Robin de Locksley, un duelo imprescindible

Robin de Locksley

Liberar al rey Ricardo. No es un capricho, sino una forma de devolver la paz a Inglaterra. Reconozco que está siendo más complicado de lo que creía. Los desafíos se presentan en cada paso y, por mucho que robe a los ricos, pierdo todo lo obtenido. ¿Cómo podré reunir así el dinero para el rescate? Así es Robin de Locksley.

 

LO NUEVO DE UWE ROSENBERG

Robin de Locksley es un juego de mesa para 2 participantes, con competiciones de 15 a 30 minutos, recomendado desde los 8 años. Delirium Games, quien ya cuenta con Sevilla 1503 en el mercado, nos acerca esta propuesta.

Ya está disponible, a un precio de 24,95 euros. Su edición en castellano llega con una caja en un formato más reducido, en relación a la original.

Es una creación de Uwe Rosenberg, autor de títulos como Agricola, Caverna, Le Havre, Patchwork o el reciente Fairy Trails. Las ilustraciones corren a cargo de Maren Gutt.

Nos sumergimos en una intensa carrera en Inglaterra, donde conocer la historia de Robin Hood. El hermano corrupto del rey Ricardo siembra el caos. Necesitaremos sobrevivir como forajidos y reunir el rescate para liberar al monarca. El primer heredero en conseguirlo no sólo devolverá la paz, sino que se convertirá en una leyenda.

 

ROBIN DE LOCKSLEY: UNA PARTIDA

El primer paso es crear el escenario. Disponemos las losetas de botín en un espacio de cinco por cinco, boca arriba. Las sobrantes conformarán la reserva.

El primer jugador colocará a su jinete en una de las esquinas, tomando la loseta ocupada. Pasará a formar parte de su zona de juego, por el lado de moneda. El otro participante hace lo mismo con la esquina contraria.

Alrededor, colocaremos las losetas. Necesitaremos las de El comienzo y Larga vida al rey, que constituirán la salida y la meta. Tomamos otras tres grandes para las esquinas restantes. Entre ellas, situamos tres losetas pequeñas. Todo lo que sobre se guarda en la caja.

Los dos bardos se dejan en El comienzo. La partida puede empezar. El turno de un jugador consta de tres fases, a realizar en orden.

Robin de Locksley

1. Mover al jinete.

Esta fase es obligatoria. Consiste en mover al jinete propio a un espacio libre, en un desplazamiento que imita la ‘L’ del caballo de ajedrez. Así, avanzará dos espacios en ortogonal y uno hacia la izquierda o hacia la derecha.

Toma la loseta de botín donde ha terminado el movimiento. Formará parte de su zona de juego, por el lado de botín.

2. Mover al bardo.

Esta fase es opcional. Podrá avanzar todas las casillas que quiera del circuito, siempre y cuando cumpla con los requisitos marcados en cada loseta. Pasan por vender colecciones, contar con un determinado botín o por ocupar posiciones específicas con el jinete.

Otra posibilidad es pagar una moneda por cada espacio que se quiera avanzar, sin tener que cumplir los requisitos. Las monedas pasan a los descartes, por su lado de botín.

Una colección se compone de una o más losetas de botín del mismo color. En cualquier momento de su turno, el jugador podrá vender una colección completa, siempre y cuando esté formada por tres o más losetas. Descarta dos y se guarda las restantes en su zona, por la cara de moneda.

Robin de Locksley

3. Rellenar la zona de botín.

El turno termina rellenando el espacio desde el cual el jinete ha empezado su movimiento, con una nueva loseta de botín de la reserva. El espacio en el que ha finalizado el movimiento no se repone.

Fin de la partida.

Repetimos la misma mecánica hasta que alguien dé la vuelta dos veces al circuito, con el bardo. Tras la primera vuelta, se ignora la loseta inicial. En la segunda, deberá tener las cuatro monedas de oro que conforman el requisito final.

En esta ocasión, no se puede saltar con el pago de una moneda. Gana la partida. También vence quien consiga doblar al bardo rival.

 

ROBIN DE LOCKSLEY: CONCLUSIONES

Tenía la jugada de mi vida delante. Aquélla que me iba a permitir tomar ventaja y acercarme un poco más al objetivo. Confío en que rescataremos al rey, pero quiero hacerlo yo. Quiero ser esa leyenda.

