Hay quienes dicen que un buen juego de mesa es aquél cuya estrategia, completamente válida para una partida, acaba por no serlo en la segunda. No significa que la victoria vaya a parar al principiante, ni que el azar se lleve todo el peso, pero sí debe obligar a reinventarse en cada encuentro.
En Lorenzo il Magnifico se cumple esta condición. No podemos limitarnos a colocar a nuestros trabajadores en las mejores zonas, ya que ahora cuentan con un valor. Por su parte, resulta imprescindible no descuidar ningún área puesto que, de lo contrario, las consecuencias serán grandes. Así es este revolucionario juego de tablero.
UNO DE LOS JUEGOS MÁS ESPERADOS DEL AÑO
Lorenzo il Magnifico es un juego de mesa de 2 a 4 jugadores, con partidas de 60 a 120 minutos de duración. Recomendado para mayores de 12 años, es una creación de Flaminia Brasini, Virginio Gigli y Simone Luciani, con ilustraciones de Klemes Franz.
Desde que DMZ Games anunciase su publicación en castellano, se convirtió en uno de los títulos más esperados del año. Con él, la editorial dejaría a un lado el formato de caja pequeña para ofrecernos una gran apuesta internacional, ambientada en la época del Renacimiento italiano.
Es ahora cuando está llegando a las tiendas, a un precio que ronda los 45 euros. Como su propio nombre indica, su argumento gira en torno a la figura de Lorenzo de Medici.
Recordado como uno de los personajes más influyentes de la historia por su papel como mecenas de artistas y poetas, los jugadores seguirán su ejemplo dirigiendo a una familia noble. Comienzan así una competición por convertirse en el ciudadano más poderoso de Florencia, acumulando fama y prestigio.
Definido como «un juego de estrategia complejo», recurre a los géneros de la colocación de trabajadores y de la gestión de recursos. Con el objetivo de alcanzar la mayor cantidad de puntos de victoria, se hace necesario cuidar la obtención de esos materiales, la construcción, el poder militar o la colaboración con la Iglesia.
LORENZO IL MAGNIFICO: UNA PARTIDA
Tras colocar el tablero en el centro de la mesa, con una loseta de excomunión para cada período, se barajan las cartas de desarrollo, atendiendo a su color.
El resultado son cuatro mazos, ordenados de forma ascendente en función de su periodo. Se sitúan los discos en los espacios iniciales del marcador de puntos de victoria, de puntos militares, de puntos de fe y de orden de turno.
Cada participante recibe su tablero individual, su loseta de bono por su cara básica, un familiar incoloro (valor cero) y las piezas de su color. Añade a su reserva dos maderas, dos piedras y tres sirvientes, así como tantas monedas como correspondan al orden de turno.
Una partida se estructura en tres periodos, con dos rondas cada uno, por lo que tiene una duración de seis rondas. Cada una se estructura en una serie de fases. Una vez finalizada la última, se procede al recuento de puntos para determinar al ganador.
1. Fase de Despliegue. Se colocan las cuatro primeras cartas de desarrollo de cada mazo en su respectiva torre del tablero, empezando por abajo. El jugador inicial lanza los dados para situarlos en sus respectivas casillas.
2. Fase de Acciones. Por orden de turno, los jugadores colocan a sus familiares en las distintas casillas de acción. Cada familiar cuenta con un color en su parte superior, haciendo referencia a un dado. Así, su valor será igual al resultado del dado de ese color.
Puesto que las diferentes casillas de acción cuenta con un número a igualar o a superar por los familiares para poder colocarse en ellas (siempre un uno como mínimo), pueden descartarse sirvientes para incrementar el valor de un familiar. Los sirvientes siempre son necesarios para las casillas con valor de siete.
Por ejemplo, si el resultado del dado negro es un dos, todos los familiares con el color negro en su parte superior tendrán un valor de un dos. Cada sirviente descartado añade un punto. Si el jugador descartase tres, su valor sería de cinco, por lo que podría colocarlo sobre una casilla con un valor de cinco.
Existen cinco zonas sobre las que colocar a los trabajadores.
– La torre permite adquirir cartas, para añadirlas al tablero personal. Sólo puede haber un familiar en una casilla y uno de un mismo color en una torre (sin tener en cuenta los incoloros). En caso de que ya haya de otro color, es obligatorio pagar tres monedas a la banca.
Las cartas de territorio no tienen coste, pero requieren de un número mínimo de puntos militares para poder añadirse, a partir de la tercera posición. Los edificios se adquieren con recursos, mientras que los personajes se compran con monedas.
