Este lugar es impresionante. ¿Has estado alguna vez? El viaje no es precisamente placentero, pero una vez que llegas se te olvida todo. Mareos incluidos.
La Nebulosa del Águila bien podría parecer magia. Es una nube de gas y polvo, con todos los elementos químicos que puedas imaginar. ¿Y las vistas? ¡Qué vistas! Reseñamos Atomic Bond!
LA LLEGADA A LA NEBULOSA DEL ÁGUILA
Atomic Bond! ya es una realidad, tras una exitosa campaña de búsqueda de financiación en Verkami. Se presenta en una edición en caja pequeña, compuesta por 110 cartas e instrucciones en castellano.
Disponible a un precio de 20 euros, de la mano de Tero Ediciones (anteriormente Editales), es una creación de Pablo Ortega. Sus ilustraciones corren a cargo de Mili Koey.
De 2 a 4 jugadores compiten en partidas de 20 minutos, indicadas a partir de los 8 años. Viajan hasta la Nebulosa del Águila, una nube donde recoger elementos químicos y combinarlos entre sí. Al hacerlo, obtendrán puntos y acciones.
ATOMIC BOND!: UNA PARTIDA
El primer paso es barajar todas las cartas para crear el mazo, conocido como nebulosa. Se reparten cinco a cada jugador, ocultas ante los demás.
El turno de cada participante le permite realizar una o varias combinaciones con las cartas de su mano para sumar puntos. Lo hará atendiendo al símbolo de elemento químico de la carta y a los símbolos de sus combinaciones. Las cartas pasan al reactor, es decir, al centro de la mesa.
El jugador de su izquierda hace lo mismo, y así sucesivamente. Como ya habrán visto los puntos que suman las anteriores combinaciones, podrán no bajar ninguna. En ese caso, están obligados a dejar tres cartas en el reactor.
Aquél cuya combinación reporte más puntos se lleva todas las cartas del reactor a su laboratorio. En caso de empate a puntos, se reparten de forma equitativa.
No sólo podrán realizarse combinaciones para sumar puntos, sino para llevar a cabo jugadas especiales, cuyo efecto se aplica al momento. Permiten robar cartas de la nebulosa, robar de los laboratorios ajenos o recuperar cartas de los residuos, la zona donde se envían las eliminadas provenientes de esas jugadas especiales.
A continuación, todos roban cartas de la nebulosa hasta tener cinco en la mano. Se repite la misma mecánica, aunque con un nuevo jugador inicial: el de la izquierda de quien comenzó en la ronda anterior. Al agotarse las cartas de la nebulosa, la partida termina.
Los participantes suman las cartas de su laboratorio (no los puntos). El vencedor será el que tenga más. Restarán un punto por cada carta que conserven en la mano.
ATOMIC BOND!: CONCLUSIONES
Ahora que volvemos, toca reflexionar. La estancia ha sido corta, pero muy intensa. Jamás imaginé que unos elementos podrían tener tantos usos. He descubierto los más comunes y, también, los más tóxicos.
Ahora sé qué se necesita para la elaboración de microchips, de las pilas de combustible, del fertilizante y de la pólvora. Conozco la forma de refrigerar reactores nucleares, de aislar electricidad y de controlar plagas. El ácido más fuerte. Y eso que una vez fui de letras.
Mi laboratorio está a rebosar de vida. De experimentos realizados con éxito. De combinaciones asombrosas. No es el más completo, por lo que la victoria no es para mí. Al menos, puedo irme con un buen sabor de boca y con unas ganas inmensas de un nuevo asalto.
Atomic Bond! es un juego de cartas con un alto componente educativo. Sin ir más lejos, podría definirse como un juego de bazas repleto de información, dispuesta a colarse en nuestras mentes sin apenas darnos cuenta.
Tero Ediciones vuelve a dar vida a un título que no requiere de conocimientos previos, como ya ocurría con Pseudónima y Pseudónima Escribiendo en femenino. Tras la primera partida, habremos retenido nombres de elementos, con su simbología.
Continuaremos familiarizándonos con ellos en una segunda y en una tercera competición. A partir de ahí, las combinaciones llegarán para quedarse. Aunque todo el esfuerzo y la concentración se orienten a intentar obtener los máximos puntos, seremos una esponja que todo lo absorbe.
Uno de los objetivos que plantea la editorial con sus proyectos es ofrecer juegos basados en el aprendizaje. Como hemos visto en más de una ocasión, si la diversión no se combina con ese objetivo, de poco o nada servirá recurrir a él.
En Atomic Bond!, la diversión y el entretenimiento están presentes, por lo que se aplica la fórmula del éxito. Aprendemos cuando algo nos resulta fascinante. Cuando despierta la curiosidad. Se juega con esta idea, por lo que es una apuesta segura en las aulas.
La atracción hacia el jugador llega mediante unas reglas muy sencillas, que llegan a recordarnos a los juegos de cartas que tiran de baraja clásica. Buscamos combinaciones que se traduzcan en puntos o en valiosas jugadas especiales.
Se apoya en un diseño claro e intuitivo, a pesar de que, a simple vista, puede parece que hay mucho texto. Un simple vistazo a la parte izquierda será suficiente para saber con qué cartas puede combinarse cada una. Ya en la parte inferior, encontramos los resultados a esa combinación: puntos, en rosa, o efectos, en negrita.
