Será el 11 de junio cuando se anuncie el ganador al Kinderspiel des Jahres 2018 (mejor juego de mesa infantil). Tres son los nominados a esta categoría: Emojito!, Dragon’s Breath y Panic Mansion. Tras analizar el primero, hacemos lo propio con el segundo para comprobar si es merecedor del prestigioso premio.
¿CÓMO SE JUEGA A DRAGON’S BREATH?
Dragon’s Breath (Funkelschatz) es un juego de mesa infantil de 2 a 4 jugadores, con partidas de 15 a 20 minutos. Recomendado para mayores de 5 años, es una creación de Günter Burkhardt y Lena Burkhardt. Sus ilustraciones son obra de Daniel Döbner.
Publicado por Haba, estamos ante una propuesta independiente del idioma, con un manual multilingüe. Tomando como referencia la esencia del clásico Tragabolas, crea partidas con la habilidad y la mirada en perspectiva como herramientas para alcanzar la victoria.
Sus participantes se trasladan a un mundo de fantasía, en la piel de pequeños dragones. Han descubierto un buen número de preciosas y coloridas piedras durante una excursión, por lo que inician una competición por conseguir el mayor número. El problema llega al estar dentro de una columna de hielo.
Debido a su corta edad, sólo cuentan con aire caliente para derretirla. Será con la ayuda del fuego de su padre como empezarán a recoger tesoros para trasladarlos a sus cuevas. A cambio, el dragón adulto también está dispuesto a llevarse algunas piedras.
El primer paso es crear el escenario, haciendo uso de la parte trasera de la caja. En el centro, se apilan los anillos de hielo, con las piedras en su interior. Cada jugador escoge su dragón, para situarlo en su parte del tablero. Las fichas de piedra y papá dragón se dejan a un lado.
Una ronda se estructura en tres fases. Comienza con la elección de una ficha de piedra, siguiendo el orden de turno. Se hará atendiendo al color de las piedras que deberían caer de la columna de hielo. A continuación, el jugador en turno retira el anillo de hielo superior para que las piedras empiecen a caer (algunas caerán por los agujeros para quedarse en la cueva del padre).
Finaliza con la recogida de piedras. Cada uno se queda con las caídas que correspondan a la ficha de su color para guardarlas en sus cuevas, mientras que las que no pertenezcan a nadie se guardan en la cueva de papá dragón.
Se repite la misma mecánica hasta retirarse el último anillo. Se descubren las piedras guardadas en las cuevas (debajo del tablero). El ganador será quien haya reunido la mayor cantidad.
DRAGON’S BREATH: CONCLUSIONES
Dragon’s Breath reúne las características exigidas como nominado al Kinderspiel des Jahres 2018: diversión, aprendizaje y componentes originales y de calidad. ¿Pero realmente son suficientes? Comencemos con la primera de ellas.
Estamos ante un juego que entretiene por sus turnos rápidos y su sencillez de reglas. Los más pequeños disfrutarán quitando anillos para recoger las piedras de su color. Guardar los tesoros en su respectivo espacio del tablero supondrá la mejor parte, puesto que quedan garantizadas así las sorpresas al final de la partida. ¿No iba a ganar yo? ¿Cómo ha conseguido el de la izquierda tantas?
La habilidad y la precisión se combinan con la capacidad para mirar en perspectiva. Escoger una ficha u otra, observando cómo está el escenario, es una parte crucial de la victoria. Sin embargo, dado que se juega con la ley de la gravedad, nunca hay nada seguro. Al fin y al cabo, no todos quitaremos los anillos con la misma intensidad.
Sus variantes permiten adaptarlo a todo tipo de jugadores. Nos permiten tener siempre la misma ficha, en partidas con niños muy pequeños, o escogerla al azar, eliminándose cualquier opción estratégica. Sin duda, la mejor modalidad llega con la posibilidad de aplicarle todo tipo de reglas caseras.
Respecto al aprendizaje, Dragon’s Breath recurre al cálculo simple a la hora de hacer un recuento de piezas. Potencia la observación y esa mirada en perspectiva, así como la interacción social. Resulta igual de interesante tanto en partidas con adultos como con, únicamente, niños.
Por último, salta a simple vista que sus componentes son originales y llamativos. Son capaces de impresionar a los niños y, combinados con un sencillo montaje, se crea un precioso escenario en tres dimensiones. Todos querrán comenzar a quitar anillos en cuestión de segundos. Aunque eso sí, debe tenerse mucho cuidado con las piezas de pequeño tamaño.
Con ello, estamos ante una reinvención del clásico Tragabolas, donde los participantes compiten por guardar la mayor cantidad de bolas. En esta ocasión, se opta por un ritmo más tranquilo. Se ha cambiado la temática y también se ha incluido un pequeña opción estratégica, aunque no parecen haber revolucionado la mecánica original.
La parte negativa es que sus «novedades» no son suficientes como para enganchar al jugador durante muchas partidas. Los niños quedarán asombrados durante las primeras competiciones, pero la monotonía de su mecánica básica hará que esa emoción no dure demasiado.
Así, su precioso diseño podría haberse completado con variantes más cuidadas o con más beneficios para los pequeños. No estamos ante uno de los nominados más injustos al galardón (sin ir más lejos, presenta mejores características que Emojito!, otro de los nominados), aunque sí que se han lanzado juegos en el último año que pudieran haberlo merecido más.
3 thoughts on “Dragon’s Breath, ¿merecedor del Kinderspiel des Jahres 2018?”
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