Tiene que ser el papel de su vida. Lleva mucho tiempo soñando con este momento y, cuando todos vean su potencial delante de las cámaras, jamás olvidarán su rostro. Ni su cuerpo mitad oruga mitad morsa.
Luce una corbata y un diminuto sombrero, mientras engulle un delicioso helado. Está a punto de quedarse paralizado, no por el manjar que sostiene entre sus manos, sino por las malas noticias: Ike Intelmann, presidente de Megacorpin Studios, ha decidido que los monstruos de distintos proyectos compartan película.
Ahí están la planta piraña en calzoncillos y la anciana con su espada, capaces de acapararlo todo sin importar a qué otro actor tengan que pisar. Así es MONSTArgh!, el nuevo juego de mesa de Megacorpin Games.
ESTRATEGIA Y DESPISTE
MONSTArgh! es un juego de cartas de 2 a 6 participantes, con competiciones de 15 minutos. Recomendado a partir de los 6 años, es el primer juego de mesa publicado de Paz Navarro. Sus ilustraciones son obra de Samuel Gonzalo y Laura Medina.
Se trata del segundo juego de Megacorpin Games, sello que cambia por completo de temática y de mecánica tras la publicación del exitoso Incómodos Invitados. Esta novedad ya se encuentra disponible, a un precio que ronda los 13,50 euros.
Presentado con cartas independientes del idioma y con instrucciones en castellano e inglés, se conforma como un juego familiar. Parte de unas reglas sencillas para ofrecer partidas estratégicas, con las identidades ocultas como eje principal. Así, el arte del despiste resulta fundamental para la victoria.
Los jugadores se adentran en el rodaje de la película de monstruos definitiva. Todo iba bien hasta que su director decide fusionar todos los proyectos de Megacorpin Studios en una sola cinta. ¿El resultado? Una lucha entre representantes por conseguir que sus monstruos acaparen toda la atención.
MONSTARGH!: UNA PARTIDA
Antes de empezar, se seleccionan tantas fichas de especie como correspondan al número de jugadores. Se toman las cartas de monstruo de esos tipos.Tanto las fichas como las cartas sobrantes, se devuelven a la caja.
Cada jugador recibe una ficha, a mantener oculta ante los demás, tres cartas de monstruo y dos cartas de protagonismo (una de cada tipo). Tras dejar a un lado las fichas de primeros planos y determinar quién será el jugador inicial, se inicia la partida. El turno de un participante consta de tres fases.
1. ¡Luces, cámara…!
Escoge entre bajar a la mesa una carta de monstruo o de protagonismo. Con la primera opción, la coloca adyacente a otro monstruo de la mesa. Con la segunda, escoge un monstruo ya colocado para modificar su valor en base al efecto de la carta de protagonismo.
2. …¡Acción!
El monstruo bajado a la mesa interactúa con los adyacentes (nunca en diagonal), siempre que su valor sea exactamente un punto superior al de cualquiera de ellos. Pasa a colocarse encima. Así, un cinco verde tapa a un cuatro amarillo.
En caso de que interactúe con otro de su mismo color, el que ya estaba sobre la mesa es eclipsado, colocándose debajo del nuevo. Es posible que un monstruo interactúe con otros en un mismo turno, tanto de su mismo color como de distinto. En ocasiones, será decisión del jugador decidir a qué criatura tapar, aunque siempre deberá comenzar por las de su especie.
Al haberse jugado una carta de protagonismo en la fase anterior, el monstruo con el valor modificado interactuará del mismo modo. Mantendrá el nuevo valor en el turno en juego, hasta que la carta de protagonismo sea descartada.
3. ¡Corten!
Roba una carta del mazo y pasa su turno al de la izquierda.
Se repite la misma mecánica hasta que los jugadores hayan bajado todas las cartas de la mano. En ese momento, se desvelan las fichas de especie. Reciben una ficha de primer plano por cada monstruo de su especie (sin importar su valor) que aún esté visible.
Se juega una nueva ronda, iniciada por el que cuente con menos fichas, hasta que alguien reúna cinco fichas de primer plano. El vencedor absoluto será el que más tenga en ese momento.
MONSTARGH!: CONCLUSIONES
Tras el jarro de agua fría, nuestro señor elegante sólo puede confiar en su representante. Sabe que es uno de los favoritos de su grupo (para no serlo, compartiendo escenas con un desgraciado caracol pirata), pero no de los otros. ¿Acaso existen probabilidades de destacar ante los monos astronautas?
Comienza el rodaje. Su responsable decide retrasar su aparición, hecho que aumenta sus nervios. ¿Cómo le va a salir bien, así, su actuación? Por fin, entra en escena. La sonrisa ya se dibuja en su rostro. Siente lástima al eclipsar a uno de sus compañeros, pero disfruta borrando al mono astronauta y a uno de esos bichos rosas.
