No voy a poder viajar en tren de Jaén a Puertollano. Tengo que intentar llegar antes del año que viene. Maldita sea la Mono Company, que ha elegido León para ser su base de operaciones y proveer a las ciudades cercanas de trenes. Como decía, Jaén siempre es la última. Dicen los viejos sabios que otras empresas van a abrir rutas de tren en diferentes ciudades. Por el momento, sólo de transporte de mercancías.
¡Guau! Al llegar a Puertollano, he comprobado como cientos de personas nuevas se han desplazado gracias a la línea de tren que Train Toñín ha tejido con capacidad para pasajeros y mercancías. La ciudad ha crecido exponencialmente y hasta han abierto una fabrica de queso, ofreciendo trabajo a borbotones. Es probable que me mude e intente trabajar aquí. ¡Esto es el poder del tren!
Han pasado unos años ya desde que me puse a trabajar en la fábrica de queso. Por cierto, Jaén está irreconocible. Al poco de marcharme, Train Toñín impulsó una línea de ferrocarril para que Puertollano recibiera mercancías y trabajadores. Ambas ciudades ya cuentan con fábricas enormes que no sólo se abastecen entre ellas, sino que también exportan a otras más lejanas.
Lo malo de todo esto es que Mono Company ha comprado parte de las acciones de Train Toñín. Tiemblo de pensar en que pueda crear un monopolio en el que todos, menos esta malvada compañía, salgamos perjudicados. Parece que lo que toca es la horca. Mi muerte y la de algunos de mis compañeros servirá para hacer ver que, sin controles antimonopolio, no se puede vivir.
Juegan con los trabajadores, quienes sólo buscamos algo que echarnos a la muela. Me he quedado sin trabajo. Sin un lugar donde vivir. En esta difícil tesitura, sólo se me ocurre una solución para promover los defectos del sistema. Y no es precisamente buena, ya te imaginarás de qué estoy hablando. Espero que a otros no les ocurra lo mismo.
Unos días antes. ¡Noticia de última hora! Se cierra la compra total de la compañía Mono Company a Train Toñín. La primera no ha tardado en cerrar multitud de estaciones ferroviarias por no ser parte de su estrategia de expansión. Miles de trabajadores se irán a la calle, con lo que eso conllevará para sus vidas. Para sus familias. Así es Railway Empire 2.
RAILWAY EMPIRE 2 ¿QUÉ ES?
Railway Empire 2, como su propio nombre indica, es la secuela independiente de Railway Empire. Se define como un juego de construcción de líneas ferroviarias, a utilizar para levantar nuestro imperio a lomos de trenes. Conectaremos fábricas con estaciones y éstas, a su vez, con diferentes ciudades.
Con el objetivo de abastecer y crecer, la gestión, la estrategia y la capacidad de tomar decisiones resultan esenciales para el éxito de nuestra empresa ferroviaria. De ellas dependen el incremento en las oportunidades de trabajo y la prosperidad.
El dinero es clave. Saber gestionarlo y dar con la tecla para obtener rápidamente rentabilidad será nuestra principal preocupación. Por descontado, lidiaremos con enemigos a cargo de otras empresas ferroviarias. Eso sí, los enemigos más importantes son el terreno y sus accidentes.
Disponible en PC y consolas
A los mandos de esta propuesta se encuentran Gaming Minds Studios, como desarrollador, y Kalypso Media, como editor. Podemos obtenerla en PC, mediante Steam y Epic Games Store, si lo nuestro es practicar la estrategia en el ordenador. Por otro lado, también está disponible en PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series X/S y Nintendo Switch. Su precio en todas las plataformas es de 49,99 euros.
Las comparaciones son inevitables y más al tratarse de la segunda entrega de una saga. Al situarlo junto a su predecesor, podemos ver mejoras en la jugabilidad y una mayor sencillez al construir rutas ferroviarias. Puede presumir de un realismo mayor respecto a los gráficos. El sonido ambiental no despista y el humor que está por todas partes le otorga un aire desenfadado.