Las empresas cuestan recursos o puntos militares. Es frecuente que las cartas posean un efecto inmediato, a ejecutar en el momento en que se compran.
– El área de producción cuenta con una casilla individual y con otra sin límite de espacio, pero que resta tres puntos al valor del familiar. En ella no puede haber dos familiares de un mismo color, a excepción de los neutrales.
Permite ganar el bono personal y activar las acciones permanentes de las cartas de edificio del tablero personal, siempre y cuando se cuente con el valor mínimo que en ellas se indica. Es decir, un familiar de nivel cuatro no podrá activar los efectos de las cartas con un cinco y un seis.
– El área de cosecha funciona igual que el anterior. La única diferencia es que se utiliza para activar las acciones permanentes de las cartas de territorio del tablero personal.
– La zona de mercado se compone de cuatro casillas, en las que sólo hay hueco para un familiar. Sirven para ganar monedas, sirvientes, puntos militares o privilegios (una ganancia a escoger entre una madera y una piedra, dos sirvientes, dos monedas, dos puntos militares o un punto de fe).
– El palacio del consejo no tiene límite de espacio y sirve para establecer el orden de turno en la siguiente ronda. Los jugadores obtienen, además, una moneda y un privilegio.
3. Fase de Informe al Vaticano. Sólo se lleva a cabo en la segunda, en la cuarta y en la sexta ronda. Cada jugador comprueba si tiene tres, cuatro o cinco puntos de fe, en función de la ronda. Si no los tiene, colocará uno de sus marcadores de excomunión en la loseta correspondiente. De ahí en adelante, contará con una desventaja importante.
Si los tiene, puede decidir apoyar o no a la Iglesia. Si lo hace, trasladará su marcador de puntos de fe al cero, anotándose tantos puntos de victoria como correspondan a la casilla desde la que se encontraba. No será penalizado. Por el contrario, en caso de no querer descontarlos, también será excomulgado, como en el primer caso.
4. Fase de Fin de Ronda. Se descartan las cartas sobrantes y se recogen los familiares. Se colocan los marcadores de la zona de orden de turno en función de las posiciones del palacio del consejo. Comienza una nueva ronda.
Tras finalizar la sexta ronda, se procede al recuento de puntos. A los anotados en el marcador de puntos de victoria, se les sumarán los correspondientes a las cartas de territorio adquiridas (uno, cuatro, diez o veinte, en función de si poseen tres, cuatro, cinco o seis cartas).
Los personajes obtenidos también reportan puntos, más concretamente uno, tres, seis, diez, quince y veintiuno, dependiendo de los que se tengan. Cada empresa suma los puntos que se indiquen en ella y cada cinco recursos sobrantes, sin importar el tipo, añaden uno.
Por último, el jugador con más puntos militares se anota cinco puntos de victoria, mientras que el segundo recibe dos. El ganador será quien posea la mayor cantidad.
LORENZO IL MAGNIFICO: CONCLUSIONES
Lorenzo il Magnifico se define como «un juego de estrategia complejo». Parte de unas mecánicas sencillas, estructuradas e intuitivas, por lo que si seguimos considerándolo complejo debería ser por las enormes posibilidades que ofrece, que crean auténticos quebraderos de cabeza a la hora de luchar por la victoria.
Como ya hemos visto, este juego de colocación de trabajadores revoluciona en cierta medida el género, al otorgar un valor variable a cada miembro de la familia. Con ello, situar uno en una casilla no es moco de pavo. Tras conocer el valor que tendrá cada uno en la ronda, llega el momento de valorar dónde será más útil cada uno.
Tendremos ante nuestros ojos un total de dieciséis cartas, con sus jugosas recompensas, así como un mercado con elementos imprescindibles. Un poco más abajo, encontraremos nuestro tablero personal, con cartas que esperan activarse.
No podemos olvidarnos de ese palacio, que debe de ser una de las zonas de orden de turno más utilizadas del universo (más por los recursos que ofrece que por su función en sí). Gastar un familiar de un nivel alto (o los sirvientes) puede dejarnos pocas opciones para un futuro.
Por su parte, dado que el espacio de las casillas suele ser limitado, nos encontraremos con que nuestra acción se ha esfumado por haberla dejado para más tarde, con consecuencias nefastas para el resto de la partida. Al fin y al cabo, estamos ante una apuesta que nos obliga a equilibrar opciones.
Lorenzo il Magnifico cuenta con un poderoso Vaticano, con el inmenso poder para prohibirnos la entrada al mercado, anular los los puntos de las empresas o los personajes o de restarnos más de veinte puntos de victoria. Los castigos nunca serán los mismos, pero por norma general, nos conviene apoyar a la Iglesia con los puntos de fe.
