Fin de semana. El momento más esperado. Preparo la maleta, mientras mi mente ya está en esa preciosa playa, disfrutando del calorcito. En el bufé del hotel. Lo ideal es salir después de comer para no llegar demasiado agotada.
Si también aprovecho la tarde para la vuelta, podré realizar esos asuntillos pendientes que he dejado en casa. El plan perfecto podría convertirse en desgracia, con un descomunal atasco, si todos hemos decidido lo mismo. ¿Es que no hay nadie dispuesto a sacrificarse por el bien común? Reseñamos Traffic Jam.
LA BÚSQUEDA DE PUNTOS DE FELICIDAD
Traffic Jam ¡Menudo Atasco! es un juego de cartas de Paco Gómez, quien ya cuenta con ¡Cobardes!, Fiesta de Regalos y Ardillas del Bosque en el mercado. Sus ilustraciones corren a cargo de Ramón Redondo.
Ya se encuentra disponible a un precio de 12 euros, de la mano de Zacatrus! y BrainPicnic. De 3 a 8 jugadores se enfrentan en partidas de 20 minutos, indicadas a partir de los 8 años. Entran en juego la previsión, la deducción y el riesgo.
Con el objetivo de conseguir puntos de felicidad, realizarán distintas escapadas. Será necesario escoger el vehículo, con el que llegar al punto de destino, y la hora de salida: mañana, tarde o noche. Puesto que todos los habitantes de Zoo Town han optado por viajar, los atascos están asegurados.
TRAFFIC JAM: UNA PARTIDA
Cada jugador recibe una ficha de un color y seis cartas de tráfico. El resto se dejan en la mesa, junto a las tres cartas de franja horaria y a la caja, a modo de parking. La partida tiene una duración de tres rondas. Cada una representa un fin de semana, por lo que estará formada por un viaje de ida y otro de vuelta.
Viaje de ida
Comienza con una fase de tráfico conocido, donde todos seleccionan una carta de su mano. La muestran de forma simultánea, para dejarla junto a la franja horaria que corresponda (mañana, tarde o noche).
Una vez conocidos los planes de los conductores previsores, se desarrolla la fase de tráfico sorpresa + viaje del jugador. Cada uno seleccionará dos cartas de la mano, para dejarlas boca abajo en su lado de la mesa.
Una representará a los conductores que deciden viajar en el último momento; la otra a su propio viaje. Dejará su ficha de coche sobre la segunda. Todos descubren, a la vez, la carta de tráfico sorpresa. La añaden a la franja horaria. A continuación, se hace lo propio con la segunda, con la ficha encima.
Es momento de comprobar en qué franjas horarias se ha formado atasco. Habrá cuando se supere el límite de espacios para cada una, marcado por el número de jugadores. Así, si hay cuatro jugadores en la partida, con cinco o más espacios ocupados habrá atasco.
Deben tenerse en cuenta los espacios que ocupa cada vehículo y las incompatibilidades entre ellos. Algunos puntuarán sólo sin atasco y otros con atasco. También tendremos vehículos que puntúan en ambas situaciones.
Teniendo esto en cuenta, los jugadores se llevarán la carta con su ficha de vehículo sólo si consiguen puntuar. La dejarán boca arriba en su lado de la mesa. Se recogen las demás cartas y se dejan en el parking.
Viaje de vuelta
Se repite la misma mecánica que en el viaje de ida, aunque en este caso, los jugadores sólo dispondrán de tres cartas en la mano (las tres que les han sobrado del viaje de ida). Al finalizar, se inicia una nueva ronda, repartiendo seis cartas a cada uno.
Fin de la partida
La competición llega a su fin al completarse la tercera ronda, equivalente al tercer fin de semana. Se suman los puntos de felicidad procedentes de las cartas acumuladas a lo largo de la partida. El vencedor será quien tenga la mayor puntuación.
TRAFFIC JAM: CONCLUSIONES
¿Prepararse el terreno a uno mismo es preparárselo a los demás? ¿Hasta qué punto afecta el tamaño de cada vehículo? ¿Y la hora escogida para viajar? Abrir la caja de Traffic Jam es un mar de interrogantes que, si bien siguen la propia lógica, quedarán resueltos tras un par de partidas. ¿O quizás no?
Esta novedad sorprende por lo equilibrado que resulta todo. Paco Gómez vuelve a realizar un trabajo espectacular, como nos tiene acostumbrados. Hace unos meses, nos contaba como las matemáticas están presentes en todos los juegos, en mayor o en menor medida.
Sin embargo, es en los suyos donde más se aprecia. No existen puntos dejados al azar, sino que todo está perfectamente calculado. Jamás creará juegos rotos mientras siga cuidando cada detalle.
Durante su charla en Protos y Tipos 2019, los asistentes participamos en un reto. Nos invitaba a viajar. Aquéllos que decidiésemos viajar por la mañana, levantaríamos la mano. Después, harían lo propio los de la tarde y los de la noche. Donde hubiese mayoría, habría atasco.
Este pequeño ejercicio, donde el éxito dependería de las decisiones de los demás, fue el preludio de Traffic Jam. El producto final es la suma de esas decisiones, combinadas con el riesgo y con la deducción. Con el despiste. Probabilidad pura y dura.
Su autor consigue que la estrategia sea protagonista de la propuesta. Al combinarla con la disposición aleatoria de las cartas del mazo, se crean partidas rejugables. Tendremos que cambiar el plan perfecto si no tenemos las cartas que queremos, lo que ayuda a que el juego no caduque nunca.
