Tres Tristes Tigres Tristes Tres Trigal Trus Tugrus Trugu Trigal Trastas Tras Traga Tagras Trastas. El que es uno de los trabalenguas más populares se reinventa, a la vez que triplica su dificultad, en Tres tristes tigres, juego de cartas en fase de desarrollo. Reseñamos esta propuesta, fácil de comprender, pero díficil de dominar.
TRÍOS, LÁGRIMAS Y TIGRES
Tres tristes tigres es un juego de cartas de 2 a 6 participantes, con competiciones de 10 a 15 minutos, recomendado a partir de los 7 años. Se trata de una creación de Miguel Rodríguez, presentada en forma de prototipo.
Como su propio nombre indica, estamos ante una propuesta que toma como referencia el famoso trabalenguas. Con la rapidez mental como herramienta para el éxito, los jugadores repiten la serie Tres-Tristes-Tigres en la medida que lo permitan sus cartas.
El término correcto está determinado por los dibujos mostrados, ya sean lágrimas, tigres o tres figuras idénticas. Las cartas de trigal, con sus respectivas vocales, complicarán aún más la existencia.
TRES TRISTES TIGRES: UNA PARTIDA
Antes de empezar, se barajan todas las cartas y se reparten de forma equitativa entre los jugadores. Las dejarán en una pila boca abajo. Durante su turno, cada uno levanta una carta para decir el término correcto, formando un montón en el centro, y así sucesivamente.
El que se equivoque, tanto en la palabra como en su pronunciación o tarde mucho tiempo, se lleva todas las cartas jugadas en la ronda para dejarlas en la parte inferior de su mazo. Iniciará la siguiente. En caso de que nadie se haya percatado del error, se continúa. La mecánica se repite hasta que alguien se deshaga de todas sus cartas, convirtiéndose en el ganador.
Ahora bien, ¿qué palabra se debe decir al jugar una carta? Siempre que sea posible, se deberá seguir la serie Tres-Tristes-Tigres. Para poder decir Tres, es preciso que en la carta se muestre un trío idéntico, ya sea de lágrimas, tigres o trigo. Para Tristes, es necesario que haya, al menos, una lágrima. Diremos Tigres cuando aparezcan, como mínimo, dos tigres en ella.
Si la carta mostrada no cumple con las condiciones para decir el término correcto, se pasa a la siguiente palabra. Es decir, después de Tres, sería el turno de Tristes. Sin embargo, si no hay lágrimas en la carta mostrada, diríamos Tigres (con dos tigres como mínimo) o Tres (si apareciese un trío).
Cuando se desvele una carta con el mismo fondo que la anterior, no se tienen en cuenta las reglas clásicas. Así, habrá que decir el mismo término que haya dicho el jugador anterior.
Al aparecer una carta de trigal, el jugador dirá Trigal. Se reinicia la serie, aunque con la vocal indicada. Por ejemplo, con la ‘U’, se cambiaría a Trus Trustus Tugrus. Se continúa con ella hasta que salga otro trigal, con su correspondiente vocal, o hasta iniciarse una nueva ronda.
TRES TRISTES TIGRES: CONCLUSIONES
Los nervios y la tensión ya dominan la partida. El número de cartas en los mazos se ha reducido y, en el centro de la mesa, ya hay un buen montón. Todos somos conscientes de que un insignificante fallo nos obligará a llevarnos toda esa carga de cartas.
Aunque no podemos levantar la mirada de cada carta jugada, sé que un par se han dado cuenta de algunos de mis fallos. Por suerte, estaban tan concentrados en continuar la serie que cuando se percataron ya fue demasiado tarde para avisar. Tris Tigris Trigal Tres Trestes Tegres Tres. Nadie se detiene.
