Análisis: Good Company

Good Company

Good Company es la historia de mi vida. Me inicié en esto, con una amiga, fabricando sencillos modelos de calculadoras. Mi primer empleado se unió para prestarnos apoyo en la investigación de nuevos componentes, con los que mejorar esos originales modelos de calculadora.

La bola de nieve fue creciendo poco a poco. No lo negaré, también hubo algunos pasos atrás. Con reorganizaciones en las cadenas de producción, conseguimos llevar al mercado la más sofisticada calculadora. Más tarde, aparecieron los dispositivos de bolsillo, también llamados móviles.

Dimos vida a robots de limpieza, seguidos por mil y un inventos. ¿Y qué ocurre ahora? Hemos conseguido fabricar robots que producen en masa nuestros productos. Gracias a esta gestión, no exenta de sudor, lágrimas y muchos dolores de cabeza, puedo permitirme vivir la vida desde El Caribe.

¿Qué nuevos retos nos depara el futuro? ¿Qué nuevos productos nos traerán sus desarrolladores, Chasing Carrots? Analizamos esta nueva aportación al género de la gestión, que acaba de estrenarse en acceso anticipado.

 

GOOD COMPANY: UNA PODEROSA APARICIÓN

Good Company, de Chasing Carrots y The Irregular Corporation, se encuentra disponible en PC, a través de Steam y GOG, por 22,99 euros. Se lanza en acceso anticipado, por lo que habrá que esperar un tiempo para disfrutar de su versión final. Toca aprovechar el apoyo de la comunidad para la fase de desarrollo.

Por el momento, las críticas están siendo mayoritariamente positivas. Es importante, ya que cuando un juego llega al gran publico, aunque se deje claro que es en acceso anticipado, los problemas suelen salir de debajo de las piedras.

Good Company

En lo que respecta al idioma, se presenta en castellano con una traducción solida. Los requisitos son bajos, aunque los 4 GB de RAM necesarios pueden ser un inconveniente para algún jugador. Los nuevos portátiles y los ordenadores de sobremesa ya sobrepasan de manera amplia ese requisito.

En relación al contenido, por el momento no hace uso del Workshop de Steam. Por lo tanto, los ‘mods’ no forman parte de  la experiencia. Las actualizaciones y las mejoras del juego serán muy frecuentes, con un soporte y una escucha a los jugadores real.

Los gráficos, sin salir de la sencillez, cumplen su función. No se apuesta por realismo, sino por la jugabilidad. Por su parte, los ‘bugs’ parecen un enemigo lejano de Good Company.

Ofrece dos modalidades. Comenzaremos con la campaña, donde aprender todo lo necesario en las fábricas, en las que iremos descubriendo los productos que ahora forman parte del juego. Sin ella, la segunda modalidad se hace muy cuesta arriba.

Se trata del modo libre. Nos sitúa en medio de una nave vacía, con algo de dinero para invertir. Nos obliga a aplicar todo lo aprendido en el anterior modo, o lo que ya sepamos, y crear nuestra corporación desde cero. Es, sin duda, el modo estrella, siempre que el otro ya haya sido completado.

 

LA CURVA DE APRENDIZAJE

Estamos ante un juego que va más allá de las líneas de producción. Es preciso saber diseñar nuestros productos y maximizar celdas al crearlos. También, irrumpir en el mercado asumiendo las demandas para ofrecer una oferta de objetos.

En un primer momento los humanos son esenciales. De hecho, lo son hasta bien avanzada la partida. Resulta vital para obtener una rentabilidad. Como es natural, necesitan cobrar un salario. Suman gastos que hay que cubrir, haciéndoles andar lo menos posible entre los distintos almacenajes.

La logística es una parte fundamental. Por ello, el centro de logística es la construcción más importante de todas. Sin una buena organización, los productos saldrán e incluso podrá obtenerse dinero. Sin embargo, no estaremos sacando el máximo beneficio y, por tanto, nuestra investigación y desarrollo se verán mermados.

Los cambios en el mercado pueden sepultarnos de no reaccionar de una manera rápida y eficiente. Parece que hablamos de una empresa y así es. Good Company es, justamente, eso. Nos introduce dentro de la partida para hacernos creer que tenemos nuestra propia empresa, de la que sacar partido.

¿El resultado? Estamos ante uno de esos juegos en los que bajar la cabeza para jugarlo y descubrir como, al levantarla, han pasado unas cuantas horas. Su curva de aprendizaje es fluida, aunque si no completamos en su totalidad el tutorial, pueden surgir problemas.

Se basa en conceptos básicos, a pulir mediante el ensayo y error. Como en todo juego de gestión, la belleza está en el trabajo bien hecho y en comprobar como esos humanos, que son nuestros empleados, se mueven con esa música celestial que es la eficiencia.