Lo que hace diferente a este título es que los jugadores estarán obligados a cambiar de estrategia en cada partida. La colocación de las cartas y la combinación entre ellas es diferente, a lo que se debe sumar el lanzamiento de los dados en cada ronda.
Así, esa valiosa carta de territorio que nos ha reportado tanta madera en una competición anterior, ahora tiene un precio de siete puntos, a sumar con el familiar y los sirvientes. Suponiendo que tengamos un familiar con un valor alto o muchos sirvientes, habrá que valorar si nos merece la pena pagar ese alto precio. Tal vez ahora haya una carta de personaje, más barata, con una útil habilidad permanente.
Las prioridades habrán cambiando para todos los participantes, por lo que serán sus decisiones las que marquen también nuestro camino. Es importante hacerse con esos puntos de fe de los que hablábamos antes, pero también con los militares, puesto que sin ellos no podremos tener más de dos cartas de territorio.
Encontrar el equilibrio perfecto puede ser sencillo en una partida, pero complicado en la siguiente. ¿Cómo podría hacer algo útil si todos los dados muestran valores extremadamente bajos? Saber aprovechar los cuatro familiares, ante situaciones difíciles, y adelantarse a los demás son sus principales atractivos.
Son estas dos características las que evitan que el principiante pueda llevarse la victoria, pero también las que inhabilitan planes enteros. Incluso en partidas para dos jugadores. En este caso, quedarán tapadas dos zonas del mercado y las comunes del área de producción y de cosecha, pero la jugabilidad no recaerá en ningún momento.
Como es lógico, la espera entre turnos será mucho menor. Además, puesto que habremos tapado esas casillas, los espacios volverán a ser muy limitados. Si el rival se ha quedado con el área de producción, tendremos pocas opciones para poder activar nuestras valiosas cartas en esa ronda.
Con ello, Lorenzo il Magnifico funciona a la perfección con cualquier número de jugadores. Además de su modo básico, hay espacio para las reglas avanzadas. En ellas, las losetas de bonos personales serán distintas para cada jugador, a la vez que se incorporan las cartas de líder (con sus altos requisitos y sus eficaces efectos).
La mecánica sigue siendo sencilla, pero esas cartas complicarán aún más la existencia. ¿Merece la pena reunir quince sirvientes? Funciona a modo de pequeña expansión, por lo que para sacarle más provecho al juego recomendamos esperar varias partidas hasta utilizarla.
El que podemos considerar el mejor acierto de DMZ Games hasta la fecha, cuenta también con un cuidado apartado gráfico. Su colorido se combina con componentes resistentes, repletos de detalles. Destacan esos dibujos de los cofres en los tableros individuales, sobre los que colocar los recursos. Con estos elementos, no es complicado sumergirse por completo en la época.
Respecto a sus instrucciones, encontramos un libreto con letra grande, dibujos, recordatorios y ejemplos, que no dejará dudas para la primera partida. Con sólo una lectura ya nos habrá quedado claro que las cartas suelen tener una doble utilidad, con elementos propios de un set collection, lo que hará las delicias de quienes les gusta mirar en perspectiva.
¿Conclusión? Es todo un privilegio que Lorenzo il Magnifico se haya lanzado en castellano y que, además, haya respetado el diseño original. Estamos ante un título con una inmensa rejugabilidad, que encantará a los que acostumbran a cansarse de los juegos en los que siempre ganan.
Aunque hay un problema. La enorme libertad para realizar acciones y ese original sistema de colocación de trabajadores harán que, tal vez, otros juegos de la estantería del mismo género queden desterrados para siempre.
Quienes estén dispuestos a correr ese riesgo se encontrarán ante un juego perfecto, tan emocionante, sorprendente y divertido como necesario, de esos que hay que probar al menos una vez en la vida.
COMPONENTES DE JUEGO
- 96 Cartas de Desarrollo
- 20 Cartas de Líder
- 21 Losetas de Excomunión
- 4 Losetas de Bonos Personales
- 16 Cilindros de Familiar
- 16 Pegatinas de Familiar
- 16 Discos
- 12 Marcadores de Excomunión
- 33 Monedas
- 20 Piezas de Madera
- 20 Piezas de Piedra
- 23 Piezas de Sirviente
- 3 Dados
- 4 Tableros Personales
- 4 Losetas de Modificación de Tablero
- Tablero Central
- Guía de Referencia
- Instrucciones
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