Descartar cada carta es un alivio, sobre todo cuando se trata de un trigal. Liberamos miedo, pero a cambio, corremos el riesgo de relajarnos. Y eso es lo que ha ocurrido. Un nuevo trigal reinició la serie, esta vez con la letra ‘O’. Tros Tros Tros. Estaba claro: era un Trostos, con su preciosa y enorme lágrima. Lo que olvidé por completo fue atender a su fondo, a su maldito fondo, idéntico al de la carta anterior. Tros Tros Tros Tros.
Tres tristes tigres recurre a las características propias de un juego de rapidez, por lo que ese nerviosismo está presente a cada instante. Sin embargo, lo combina con las risas. Veamos de nuevo la situación anterior, aunque esta vez, con lagrimones (de verdad) en los ojos de los jugadores, de tanto reír.
Al analizar la escena, comprobamos como la concentración no tenía como función evitar un error, sino tratar de no estallar a carcajadas. Esos ataques contagiosos son, por tanto, la causa de que estemos ante un juego tan difícil de dominar.
Sus reglas sencillas, fáciles de asimilar desde la primera partida, lo convierten en un título familiar para todo tipo de jugadores. Sin importar la edad ni el nivel de experiencia en los juegos de mesa. De hecho, aunque su estética pueda llevarnos a pensar lo contrario, serán los adultos quienes más disfruten de él.
En las primeras competiciones, es recomendable eliminar las cartas de trigal y colocar las cartas en filas, de una manera similar a las imágenes. Sin los trigales, será más fácil hacerse con la serie e ir ganando rapidez. Con las cartas visibles, nos percataremos mejor de cada situación.
No deberemos tardar mucho en introducirlos, puesto que son el gran atractivo del juego. A la vez que suponen un alivio por reiniciar la serie, son los causantes del caos absoluto. Tampoco, en optar por una pila central.
Por si no había suficiente con mantener el ritmo, haciendo uso de un exhaustivo trabajo de observación, con los trigales ganan protagonismo las vocales. Las confusiones se hacen más frecuentes, dando lugar a situaciones completamente disparatadas. No es extraño que un jugador opte por un Tugrus cuando la respuesta correcta es un Tras. Que inicie una ronda con un Tris. Que un Trogrosos salga de su boca. Que las cartas acaben por los aires.
Lo que parece obvio en la teoría, en la práctica se pone patas arriba. En parte, se debe a que no sólo debemos centrarnos en nuestra carta, sino en todas y cada una de las que juegan los demás. De lo contrario, estaremos completamente perdidos.
La rapidez exigida es sinónimo de bloqueos, mentes en blanco y malas jugadas. Tres tristes tigres está marcado por esos momentos, pero a diferencia de lo que suele ocurrir, no pierden gracia aunque se repitan hasta el infinito. Al revés, como muestra de la magia que le ha aplicado su autor.
Para aquéllos cuyas cabezas aún no hayan explotado, aparece una variante para expertos. Con ella, a partir de que un trigal entre en escena, se añadirá la palabra Trigo a la serie, tras Tigres. Siguiendo las reglas generales, lo hará con la vocal pertinente: Tras Trastas Tagras Traga. Tres Trestes Tegres Tregue.
Para poder decirla, será preciso que la carta que aparezca en la mesa tenga, al menos, un trigo. Por si no había suficiente con recordar la serie, contar los símbolos y atender a ese fatídico fondo idéntico, causa del 90% de las muertes.
Puesto que las cartas se barajan en cada encuentro, la rejugabilidad es infinita. Con el paso del tiempo, iremos ganando habilidad. Dominarlo por completo será realmente complicado e incluso los expertos tendrán que enfrentarse a las consecuencias de sus fallos. Si sólo son éstos quienes compiten, será necesario que apuesten por la rapidez máxima, como forma de seguir potenciando la locura.
Su mecánica está tan bien hilada que, además, funciona a la perfección con cualquier número de participantes. Las partidas a dos son más rápidas, lo que nos deja menos tiempo para pensar (con su incremento de la dificultad). Entre más, será más fácil contagiarse de los ataques de risa, por lo que la complejidad también estará de su lado.