 

NO SIN SUPERFICIE

Conforme vayamos investigando y descubriendo productos, tendremos que ir ampliando las instalaciones para abarcar más. Cuando tengamos una cantidad adecuada de dinero, podremos ir haciéndonos con otros edificios colindantes.

Esta opción permite aumentar nuestras cadenas de producción e introducir nuevos objetos en el mercado. Por tanto, el incremento de la superficie nunca estará de más.

Las mejoras e investigaciones no sólo tienen como finalidad ofrecer nuevos productos. Servirán para mejorar las instalaciones y para ofrecer un mejor apoyo a las cadenas de producción.

Las cintas transportadoras son elementos típicos de los juegos del género y en Good Company también hacen acto de presencia. Siempre es mejor que el producto viaje solo a que sea cargado y llevado de un punto A al B por un trabajador.

 

FUTURO Y MEJORAS

Para mejorar el juego, su estudio responsable ya ha ofrecido unas pautas. Por medio de tres fases, a corto, a medio y a largo plazo, conocemos lo que está por venir en el futuro.

Para empezar, ya se ha realizado un cambio que mejoraba aspectos del juego que lo ralentizaban y hacían que, a veces, algunas tareas resultasen algo tediosas.

En lo que respecta al corto plazo, están previstas las zonas de trabajo. Tienen como objetivo ofrecer un mayor control de nuestra empresa. Estarán acompañadas de más opciones en la logística. Serán una implementación el desarrollo de nuestro negocio y el aterrizaje de la comunidad de ‘modders’, con desafíos para cumplir.

A medio plazo, el salto será más grande. Entrarán en juego las habilidades de los trabajadores, ya que ahora son todos iguales. Llegarán los distintos niveles de calidad de los productos, el poderoso marketing y sus posibilidades y el siempre acertado modo multijugador cooperativo.

Ya a largo plazo, aparecerá la posibilidad de utilizar ‘mods’, la opción de sobredimensionar nuestra producción y la introducción de robots más grandes. También aparecerán los contratos de producción, los cuales se traducirán en dinero al producir determinados objetos. Se deja abierta la puerta a mejoras que no están pensadas, por ahora, y que los propios jugadores vayan sugiriendo.

 

GOOD COMPANY: CONCLUSIONES

El género de la gestión está ya muy nutrido de juegos. No tanto el de las cadenas de producción, el cual tiene a Factorio como uno de los referentes. La apuesta de Good Company es clara y nos muestra el lado humano que otros juegos eliminan o, tan solo, pasan por encima, como es el caso de Rise of Industry.

Con todo estos datos en la pizarra, es fácil sacar conclusiones. Este juego no se empeña en ofrecer algo que no es. La carne está en el asador en la jugabilidad, su gran aliada. Es fluida y casi sin esperas, ya que las partidas comienzan de forma muy rápida y apenas aparecen pantallas en negro.

Estamos ante la versión inicial, ya que fue el 31 de marzo cuando se lanzó en acceso anticipado. Debe ser algo a tener en cuenta para los que busquen un juego total. Estamos ante una experiencia muy completa y llena de desafíos, pero en fase de desarrollo.

La interfaz es sencilla y pone a nuestro alcance todas las opciones que nos brinda. Los modos de logística y diseño, por defecto, pausan el juego cuando entramos en ellos. Aunque se puede modificar cambiando los ajustes, resulta muy útil.

El cariño de los desarrolladores hacia Good Company está latente. Con menos de quince días en el mercado, ya han puesto la máquina de las mejoras a funcionar. Se notan y se ven a la hora de jugar.

Al organizar, o mejor dicho, reorganizar las cadenas de producción, quizás la experiencia flojee un poco. Hay veces que tendremos que mirar al detalle porque no hay más espacio en los diferentes puntos de almacenamiento.

Good Company es un juego para los expertos en el género, aunque funciona muy bien entre aquéllos a los que les guste, pero con una experiencia no muy alta. En su modo campaña aparecen unas pautas claras para el manejo. La parte negativa es que tal vez resulte un poco lenta y pesada para los jugadores habituales.

Por norma general, los juegos de gestión con dificultad que nos llevan a encontrar el éxito en un primer intento en el modo libre no acostumbran a ser bien recibidos. Para que enganchen, es preciso que creen auténticos desafíos.

En esta propuesta, lo normal es caer en bancarrota hasta dar con la clave del éxito. Será necesario para aprender a organizarnos más y mejor y, en definitiva, para disfrutar al máximo de las numerosas posibilidades que se ofrecen en esta cuidada novedad.

 

 

Good Company análisis