Centrándonos en la comunidad de Steam, ha supuesto una gran aparición. Cuenta con más de un 70% de reseñas positivas, algo que no es sencillo de conseguir. Como veremos más adelante, no todos los aspectos son positivos; algunos deberán mejorarse o potenciarse. Como ocurrió en la primera entrega, en el futuro llegarán nuevas actualizaciones, así como DLC con los que ampliar la experiencia de juego.
LA DURA TAREA DE SER RENTABLE
La rentabilidad es básica en Railway Empire 2. Para lograrla, se hará necesario elegir muy bien las estaciones para abordar (y rechazar). Es recomendable tomarnos unos minutos antes de empezar para crear una pequeña estrategia sobre lo que vamos a hacer y trazar nuestro camino a seguir. Por supuesto, podremos modificarla sobre la marcha.
Marcaremos objetivos muy cortos y constantes para, sin prisas pero sin pausas, conquistar el mapa. Respecto al primer juego, son mucho más grandes. El dinero (siempre maravilloso) y su dificultar para obtenerlo y mantenerlo va de la mano de los accidentes geográficos. Como ya hemos visto, el terreno es el gran «villano».
En muchas ocasiones, tendremos que microgestionar cada línea ferrovial. Construiremos y pondremos las bases con cada construcción para levantar el imperio. Eso sí, paso a paso. La construcción de las vías es sólo el principio. La compra de trenes y su complicada configuración nos traerán dolores de cabeza para cuadrar todas nuestras rutas. De los buenos, no te asustes.
Será preciso tener un especial cuidado con la adquisición ingente de trenes, por muy bien que suene en nuestra mente. Por mucho que resulte rentable una vía, no podremos centrarnos únicamente en unas pocas. A veces, habrá que ir más allá. Perder dinero a favor del futuro puede ser una gran elección. Veamos un ejemplo.
Apostar por una industria como puede ser la leche no resultará muy rentable al principio, ya que necesitará de ciudades de un tamaño considerable para demandar el producto. A medida que las ciudades crezcan, pedirán ya no sólo leche, sino productos tan avanzados como queso. Si nos hacemos con su producción, comprobaremos como éste sí que es más que rentable.
¡OYE, QUE TAMBIÉN SOMOS PROPIETARIOS!
Railway Empire 2 va de transportar mercancías, habitantes y correo. Hasta ahí bien, aunque centrarnos exclusivamente en esta actividad implicaría perder oportunidades. Así, construiremos fábricas en las ciudades con las que crear nuevas mercancías. Abastecerán a la ciudad que acoge la fábrica y exportaremos a otras.
La cosa no acaba ahí. Compraremos granjas de ganado y zonas de explotación de madera, entre otros muchísimos lugares. Por descontado, no será barato. Tampoco es recomendable hacernos con sitios así en el inicio de la partida.
Es importante señalar que, si los competidores utilizan nuestras posesiones para su beneficio, cobraremos la explotación de nuestras propiedades. Se traducirá en más dinero para avanzar. Otra de las opciones será ayudar a las ciudades a crecer. Las abasteceremos y construiremos edificios culturales y educativos, de la talla de universidades, para que sigan creciendo.
EL COMPLICADO ARTE DE MANTENER
Otro de los retos que nos ofrece Railway Empire 2 es el de construir una red de puestos de mantenimiento de trenes, con su consecuente gasto. Al principio no es un problema, pero va aumentando conforme vayamos creciendo como empresa. En caso de no mantener los trenes como se merece, tendremos problemas de todo tipo e, incluso, si hacemos oídos sordos, esto puede suponer el final de la partida.
Ofrecer puntos de mantenimiento, en medio de las vías y en las estaciones, suele ser la solución a este conflicto. Sin embargo, a menudo tener un punto de mantenimiento en las estaciones es lo que hace retrasar todas las rutas que confluyen. Hacer el mantenimiento y reparar los trenes lleva su tiempo. Por otro lado, tener las locomotoras en buen estado es menos costoso, pero igual de vital.
