciado el mes de junio con la publicación de su edición en castellano. El que es su tercer juego de mesa, tras Tao Long y Dead Man’s Doubloons, nos traslada a una época de incertidumbre.
El golpe de estado ha causado un vacío de poder, por lo que es momento de ganarse el favor de los gremios. Se hace necesario recurrir a la astucia y a la prudencia y dominar todo tipo de trucos. Al fin y al cabo, ningún gremio querrá tener una mala reputación, salvo que pueda sacar un enorme beneficio de ello.
El resultado es un juego de cartas estratégico donde tratar de obtener las cartas acordes al plan, ronda tras ronda. Las cartas ganadas forman parte de una colección visible que, en un abrir y cerrar de ojos, podría ser un bufet libre de puntos positivos. O negativos.
POT DE VIN: UNA PARTIDA
Se coloca el tablero en el centro de la mesa y se barajan todas las cartas. El tamaño del mazo de bazas estará determinado por el número de jugadores, así como las cartas y las gemas de soborno que se reparten a cada uno. Los participantes reciben, también, una carta de tesoro.
Tras desvelar la primera carta del mazo de bazas (mostrándose la baza de la primera ronda), comienza el juego. El jugador inicial empieza la ronda jugando una carta de su mano. Le sigue el siguiente, y así sucesivamente.
Tendrán dos opciones. Con la primera, podrán recurrir a una gema de soborno, para no jugar ninguna carta de su mano. Con la segunda, estarán obligados a poner en juego una carta del mismo personaje que el inicial. Si no tuvieran, podría bajar cualquier otra.
Cuando todos hayan bajado una gema o una carta, se pasa a la resolución de la ronda. El ganador será quien haya jugado la carta del personaje inicial con un valor más alto o el propietario del personaje baza más alto. Éste se lleva todas las cartas (incluida la baza) y las posibles gemas jugadas.
Gira las primeras 180º, de tal forma que queden visibles los símbolos y los colores para organizarse en columnas. Las gemas se sitúan sobre su carta de tesoro. Se descubre una nueva carta del mazo de bazas y se inicia otra ronda, comenzando por el ganador de la anterior.
La partida finaliza al agotarse ese mazo de bazas, procediéndose al recuento de puntos. El primer paso es asignar los comodines a las distintas columnas, ayudándose de la libreta de puntuación.
Tener uno, dos y tres símbolos de un mismo gremio reporta uno, tres y seis puntos, respectivamente. Sin embargo, haber reunido cuatro, cinco y seis resta uno, tres y seis puntos. Con siete símbolos idénticos en la columna, el jugador se sumaría diez puntos. Con ocho, quince.
Tras haber sumado los provenientes de cada columna, se comprueban cuantas cartas de Pot de Vin se han obtenido. Con una, dos y tres, se restan uno, tres y seis puntos, respectivamente. Al tener las cuatro, se añaden diez puntos.
Se suman y se restan las bonificaciones de las cartas especiales y se añade un punto por cada gema sobre la carta de tesoro. El ganador será quien tenga la mayor cantidad de puntos.
POT DE VIN: CONCLUSIONES
En su presentación, Tcg Factory calificaba Pot de Vin como el primer juego de la línea «abrir y jugar». Nada más lejos de la realidad. Aunque es recomendable leer sus instrucciones antes de empezar, si optamos por no hacerlo no tendremos grandes dificultades.
Su sencilla y estructurada mecánica, siguiendo la base de la Brisca, permite hacer uso de la intuición y de la misma lógica. Las útiles cartas de ayuda, tanto para localizar cartas como para puntuar, hacen el resto. Sin embargo, si todo es tan simple, ¿por qué está recomendado a partir de los 14 años?
Aunque puede disfrutarse sin problemas con niños acostumbrados a los juegos de mesa, su enorme protagonismo de la estrategia es la responsable de su calificación. Como explicábamos antes, estamos ante una propuesta «fácil de entender, pero difícil de dominar». Así, obtener la victoria frente a jugadores expertos no es moco de pavo.
Cada ronda sería más o menos sencilla si tratásemos de ganarla. Para nuestra desgracia, llevarse todas las cartas en una puede arruinar colecciones enteras, por lo que la atención y la concentración serán las encargadas de guiarnos en una toma de decisiones constante.
Decidir si jugar una carta o una gema de soborno (siempre que nos queden) es sólo la primera de las elecciones. Recurrir a un personaje o a otro ya será un auténtico quebradero de cabeza, sobre todo para el jugador inicial. Una vez más, vuelve a ser más complicado asumir este papel que el del último.
