«Vengo por lo de las tartas. No, la de la promoción no. No me gusta. Bueno, no digo que esté mala, no sé. No. No creo. Vengo a lo de la prueba». Si pudiese volver atrás en el tiempo, borraría ese momento. Empezaría por los balbuceos y seguiría por todo lo demás. La sonrisa de la encargada tras mi presentación era de verdadera lástima.
Después de ese adorable sonidito al entrar en la pastelería, todo fue de mal en peor. En mi mente, nada era así. Me enfrentaba a una dura competición por demostrar que nadie me gana en repostería, dejándome llevar por el aroma a vainilla. Por el bizcocho en el horno. El «sígueme» fue la puerta al mundo de las desgracias. Reseñamos Piece of Pie.
LAS PORCIONES DE FRUTA
Piece of Pie es un juego de mesa familiar, de 2 a 4 participantes. Recomendado desde los 8 años, tiene una duración de 15 minutos. Lo firman Trevor Benjamin y Brett J. Gilbert, con Maureen Casulli a cargo de las ilustraciones.
Su edición en castellano forma parte del catálogo de Delirium Games, fruto de la colaboración con Blue Orange. Invita a dar vida al postre perfecto, en forma de tarta de frutas. Siguiendo unos reglas sencillas, los chefs tomarán porciones de las tartas del centro para conformar la suya.
El criterio a seguir a la hora de elegir unas u otras se basa en unos objetivos comunes y en uno oculto. Combinados entre sí, se traducirán en preciados puntos al final de la partida. Se presenta en una caja de tamaño medio, con componentes independientes del idioma.
PIECE OF PIE: UNA PARTIDA
El primer paso es dejar la carta de porciones en el centro de la mesa, a la vista de todos. Hacemos lo mismo con una de sabor y otra de patrón, devolviendo las restantes a la caja. Cada jugador recibe una de tarta perfecta. Podrá consultarla siempre que quiera, pero deberá mantenerla en secreto.
La ficha de inicio también se colocará en el centro, mostrando sus tres flechas (partidas a tres participantes) o sus cuatro flechas (a dos y a cuatro). Alrededor de ella, se situarán las porciones de forma aleatoria, creándose tres o cuatro tartas. En los retos a tres personas, las de corteza oscura no se utilizan.
El turno de un jugador consiste en tomar un porción para añadirla a su lado de la mesa. Podrá elegirse entre aquéllas a las que señalen las flechas, en caso de que la tarta esté entera, o las de los extremos de una tarta ya abierta.
Con la pieza escogida, se dará forma a una tarta propia. Cada nueva porción se situará al lado de otra, sin dejar huecos. Tampoco podrán intercambiarse posiciones. En las partidas a dos, cada jugador creará dos cartas, pudiendo sumar porciones a una o a otra.
Cuando todos hayan completado su tarta de ocho porciones, la partida termina. Atendiendo a la carta de decoraciones, cada pieza con virutas de chocolate suma un punto; una pareja con glaseado tres (siempre y cuando sus piezas estén conectadas); una combinación entre estrella, corazón y flor, cinco puntos.
Se añaden los correspondientes a las cartas de sabor y patrón, siempre que se cumplan los requisitos. Otorgarán puntos por los tipos de porción y por la posición. Cada pieza sólo puntúa una vez por carta. Por último, se descubren las tartas perfectas. Se obtiene un punto por cada porción que coincida con el sabor de la carta. Gana el que sume más puntos.
PIECE OF PIE: CONCLUSIONES
Alguien dijo una vez que visualizar un acontecimiento futuro no ayuda. Tendemos a creer que todo irá mal, bajando la autoestima. Es posible que nuestro cerebro sea pesimista por naturaleza, creyendo que habrá desgracias en todo tipo de situaciones.
Llegados a este momento, tengo que decir que mi cabeza se bañó en la ilusión y en el optimismo. Las cosas no tenían que haber salido así. Mi torpe discurso de bienvenida fue sólo el principio de una terrible pesadilla. El interior de la pastelería rebosaba oscuridad. El olor tampoco era nada del otro mundo. ¿Qué quedaba del chocolate?
Entre paredes grises, el colorido no estaba presente en ningún rincón. Los tarros confinaban cualquier aroma. La decepción crecía por momentos. ¿Es esto una competición por crear la tarta más deliciosa o un funeral?
Un señor nos explicó las normal. Por supuesto, sin un ápice de alegría. Al menos, cuando dispuso todo en una enorme mesa, pude impregnarme de algo de fantasía. Albaricoques. Kiwis. Arándanos. Esto ya parece algo.
Antes de que el reto comenzase, tenía las ideas claras: sorprendería con las fresas y con una explosión de adornos. No caería en la trampa de las virutas de chocolate. El jurado había dicho algo de albaricoques, así que también los metería. Variedad y simetría, mi fórmula para el éxito.
El resultado final fue muy diferente. De hecho, mi tarta no tenía albaricoques. Ni siquiera fresas. Las primeras fruta que cogí cayeron al suelo. Ahí estaba la sonrisa de lástima de la encargada. Me confundí al combinar dos sabores. Otra sonrisa sobrevolando el escenario. El azúcar glas, mi última esperanza, cubrió más mi cara que mi tarta.