LA REJUGABILIDAD DE RAILWAY EMPIRE 2
Este título ofrece una rejugabilidad muy alta. Empezaremos cuantas partidas queramos y ninguna será igual que la anterior. Los mapas son muy variados y ofrecen una gran cantidad de lugares en los que jugar, desde América del Norte hasta Europa entera. Centrarse en algunas de las zonas del viejo continente no tiene desperdicio.
Las rutas tampoco podrán ser iguales, ya que los lugares de los que se extraen las materias primas se generan proceduralmente. Por lo tanto, aunque las ciudades siempre son las mismas, no lo son las zonas con las que conectarlas. Insistimos en que tomarnos unos minutos para analizar el mapa, y plantear una estrategia, es esencial.
Como no podía ser de otra manera en el género, contamos con la posibilidad de jugar libremente desde el principio. También accederemos a su modo desafíos para superar unas condiciones ya propuestas por los desarrolladores. Es algo que hace crecer la dificultad.
El modo campaña existe y actúa, además, como tutorial. En ella, completaremos condiciones en unos cuantos capítulos para disfrutar de una experiencia creciente y descubrir cómo desenvolvernos en todas y cada una de las características del juego. Permite aprender, poco a poco, y dominarlas.
RAILWAY EMPIRE 2: CONCLUSIONES
Siendo claros y muy directos, Railway Empire 2 es mejor que el primer juego de la saga. Aunque eso sí: pierde el factor sorpresa. Se simplifica en algunos aspectos, mientras que en otros se ha vuelto más complejo. El conjunto total nos hace afirmar que es superior a esa primera entrega. El principal problema en el original no se hace patente en el nuevo hasta que llevamos más de 50 horas jugadas.
¿Eso quiere decir que hay un problema? Sí, lo hay, pero es algo que damos por descontado que se va a arreglar. Se trata de un problema con la inteligencia artificial de los competidores controlados por la máquina. En un principio escalan muy bien y reflejan las diferentes maneras de hacernos frente que tienen según sean los personajes escogidos.
Por desgracia, cuando llevamos muchas horas jugadas, comprobamos como el avance y la expansión de éstos se ralentiza. Lo peor es que no mejoran sus locomotoras, o no tan rápido como deberían. Por lo tanto, se quedan atrás siempre ante nuestro avance. Eso sí, siempre que seamos capaces de avanzar. La experiencia no se tuerce del todo, ya que el desafío de conquistar el mapa con nuestra empresa, absorber a todos los competidores o, simplemente, dejarlos sin operatividad, es el verdadero objetivo.
A los aspectos positivos ya mencionados a lo largo del análisis, sumamos la satisfacción que sienten los jugadores al comprobar como, si planteamos bien una ruta, ésta saldrá bien. No significa que ya funcionemos con una ruta bien planteada con los raíles y los puestos de mantenimiento.
Hay que tener en cuenta muchos más detalles: los habitantes de las ciudades a conectar, las mercancías que demandan o, sencillamente, la geografía del terreno (¡maldito enemigo!). Se nota que los desarrolladores han aprendido de los errores del pasado.
En el apartado gráfico, destacamos ese realismo, pero también la constancia en los FPS. La cámara en primera persona que ya hereda del primer título mejora ligeramente. Nos ofrece la perspectiva desde el conductor del lugar por donde vamos y de la locomotora y vagones que llevamos. Disfrutamos, de esta manera, de un viaje precioso por parajes urbanos y rurales.
La curva de aprendizaje es pequeña, pero en la mitad del juego nos encontraremos con múltiples aspectos a los que atender. Eso sí, no precisa de haber jugado a Railway Empire para enfrentarnos a la secuela. Supone un desafío incluso para los más expertos en este tipo de juegos. Los variopintos lugares a los que hay que acudir harán abandonar otras puntos que a la larga darán problemas. Es algo bueno, ya que se puede arreglar aunque cueste un ojo de la cara.
Análisis realizado en la versión de PC.