En Pot de Vin existen dos tipos de jugadores. Están aquéllos que observan su colección, tratando de acumular determinados símbolos o de rechazar otros tantos. Por otro lado, aparecen los que están atentos a su propia colección, pero también a la de los rivales. Si además llevan la cuenta de qué cartas quedan por aparecer, vencerles será el mayor de los desafíos.
Convertirse en uno de los segundos no es algo demasiado habitual, ya que requiere de años de práctica en juegos estratégicos. Si nos topamos con uno, y no somos como él, le esperarán numerosas partidas por delante. Ya se sabe, no hay nada más adictivo como tratar de superar a un maestro.
El caos es otra de las señas de identidad de Pot de Vin. Las jugadas inesperadas (más que frecuentes) cambiarán nuestra colección para bien o para mal. Al igual que ocurría en Sushi Go!, tener un determinado número de cartas convierte los puntos positivos en negativos o a la inversa. Por tanto, la gestión del riesgo también está presente entre las decisiones.
¿Me arriesgo al tratar de conseguir otro símbolo del gremio de los artistas por si en un futuro obtengo más? ¿Me conformo con los seis puntitos de mis tres símbolos a riesgo de obtener el fatídico cuarto símbolo al final de la partida? ¿Me lo quedo sólo para que el de la derecha no se lleve también el de los asesinos?
Centrarse en un único gremio o equilibrar todos también será decisión del jugador, siendo ambas válidas opciones siempre que sepan llevarse a cabo. Entre este «imposibilidad» por tenerlo todo controlado, aparecen pinceladas del sistema de mayorías sabiendo que los símbolos son limitados.
Todo ello crea intensas partidas, repletas de tensión y nervios. Esta novedad es capaz de revolucionar un juego básico por completo, tomando sus mejores características y añadiéndole emoción y rejugabilidad infinita. Al fin y al cabo, el reparto aleatorio de las cartas nos hará cambiar de planes de una partida a otra.
Poder ver las colecciones de los demás en todo momento es la aliada perfecta de la estrategia. No sólo nos permitirá llevarnos las cartas que mejor encajarían en ella, sino obligarles a añadir las que arruinarían todo. Renunciar a un par de puntos, con tal de que otro se anote unos cuantos negativos, no tiene desperdicio.
Funciona a las mil maravillas en partidas con tres jugadores y también con seis. A partir de los cuatro, se aplican unas cuidadas competiciones por equipos. Puntuar las columnas de menor tamaño de los gremios que coincidan entre una pareja se conforma como su gran atractivo.
Este nuevo acierto de Tcg Factory, ideal para las tardes de verano al aire libre, encantará a los amantes de la estrategia, independientemente de su habilidad con ella. Sorprenderá por sus partidas dinámicas, repletas de elementos originales, y hará las delicias de los aficionados a los ‘set collection’.
Una vez descubierto, resulta obligatorio mostrarlo a quienes han disfrutado de la Brisca y de los juegos de cartas tradicionales durante años (si es con los abuelos y la magia que desprenden, mejor todavía). Descubrirán una nueva forma de jugar, con muchos más alicientes que la original.
Tanto es así que volver a disfrutar del clásico después de descubrir a este hijo de la Brisca y Sushi Go! habrá perdido cualquier aliciente. Aunque no le habrían venido mal otras cartas especiales, con las que robar cartas de otras colecciones, estamos ante un juego muy completo en todos los aspectos. Incluido en su apartado estético.
Nos pueden gustar o no sus ilustraciones pintadas a mano, pero resulta claro que aportan un estilo diferente. Las letras metalizadas de su portada, con sus distintos tonos en base a la luz reflejada, serán sólo la presentación de lo que se muestra en su interior.
Las cartas, las gemas, la libreta, el tablero y el lápiz tienen sus correspondientes espacios en su precioso inserto, a juego con todos los componentes (a retirar si optamos por enfundar). Mientras que las cartas siguen manteniendo esos tonos metálicos como seña de identidad, la libreta es una de las más útiles que se pueden encontrar.
Divide sus casillas en colores, de tal forma que organizar la puntuación es una tarea muy sencilla. Por su parte, quizás su tablero resulte algo innecesario. Sobre él sólo colocaremos dos cartas, por lo que prescindir de él siempre será una opción.
COMPONENTES DE JUEGO
- 52 Cartas de Personaje
- 6 Cartas de Tesoro
- 6 Cartas de Ayuda
- 24 Gemas de Soborno
- Libreta de Puntuación
- Lápiz
- Tablero de Juego
- Instrucciones
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