Dicen que el próximo año habrá un nuevo concurso. En 365 días, es posible que todos se hayan olvidado de mí, y que eso juegue a mi favor. Soy consciente de que las galletitas me atormentarán cada noche, pero por ahora sólo puedo esperar y seguir preparándome. Al menos, en el siguiente intento las cosas no podrán salir tan mal. ¿Estoy siendo demasiado optimista de nuevo?
Bajo una vistosa portada, Piece of Pie es una deliciosa invitación. Recurre a una tapa transparente, que deja ver una tarta formada por las propias porciones del juego. Es una forma perfecta de atraer, entre tanto nuevo título, y de despertar la creatividad. Recoger las piezas se convierte en un reto como tal.
A pesar de esta ante un juego de mesa familiar, de reglas muy sencillas, sirve como punto de reunión para algunas mecánicas. Nos introducimos en el ‘set collection’ y en los objetivos ocultos, enganchándonos a ellos por una buena temporada.
Funciona muy bien como título introductorio para novatos, ¿pero qué hay para los que ya no lo son? No encontraremos altas dosis estratégicas ni momentos revolucionarios, pero tiene su gracia. Puesto que todos interactuamos en un mismo escenario, no siempre será fácil llevarnos las porciones que queramos.
Conformar nuestra tarta requerirá de una toma de decisiones. De un equilibrio entre el riesgo y las consecuencias. Necesito, como sea, esa porción de kiwi, pero también la que tiene la galleta del corazón. ¿La solución? Priorizar, en base a qué nos dará más puntos. Rezar a los dioses para que esa otra pieza siga estando ahí un turno más.
En todo momento, habrá que tener una mirada puesta hacia el futuro. Concretamente hacia el recuento, en el que la emoción no se pierde. El arte del disimulo también será un buen aliado. Si mi carta de tarta perfecta me hace apostar por las porciones de fresa y no tengo reparos en ir a por ellas, tal vez sea otro el que se las lleve. Sólo por el hecho de fastidiar. ¿Se necesita un motivo mejor?
Un par de partidas demuestran como hay numerosos planes para llevar a cabo. Todos, sin importar su experiencia, se sentirán cómodos en la mesa de juego. Y hambrientos. Lo bueno (o lo malo) es que tendrán que esperar un buen rato para la visita a la cocina.
La rejugabilidad tan alta que ofrece es la responsable de que queramos jugar una partida tras otra. No sólo cambia la disposición aleatoria de las tartas centrales, con trozos que quedarán bloqueados hasta que llegue el momento, sino los objetivos públicos y secreto. Como tal, sus combinaciones.
No es lo mismo que una delicia de albaricoque comparta mesa con un espejo que con una pareja separada. Todo lo que fue válido en un reto anterior deja de serlo en éste. Los planes cambian. Quizás, sea momento de hacer hueco en esa tarta central, hasta liberar la pieza que necesitamos. O guiar a otro en el proceso.
Los turnos tan rápidos, en los que sólo elegimos una pieza y la trasladamos a nuestra zona, permiten que funcione a la perfección con tres y con cuatro jugadores. Con el dinamismo coronado rey, no habrá esperas. Por tanto, tampoco desesperaciones.
Al contrario de lo que suele ocurrir, no se retiran componentes en las partidas a dos, sino a tres. ¿El motivo? En los duelos seguirá habiendo cuatro tartas en el centro. Por tanto, cada jugador cocinará dos tartas al mismo tiempo.
No es necesario terminar una para empezar otra, por lo que seguiremos guiándonos por la toma de decisiones. Fallar en una tarta implica tener otra para «no liarla». Si hemos realizado un trabajo impecable en las dos, la satisfacción será mayor.
Piece of Pie, además de llenar la mesa de color y de alegría, apuesta por una calidad para sus componentes. En una caja de tamaño medio se guardan 32 porciones resistentes, con detalles que se localizan de un solo vistazo. Se complementan con 19 cartas, una ficha de inicio y un manual marcado por los ejemplos y las explicaciones para cada carta.
Funciona como anticipo a todo lo que la editorial prepara para este año. Ya hay un buen número de licencias anunciadas, en las que también se apostará por estéticas muy cuidadas y experiencias familiares.
Su prometedor catálogo es el reflejo del nuevo giro tomado por la editorial, cuya trayectoria comenzó con Sevilla 1503, título de producción propia. Busca reunir en torno a un mesa a todo tipo de jugadores. Ofrecer un título para cada gusto.
Habrá dioses nórdicos, paseos por puertos y jardines y viajes al Japón Feudal y a lejanos planetas. Por ahora, tenemos la oportunidad de colarnos en una pastelería, temática que acostumbra a funcionar muy bien en los juegos de mesa por la recreación del estrés de la profesión y por la suculenta materialización.
COMPONENTES DE PIECE OF PIE
- 32 Porciones de Tarta
- 14 Cartas de Receta
- 4 Cartas de Tarta Perfecta
- Carta de Decoración
- Ficha de Inicio
- Instrucciones (castellano)