Dispongo de un valioso collar y cumplo los requisitos del diezmo y de las dos casas: exactamente dos colecciones con dos botines cada una. Deshacerme de las sobrantes me ha costado casi tanto como ganarlas.

Robin de Locksley

Con el desafío del buen samaritano, todo se ha torcido. Resulta que debo tener menos botín que el rival, o en su defecto el mismo. El muy listo se ha quedado sin nada adrede, sólo para frenar mi avance. Mis opciones son pagar por saltar desafíos o quedarme ahí durante un buen rato.

¿Y si jamás lo cumplo? El miedo me obliga a pagar. Avanzo. Resulta que los jinetes tampoco se encuentran ya adyacentes. Hago cálculos. No parece que vaya a cumplirse a corto plazo. Pago.

No tengo botines de corona y ni siquiera aparecen en el escenario. Pago. Tampoco puedo vender una colección por exactamente una moneda. Pago. Creo que he caído en la trampa. Mis ahorros se han esfumado y no podré recuperarlos de la noche a la mañana.

No tengo monedas y mi oponente no tiene botín. ¿Consuela? La verdad es que sí. Supongo que deberíamos mirar por el bien de Inglaterra y ayudarnos. ¿La paz no está por encima de todo? La idea desaparece en cuestión de segundos, cuando me hago con ese anillo. No lo necesito, pero él sí, y eso es lo que importa.

Robin de Locksley

Robin de Locksley es uno de los mejores juegos a dos, no sólo del momento, sino quizás de la historia. No es fácil adjudicar esta etiqueta. Se necesitan mecánicas muy perfectas, sin fallos. Una originalidad a la hora de aplicarlas, de tal manera que sorprenda la forma en la que todo encaja.

Este título las tiene. Se toman dos elementos que no acostumbran a estar juntos: una carrera clásica y el ‘set collection’. El minijuego del jinete se fusiona con el del bardo. Uno depende del otro. Se fusionan de forma magistral.

El movimiento del jinete alude al ajedrez. Se toma prestado el movimiento del caballo, algo que ya llenará de nostalgia a los amantes del clásico por excelencia. No necesitaremos aprender nada nuevo. El desplazamiento ya queda asimilado, propiciando el dinamismo y la fluidez.

Las decisiones, apoyadas en una mirada en perspectiva (y al oponente), marcan esta fase. ¿Qué loseta necesito? ¿Hago crecer esa colección o inicio una nueva? ¿Me quedo con esa sólo porque el rival la necesita? ¿Apuesto por esa posición de distancia de ataque?

El movimiento estará influenciado, por completo, por esa carrera en el circuito. Podría definirse como una yincana. Un recorrido de pruebas distintas. Complementarias. Opuestas.

Delirium Games

No necesitaremos cumplir con todos los requisitos, pero tampoco podremos avanzar, sin más, sólo con el pago de monedas. Serían insuficientes y constituirían un verdadero retraso.

Una buena combinación entre ahorro y avance resulta esencial. Trataremos de cumplir con los requisitos accesibles y guardaremos las monedas para momentos críticos. Para aquellos desafíos que supondrían una pérdida brutal de tiempo o de recursos.

Será tarea del jugador valorar si merece la pena renunciar a esa colección que más tarde necesitará o si prefiere pagar a riesgo de quedarse parado en un futuro. La gestión de las colecciones y de las monedas es básica.

Aparece una trampa. Cuando vemos como el bardo rival avanza como si no hubiese un mañana, nos entrarán las prisas, con sus correspondientes errores. El miedo de que éste llegue a la meta es enorme. Puede ocurrir que nos doble, aunque no es algo demasiado habitual.

Entre expertos en estrategia, los resultados acostumbran a estar más o menos igualados. Habrá uno o dos turnos de diferencia. Para quienes no se lleven tan bien con las tácticas, Robin de Locksley incorpora un sistema que tiende a evitar las desigualdades. Otro punto a favor.

Se deja ver con los requisitos de «posee igual o menos que tu oponente» o el «no puedes vender ninguna colección». Así, estaremos obligados a echar el freno en la recolección si queremos avanzar (a menos que estemos inflados de monedas), hasta igualarnos con el contrario. Para él, serán un respiro importante.

Delirium Games

El sistema evita que alguien acapare todo el botín. Que esté todo decidido desde los primeros minutos. Sin ir más lejos, si las losetas de botín se agotan, estaremos obligados a vender una colección o a pagar una moneda para avanzar.