Recurre a una rapidez visual máxima, que crea partidas dinámicas y sin pausas. La información se completa con curiosidades sobre el uso real o la composición, ideal para calmar las ansias de los que quieren saberlo todo. Mientras esperamos a que otros creen sus combinaciones, es una inyección de datos interesantes.
Al igual que ocurre en los juegos de bazas, trataremos de aplicar la deducción para lograr el éxito. ¿Quedarán muchos más oxígenos? ¿Tendrá oro el jugador de mi derecha? La gestión de las cartas de la mano está presente, así como el riesgo.
Bajar una buena combinación no se traduce en una victoria segura. El siguiente puede bajar al reactor una aún más poderosa y las cartas serían suyas. Ser el primero tiene sus desventajas, pero por suerte, este papel cambia de ronda a ronda.
A la hora de jugar cartas, prima la toma de decisiones. Queda claro como si no podemos superar los puntos de una anterior combinación, carece de sentido realizar una con muchas cartas, ya que se traduciría en pérdidas. Sin embargo, hay mucho más. Ningún turno será perdido, siempre que tengamos presente que el ahorro y la reserva son esenciales. ¿Para qué gastar por gastar?
Las jugadas especiales pueden llegar a ser más eficaces que los propios puntos, con la enorme interacción que crean. Salvarán de más de un apuro o permitirán meter mano al laboratorio del rival. También, harán que el nuestro crezca.
Con ello, y sin perderse esa estructura tan sencilla, estaremos tomando decisiones de forma continua. Con su emoción, nervios y tensión. Dependerán de nuestra perspectiva de futuro, del anticipo a siguientes jugadas y, por supuesto, de la forma de jugar de los oponentes.
La disposición aleatoria de las cartas garantiza la rejugabilidad. Así, en unas partidas nos lloverá el hidrógeno, mientras que en otras no habrá rastro de él. Obliga a reinventar estrategias y a improvisar sobre la marcha.
Al agotarse las cartas del mazo, todo habrá llegado a su fin. Si hemos sido previsores, no tendremos demasiadas cartas en la mano, por lo que no habrá muchos puntos por restar. Será momento de comprobar lo grandes que son los laboratorios. De sentir la rabia al ver como un par de cartas han marcado la diferencia.
Como es lógico, no todas las partidas tienen la misma duración. Aunque cada ronda comienza con el robo de cartas del mazo, las diferentes jugadas harán que baje a ritmos inestables.
Queda claro como su jugabilidad es adictiva, ¿pero cómo se consigue crear un juego capaz de enseñar tanto? A los iconos y al texto de cada carta deben sumarse unas imágenes representativas. No sólo apuestan por la ternura y el colorido, mediante animales, alienígenas y robot con personalidad propia, sino por reflejar lo que se intenta enseñar.
Recurre, por tanto, a la memoria fotográfica. En Pseudónima, la imagen de cada autor estaba acompañada de un elemento representativo de su obra. En Atomic Bond! ocurre algo parecido.
La memoria, en el ejercicio de recordar, se trasladará hasta aquel dibujo. Hasta aquella escena. Volverá a ver al cloro con su gorro y sus gafas de piscina, al helio con su forma de globo y al silicio como un robot.
Recordaremos al cobre por su antena parabólica y relacionaremos el plomo con los rayos X y el nitrógeno con la agricultura. El jugador no tendrá que esforzarse, ya que el trabajo duro ya lo han realizado su autor, su ilustradora y sus editoras.
Esto permite utilizarlo como un perfecto compañero en las clases. Refuerza el estudio y despierta esa curiosidad de la que hablábamos antes, tan difícil de conseguir. Su uso no se limita únicamente al aula, aunque parezca estar creado para ello.
Es un juego fácil de transportar (mejor sin cartas enfundadas para que la caja cierre). Como reto familiar, se disfrutará en casa para reforzar lo aprendido en el colegio o en el instituto. Si bien los pequeños serán quienes más valoren su estética, también cumple su función con los adolescentes y los adultos.
Nunca está de más recordar lo que una vez aprendimos y, casi con total seguridad, ya hayamos olvidado. No todos tuvimos la suerte de aprender mediante el juego, por lo que no es mal momento para acercarnos de nuevo a esta ciencia.
¿No sabemos qué es el cianuro de potasio? ¿Qué ocurre con el ácido fosfórico? ¿Y con el duraluminio? ¿Cómo se forma el hidróxido de magnesio? Si no hemos respondido a alguna de estas cuestiones, un acercamiento a Atomic Bond! nos dejará claro que no es sólo un juego de niños.
Las comparaciones con Synthesis por compartir temática se hacen inevitables. En ambos juegos combinaremos elementos, aunque mediante una mecánica y un diseño muy distintos. Por tanto, ambos son compatibles en una misma estantería.
Tero Ediciones muestra, una vez más, la enorme dedicación que le pone a todos y cada uno de sus juegos. Apuesta por una ciencia que, aunque ya tiene algunos representantes en los juegos de mesa, no es una temática que abunde.
Acaba de lanzar Atomic Bond!, pero ya trabaja en el juego de rol Metrópolis, actualmente en Verkami. Es el primer manual de rol de la editorial que, en este caso, apuesta por la cultura. Es un homenaje a una película que hizo historia, con una trama que bien podría reflejar la situación actual.
2 thoughts on “Atomic Bond!, los elementos químicos en un viaje interestelar”
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