Su actuación no ha terminado. Minutos después, y quizás contento por esa gran entrada, el representante le da una nueva oportunidad colocando un micrófono encima. Las langostas y las plantas carnívoras han caído rendidas a sus pies.
Ya se imagina recogiendo la estatuilla. ¡Tiene tanto que agradecer! A su señora, a sus padres, a sus abuelos. ¡Hasta al vendedor de helados! Un momento, ¿qué hace su compañera oruga tocando la guitarra tan cerca suya? Segundos después, ha quedado olvidado por completo. Las traiciones también se dan entre compañeros, como bien pudo demostrar él mismo al entrar en escena.
MONSTArgh! es un juego de cartas repleto de situaciones inesperadas, y no sólo para nuestro encantador amigo. Parte de una mecánica muy intuitiva y de unas reglas sencillas, pero precisa de grandes dosis de concentración para lograr un buen resultado.
El primer paso para acercarse a la victoria es conseguir que nadie sepa cuál es nuestro color. Si tapamos los de los demás y siempre dejamos los nuestros visibles, será demasiado obvio. ¿La solución? Actuar con cabeza. Tapar uno propio puede acabar con las sospechas, por lo que un pequeño sacrificio nunca está de más.
El segundo consiste en tener una idea clara de qué queremos hacer. Un despiste puede pagarse caro, ya que podría llevarnos a tapar más cartas de la cuenta. Incluso propias.
El tercer paso implica gestionar la mano de una manera correcta. Existen distintos tipos de estrategia. Hay quienes se guardan las cartas con valores más altos para el final o los que prefieren quedarse con las cartas de protagonismo para los últimos turnos, modificando así los valores.
Lo que queda claro es que, cuanto antes gastemos esos modificadores, más monstruos podremos tener en la mano para seguir elaborando el mejor de los planes. También es evidente que, si guardamos nuestros monstruos para el final, tengan menos probabilidades de ser tapados (sobre todo aprovechando las zonas más o menos inaccesibles).
La forma de jugar de los demás será la que determine la estrategia perfecta para cada partida. Así, incluso guardar los monstruos propios para los últimos turnos no daría resultado con jugadores expertos. Podrían sospecharlo y utilizar su as bajo la manga.
Deberá ser el propio jugador el que decida qué ruta seguir en base a cómo se desarrolle la escena. No hay que olvidar que el azar al robar las cartas no sólo está ahí para potenciar la rejugabilidad, sino para obligarnos a cambiar de plan.
Con un grupo de jugadores amplio, resultará complicado saber qué identidad tienen todos. La locura será mayor y, por tanto, será más complicado que nuestro monstruo permanezca en escena cinco turnos después. A cambio, disfrutaremos a lo grande con los combos de interacción.
A dos jugadores, podremos controlar mejor la partida. Fruto de su cuidado testeo, su autora opta por introducir dos fichas adicionales a estas competiciones, de tal forma que haya dos que no pertenezcan a nadie. ¿El resultado? No saber quién es el rival.
Los amantes de la estrategia disfrutarán al máximo de los duelos. Por otro lado, quienes buscan juegos sin grandes complicaciones preferirán esas partidas caóticas, no exentas de risas (y no sólo por la apariencia de algunas criaturas).
MONSTArgh! puede jugarse entre adultos, gracias a su componente estratégico, y entre niños, dadas sus sencillas reglas. Los más pequeños pueden iniciarse eliminando las cartas de protagonismo. Una vez dominada la mecánica, es recomendable introducirlas.
Más que recomendado para el aprendizaje a través del juego, son numerosos los beneficios que ofrece. Lleva a mirar en perspectiva, a elaborar planes, a asociar formas y colores y a practicar con las operaciones simples. Mejora la concentración, la observación y la capacidad de reacción.
No es sencillo crear un juego donde mayores y pequeños puedan disfrutar sin restricciones, pero Paz Navarro lo ha conseguido. Demuestra que la simplicidad llega a ser sinónimo de las grandes creaciones, sin necesidad de inventar mecánicas revolucionarias.
Estamos ante una maravillosa idea, combinada con unas preciosas, divertidas y funcionales ilustraciones. Megacorpin Games no sólo apuesta por el colorido para su segundo juego publicado, sino que cambia por completo.
No existen similitudes con Incómodos Invitados, lo que supone un paso adelante para la editorial. No se estanca en un único género, a pesar de los éxitos que le ha traído, lo que será el inicio de un catálogo variado, para cualquier edad y gusto.
COMPONENTES DE JUEGO
- 36 Cartas de Monstruo
- 12 Cartas de Protagonismo
- 18 Fichas de Primeros Planos
- 6 Fichas de Especie
- Instrucciones (castellano e inglés)
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