El Solitario: ¿por qué nunca pasa de moda?

El Solitario

Cuando hablamos de juegos de cartas, nos vienen a la mente competiciones como el póker, el mus o la brisca. Sin embargo, existen retos por excelencia, como el Solitario clásico. No importa los años que tenga o lo mucho que se haya jugado.

En pleno siglo XXI, continúa siendo un entretenimiento que no sólo se utiliza para distraerse durante los ratos muertos. Analizamos los motivos por los que sigue en activo, haciendo un repaso por las diferentes versiones con las que cuenta.

 

UNA RADIOGRAFÍA AL SOLITARIO

«Enséñame a jugar al Solitario». El abuelo jugaba sus partidas después de comer, extrayendo cartas de dos en dos para completar los palos correspondientes. Una tarde con la abuela se traducía en cartas que se mostrarían de una en una, con su respectivo mazo de descartes. ¿Se baraja después? ¿Se queda como está?

Como ocurre con muchos otros juegos tradicionales, las reglas se han adaptado generación tras generación. Ya sea mediante variantes oficiales o caseras, la misión siempre está clara: agotar todas las cartas, de tal forma que formen una secuencia.

Siguiendo su propio título, estamos ante un desafío para un solo jugador, que ha pervivido a través de los tiempos. Los orígenes no se conocen con exactitud, pero las primeras referencias se sitúan entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Francia tendría un papel destacado en su desarrollo.

juegos de cartas clásicos

No importa que pasen los años, ya que el Solitario no se agota. No todos los juegos pueden presumir de disfrutarse en las casas de distintos rincones del mundo. ¿Por qué no parece tener nunca fecha de caducidad?

La principal razón de su éxito la encontramos en su carácter adictivo. Jugar una partida se hace casi imposible. Llegará una segunda. Una tercera. Parte del azar en la disposición de las cartas, creando retos muy diferentes unos de otros. Una «buena» mano será tan frecuente como una «mala».

Se combina con una toma de decisiones constante, que aparece en mayor o menor medida en función de la variante escogida. Por muchas horas que pasemos en compañía de la baraja, siempre habrá situaciones inesperadas. Momentos sorprendentes, capaces de sacarnos una sonrisa de orgullo al solucionar jugadas imposibles, o frustraciones. Existen trucos para mejorar, pero nada es infalible.

Recurre a unas reglas muy sencillas de aprender, que respetan la lógica. Le han valido para servir como influencia a muchos de los juegos calificados como modernos. Hay quienes encuentran ciertas referencias, por ejemplo, en la construcción de mazos.

El que es uno de los juegos más queridos, por su capacidad para enganchar a pequeños y a mayores, le ha permitido estar presente en nuestras pantallas. Ya no necesitamos tener a mano una baraja de póker o una española. ¿Qué hubiese sido de Windows sin su clásico Solitario?

Del ordenador, pasó a los recopilatorios de consolas. Por descontado, no se olvidó de los dispositivos móviles. A día de hoy, un simple paseo por Google Play o App Store es suficiente para comprobar como continúa estando de moda. Incluso Google cuenta con su propia versión, a disfrutar desde el navegador. Nos sirve en el viaje en bus, en el descanso del trabajo y, por supuesto, como plan en sí mismo.

El Solitario Spider

Las variantes del clásico

La popularidad del Solitario se explica por su facilidad para pasar de abuelos a nietos, por sus reglas sencillas, intuitivas y adictivas y por su fácil adaptación al mundo digital. No es lo único. La amplia variedad de variantes con las que cuenta contribuye, en gran medida, a su expansión.

El Solitario Spider es una de las más populares. El presidente Franklin D. Roosevelt recurriría a ella para desconectar. Microsoft la introduciría, años más tarde, en su sistema operativo. Se convertiría ya no solo en la versión más conocida, sino en uno de los juegos más queridos de toda la historia.

Para disfrutar de ella, necesitamos contar con dos barajas (sin comodines). Intentaremos evitar la acumulación de cartas, construyendo columnas y reorganizándolas de la mejor forma posible. Una vez que todas las cartas estén ordenadas, nos haremos con la victoria.

Klondike es más que una región. Es otra variante del Solitario. También conocida como American Patience, nos permite poner en juego tres cartas a la vez, sin límite de pases. Por su parte, FreeCell renuncia al azar, por lo que necesitaremos gestionar al máximo las cartas para lograr el éxito. Para bien o para mal, las cartas son visibles desde el principio.

Es más que habitual mezclar variantes, adaptarlas a nuestros gustos o idear reglas propias. La propia mente será la encargada de completar los huecos que no recordamos, en función de lo que creemos que puede ser correcto. Dicen que cada maestrillo tiene su librillo, refrán que puede aplicarse, a la perfección, a este clásico que está destinado a sobrevivir unos cuantos siglos más.