Con ello, estamos ante un auténtico desafío, sobre todo para quienes no acostumbran a explotar su mente de esta manera. Sus reglas claras dejan todo el protagonismo a la diversión absoluta y a los momentos inolvidables. Dan forma a un reto adictivo, muy difícil de retirar de la mesa una vez que ha hecho su aparición.
Crea dos situaciones: aquéllas en las que las partidas pueden alargarse durante horas (porque nadie es capaz de dar pie con bola) o las tardes donde ya no querremos jugar a otra cosa. La frustración personal y el querer mejorar son responsables de que no podamos, ni queramos, despegarnos de él.
Su original temática (no es común encontrar juegos de mesa basados en los trabalenguas) se combina con una jugabilidad a la altura, exigente y sorprendente. No sabemos si habrá muchos cambios, pero apostamos porque sus reglas se mantengan tal y como están.
Aunque nunca vienen de más variantes extra, estamos ante un juego completo y tan perfecto que no cuesta trabajo imaginarlo como un producto ya terminado. Podría encajar en los catálogos de las editoriales pequeñas, especializadas en los juegos familiares, e incluso en las de las más grandes.
Lo que está claro es que, si consigue promocionarse bien, será un éxito absoluto. En un sector donde aparecen nuevas propuestas cada día, es complicado encontrar títulos diferentes, capaces de marcar la diferencia e incluso de reinventar y divertir (por extraño que parezca, en ocasiones tiende a olvidarse el verdadero sentido de un juego).
Tres tristes tigres es una de esas excepciones. Que haya un elevado número de opciones cada vez que visitamos una tienda, no implica que sea sencillo encontrar una que nos haga disfrutar al máximo. Por eso, será realmente importante que los jugadores conozcan Tres tristes tigres por lo que es, siendo un error venderse como un juego familiar más.
Como ya hemos visto, son los adultos quienes más disfrutan de él. Su facilidad de transporte, al menos en su prototipo, sirve para iniciar la competición en cualquier lugar. En distintas situaciones. Será tan divertido en casa como en el parque o en una reunión de amigos. Con copas de por medio. No es para menos, ya que la emoción implica que sea habitual jugarlo en pie.
Esto no significa que los niños no lo pasen bien. Ni mucho menos. Los más pequeños quizás tengan dificultades para recordar tantos elementos, pero una vez que lo hagan, tendrán entretenimiento para rato. Mientras juegan, se beneficiarán de los valores que aporta.
Mejora la rapidez y la identificación de formas y potencia la memorización, la atención, la concentración e incluso la astucia. Supone un entrenamiento vital para sus mentes, mientras se enfrentan a las consecuencias devastadoras de las risas.
Su autor tiene un verdadero reto por delante (incluso más grande que completar el trabalenguas), pero lo más complicado ya está hecho. Ha sabido plasmar todo su potencial sobre el papel. ¿El resultado? Uno de los juegos que más nos ha hecho reír en mucho tiempo. Y a lo bestia. No sólo es compatible con otros compañeros del género, sino que corre el riesgo de pisarlos.
Estamos ante una apuesta muy cuidada, con muchas horas de trabajo detrás. Así lo muestra cada detalle. Sin ir más lejos, las cartas cuentan con símbolos de distinto tamaño. No están dibujados así por un antojo, sino como forma de seguir despistando al jugador. De hacerle perder tiempo localizándolos todos. De enredarse con el fondo.
COMPONENTES DE JUEGO
- 62 Cartas de Trabalenguas
- 8 Cartas de Trigal
- Instrucciones (castellano)
Tres tristes tigres es un juego de mesa en fase de desarrollo, por lo que las imágenes pertenecen a su prototipo. Su diseño no es definitivo.
4 thoughts on “Tres tristes tigres: el trabalenguas convertido en juego de mesa”
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