Podré conseguir el quinto rubí en dos turnos y, si nadie se me adelanta, habré ganado la partida. Mi mercader cuenta con los sirvientes justos para efectuar el plan perfecto sin necesidad de retrasos. Mi turno. Tengo la carretilla llena de recursos, por lo que me desplazo hasta el Gran Mercado. Dos joyas y una unidad de especias, tela y fruta me reportan 25 monedas. ¡Hasta me sobran para comprarle un rubí al tratante de gemas!
En el siguiente turno, compro mi último pedrusco. Finaliza la ronda y nadie más ha llegado al número mínimo de rubíes, por lo que me quedo con la victoria. Sin embargo, no ha sido un camino fácil. He tenido que hacerme con las tarjetas de las mezquitas más difíciles de conseguir, con habilidades que apenas he podido poner en práctica. Mi sobrino ha sido capturado unas cuantas veces y yo he tenido que pagar monedas a mis rivales por ocupar casillas en las que se encontraba su mercader.
Las cartas no parecían ser conscientes de mis planes y sólo he podido recurrir un par de ellas. Para colmo, los dados se empeñaban en que mi fortuna económica creciera a paso lenta. Istanbul, cuya edición en castellano acaba de ponerse a la venta con Devir, ofrece partidas de 2 a 5 jugadores y se sitúa a medio camino entre la gestión de recursos, la colocación de trabajadores y el comercio. Resumimos su mecánica de juego en 16 imágenes.
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