No nos sirve con tener colecciones inmensas y con dejar al rival sin nada. Un requisito nos exigirá un botín grande y justo el siguiente, algo insignificante. Tan difícil es lograr uno como el otro.

La esencia del ‘set collection’ está más que presente con esa recolección del botín. Buscaremos losetas de un mismo color, que puedan traducirse en una riqueza futura. Tal vez, nuestros planes sean limpiar el escenario de un determinado botín, para cumplir con ese fatídico requisito.

La interacción entre jugadores es una realidad. Si bien no hay robos de una zona a otra, sí que nos molestaremos durante el movimiento. Se quedarán un botín por el mero hecho de fastidiar. La observación nos permitirá arruinar desafíos que están a punto de cumplirse, sólo por la posición de los jinetes.

Mientras avanzamos, jamás tenemos que despistarnos. Ignorar las intenciones del contrario puede costar muy caro, tanto como arriesgar en el momento más inoportuno.

Robin de Locksley es estrategia pura, sin alejarse de unas reglas sencillas que no nos llevará más de cinco minutos explicar. Al completo manual, con su detallada guía de efectos, se le suman unos desafíos entendibles en su propia loseta.

Uwe Rosenberg

Permiten que podamos dejar el manual en la caja casi desde la primera partida. El hecho de ser explicativos por sí mismos contribuye a ganar rapidez. Salvo un pequeño fallo de traducción en el Buen samaritano, nada entorpecerá la experiencia.

También es superación ante retos aparentemente complicados. Es planificación en la búsqueda del equilibrio. Gestión. Reinvención. Tácticas, con sus cálculos exactos.

Es una buena propuesta para introducir a novatos en el sector y para que se queden para siempre. Robin de Locksley engancha mucho entre todo tipo de jugadores. Es tremendamente divertido, característica que los autores pueden llegar a olvidar.

El jugador tiene que sufrir un poco, esforzarse. Sin embargo, es necesario que disfrute con lo que está haciendo. Con cada movimiento, ilusionado por las puertas que abre. Tras cada decisión, pensando en ese brillante futuro. Con cada contratiempo, con el que demostrar que puede levantarse.

La rejugabilidad brilla al máximo. El azar sólo entra en escena en la disposición del escenario y de las losetas de botín. A partir de ahí, el éxito o el fracaso depende de la forma de enfrentarse al reto. Es suficiente para crear unas partidas muy distintas unas de otras.

Las losetas que en una se quedan en la caja, en otras salen. Y ya no sólo eso: aunque tengamos todas más que jugadas, la disposición entre ellas no será igual. Dado que se complementan tanto como se anulan, el desafío está servido.

Uwe Rosenberg

Tampoco es lo mismo jugarlas con un botín inicial que con otro. ¿Y si no hay copas? Un plan válido en un encuentro deja de tener sentido en el siguiente. Además, podremos variar el tamaño del escenario, con más o menos desafíos.

Es posible recompensar a niños y a principiantes con un par de monedas más en el reparto, para que se sientan más cómodos. No tardarán demasiado en exigir igualdad, para demostrar de lo que son capaces.

Robin de Locksley, además de tener una temática atrayente, con la que adentrarnos en la leyenda de Robin Hood, cuenta con una bonita estética. Destacan los pequeños detalles en las losetas y la forma en la cual la ambientación nos absorbe por completo.

A los textos claros se les añade una simbología fácil de distinguir a simple vista. Los componentes son de calidad, resistentes, algo esencial ante juegos tan adictivos.

Es de agradecer el buen ojo que ha tenido Delirium Games al acercarnos este título en castellano. La firma del autor es un buen aliciente, pero no lo es todo.

Recordemos como Uwe Rosenberg ha creado juegos que pasarán a la historia, pero también ha pecado de abusar demasiado de algunas mecánicas, creando títulos muy parecidos entre ellos con sólo diferencias en cuanto a temática.

Robin de Locksley se aleja de ellos para ofrecer un entretenimiento diferente. De ésos que encabezarán la lista de recomendaciones para quienes busquen juegos a disfrutar en pareja. Difícil de igualar. De superar.

 

COMPONENTES DE ROBIN DE LOCKSLEY

  • 60 Losetas de Botín
  • 16 Losetas de Fama Pequeñas
  • 8 Losetas de Fama Grandes
  • 2 Bardos
  • 2 Jinetes de Locksley
  • Instrucciones (castellano)