No es casualidad que la tarde sea el momento más popular para viajar. Las cartas de esta franja horaria son las que más abundan, seguidas por las de la mañana y las de la noche. No hay demasiadas diferencias, pero las suficientes como para poder hacer uso de la probabilidad.
Siguiendo la propia lógica, será más fácil pillar atasco por la tarde. ¿Qué quiere decir? Pues que si conseguimos puntuar en esta franja, los puntos de felicidad acostumbrarán a ser mayores. Puesto que de noche no es tan común viajar, al puntuar ahí tenderemos a ganar menos puntos.
Para que todo siga encajando, encontramos distintos tipos de vehículo. Los más grandes, al ser más cómodos, proporcionan más puntos de felicidad. A cambio, ocupan más espacio, lo que se traduce en más atascos.
La mayoría de ellos puntuarán siempre y cuando no se queden atascados, es decir, cuando no se supere el límite de espacios marcado por el número de jugadores (he aquí otra forma de equilibrar las partidas a cualquier número de participantes).
El globo puntuará con y sin atasco, ya que viaja por aire. El furgón de los helados sólo lo hará con atasco, ya que es la única forma que tiene de conseguir dinero. ¿Quién no quiere un delicioso helado que amenice la espera?
Las incompatibilidades forman parte del juego. Así, dos furgones de helados en una misma franja horaria no puntuarán. ¡Maldita competencia! Lo mismo ocurre con los globos, incapaces de soportar el peso. El pobre ratón, con su ciclomotor, puntuará con y sin atasco siempre y cuando haya un gato en su misma fila.
Se completa con las compatibilidades. De esta forma, no sólo atenderemos al espacio que ocupa un vehículo por sí mismo, sino a los que están en la misma franja. Como dicta la razón, la acumulación de camiones nunca es buena. Es por ello que el primero ocupa un espacio y cada uno de los siguientes, dos.
El autobús y el ciclomotor también varían. Todos estos datos quedan reflejados en cada una de las cartas, a través de una iconografía sencilla, intuitiva y clara. No habrá que memorizar nada, puesto que, por suerte, todo está indicado. Aunque parezca lo contrario, las dudas no estarán presentes, facilitándose esa toma de decisiones.
Los que buscan tenerlo todo controlado, agradecerán la forma en que todos estos datos quedan justificados. A través de la consulta de las tablas que aparecen en el manual, sabrán cuantas cartas hay de cada vehículo, para cada franja horaria, y cuantos puntos proporcionan en cada una de ellas.
Que Paco Gómez desgrane el sistema de esa forma no implica perder la magia. Ni de lejos. Aún cuando toda la información esté en nuestra mente, estaremos ante un reto que sigue sorprendiéndonos como en la primera partida. Los interrogantes permanecen debido, en parte, al adorado y odiado tráfico sorpresa.
Dividir cada ronda en un viaje de ida y en otro de vuelta tampoco es casualidad. Tendremos que jugar nuestras cartas atendiendo a la vuelta, por muy lejana que parezca. Gestionarlo todo de la mejor forma posible, en base a nuestras preferencias y a la forma de actuar de los rivales.
La fase del tráfico conocido es esencial para escoger un camino u otro. Real como la vida misma, cualquier plan puede no ser válido debido al tráfico sorpresa. Los «¿cómo es posible?» protagonizarán el final de esa fase. De seis cartas por ronda, sólo dos podrían puntuar. El tiempo es vital y, también, cada acción.
El recuento de vehículos es emoción máxima, con alegría para quienes no han tenido atasco. O para quienes están envueltos en uno y realmente lo buscaban. Las posibilidades son inmensas. ¿Me arriesgo por esos valiosos puntos o voy a lo seguro?
Traffic Jam tiene un esqueleto sólido y firme, que nunca se derrumbará. Sin embargo, de nada hubiese servido si la diversión no reinase en cada partida. Recordemos que la finalidad de un juego de mesa es crear momentos de entretenimiento.
En esta novedad, aparecen con las situaciones de orgullo y de rabia. Al querer mejorar. Al observar la cara de asombro de ese jugador que parece que está ganando. Al impresionar con jugadas maestras.
Tres rondas llegan a no ser suficientes, puesto que su mecánica engancha, sin importar el número de jugadores. Al apostarse por los acertados turnos simultáneos, no habrá esperas ni con ocho jugadores.
Ahora bien, con tantas posibles situaciones en la cabeza, ¿realmente estamos ante un juego infantil? Traffic Jam podría definirse como un juego familiar, tan interesante con niños como sin ellos. Se debe a que sus reglas son muy sencillas y estructuradas, por lo que poco importará la experiencia.
Los pequeños de la casa se lo pasarán en grande viajando y descubriendo todas las posibilidades. Se adentrarán en el mundo de la probabilidad y aprenderán a jugar con el riesgo. A tomar sus propias decisiones y a actuar en consecuencia, sin que realmente importe la consulta de esas tablas explicativas. A jugar con el despiste.
Se acompaña de un colorido diseño, donde las ilustraciones de los animales tienen todo el peso. Se presentan de una forma adorable, con un tamaño y un aspecto que ayudan a la hora de potenciar la identificación y los efectos de las jugadas.
Las cartas y las fichas son resistentes, respetando la relación calidad-precio. Un juego de mesa con cien cartas y ocho coches de madera, por 12 euros, no es algo que se encuentre todos los días.
No pasa desapercibido el interior de la caja, también llamado parking. Es un homenaje a Zacatrus! y a algunos de sus juegos, lo que encantará a quienes hayan disfrutado del catálogo de la editorial.
COMPONENTES DE JUEGO
- 97 Cartas de Tráfico
- 3 Caras de Franja Horaria
- 8 Coches de Madera
- Instrucciones (castellano, inglés)