Los príncipes azules se sienten atraídos por rostros pálidos, pelos brillantes y cinturas de avispa. Enamoran a primera vista, sin necesidad de mostrar una personalidad, una inteligencia ni unos valores. Se casan. Comen perdices.
Al menos, así era hasta ahora. Se divorcian. Se meten en problemas. Mueren de una forma trágica, abriendo una investigación en la que cualquiera es sospechoso. Cenicienta. Pinocho. Hansel y Gretel. Caperucita Roja. Los Tres Cerditos. Es lo que ocurre en Sherlock: Felices para siempre.
ASÍ ES SHERLOCK: FELICES PARA SIEMPRE
La serie de juegos Sherlock no sólo tiene nuevo título, sino que inaugura una nueva línea: Fantasy. Como su propio nombre indica, nos aleja de la realidad para seguir poniendo a prueba las dotes detectivescas.
Felices para siempre es, por el momento, el único juego que la compone. Se presenta en una baraja pequeña, siguiendo el formato de siempre. Ya disponible, como juego de producción propia de GDM Games (bajo el sello Enigma Studio), puede disfrutarse entre 1 y 8 jugadores, en 60 minutos.
Aunque pueda parecer lo contrario a simple vista, no es un reto infantil. Recomendado desde los 10 años, nos traslada hasta un mundo de cuento, con sus conocidos personajes.
Hay un asesinato por resolver, muchos sospechosos y una escena del crimen que recrear. Lo firma Sergi Piñol i Miró, mientras que las ilustraciones son obra de Carrie on Art.
¿Qué ha ocurrido en el reino?
Por muy idílico que sea un reino, ya no se libra del crimen. El príncipe azul ha muerto y el entorno más cercano vela por su alma. No faltan sus exmujeres Blancanieves, Cenicienta, Rapunzel ni la Bella Durmiente.
Por descontado, su hermano Bestia y su cuñada Bella también han querido darle un último adiós, junto a Pinocho, Ricitos de Oro, Hansel y Gretel, Caperucita Roja, el Sastrecillo Valiente, los Tres Cerditos y Pulgarcito.
Frente al ataúd de cristal, aparece un mar de sospechosos. ¿Qué ha causado la muerte del príncipe? ¿Quién ha sido el responsable? ¿Cómo lo ha llevado a cabo? ¿Con qué motivo? Son algunas de las preguntas a las que los detectives tratarán de dar respuesta para elaborar una hipótesis.
Tras el minuto de silencio…
Sherlock: Felices para siempre vuelve a recurrir a las reglas de sus antecesores. Así, la cooperación es esencial a la hora de resolver el caso.
Tras leer la introducción y localizar la carta inicial, se baraja el mazo. Repartimos tres cartas a cada jugador. Desde ese momento, y durante toda la investigación, podrán compartir con sus compañeros las partes subrayadas y las contenidas en los cuadros.
Durante su turno, cada uno seleccionará una carta de su mano. Podrá jugarla boca arriba, de tal forma que la información quede visible para todos. Otra opción será descartarla, boca abajo. Para poder acceder a la victoria, es necesario que el montón de descartes tenga, al menos, seis cartas.
Roba una del mazo y pasa el turno al siguiente. Repetimos la misma mecánica hasta que todas las cartas se hayan jugado o descartado. A partir de ahí, podrán hablar de lo que recuerden de las cartas descartadas y elaborar una teoría conjunta.
Abrirán la parte oculta del manual para acceder a un cuestionario, de diez preguntas. Una vez completado, se descubre la cronología de los hechos. Cada respuesta correcta se traduce en dos puntos. Cada carta irrelevante revelada sobre la mesa, resta uno. Comparamos la puntuación en la tabla.
SHERLOCK: FELICES PARA SIEMPRE, CONCLUSIONES
Sherlock continúa imparable. Atraer a miles de jugadores no es fácil. Engancharles año tras año, menos todavía. Cada nueva baraja es una ventana abierta a quienes aún no saben de qué va la cosa. Una fiesta de Navidad para los mayores aficionados.
En buena parte de los casos, hay asesinatos de por medio. Los amantes de la novela negra verán reflejados, en cada caja, puntos apasionantes. Hay pistas que seguir y testimonios que contrastar. Testigos y sospechosos. La policía no acostumbra a hacer bien su trabajo, por lo que la figura de los detectives se vuelve esencial.
La fórmula es buena, sobre todo si la mecánica acompaña, ¿pero cómo se mantiene con vida tras más de una docena de títulos? La reinvención es esencial y en el caso de Sherlock llega, principalmente, por dos vías.
La primera la encontramos en la creación de series temáticas. Hace unos meses, nos trasladamos hasta el Lejano Oeste y, ahora, hasta un mundo de cuento. Sigue habiendo delitos, pero el hecho de que se desarrollen en otros entornos ya es un soplo de aire fresco.
La segunda aparece con los autores invitados. Eugeni Castaño y Alberto Millán son sólo algunos de los que se han unido a la familia. Traen ideas nuevas y atractivas, siempre respetando el sistema ideado por Josep Izquierdo y Martí Lucas.
Sherlock: Felices para siempre une estos dos aspectos. El resultado no podía ser mejor. Viajamos a la infancia para volver a ver las caras de personajes que nos han acompañado durante generaciones, aunque esta vez, de una forma diferente.
Descubrimos como la maldad y los malentendidos también están presentes en los más bellos reinos. Para empezar, es una vuelta de tuerca al tema. Una reinvención. Princesas y príncipes se separan. Rehacen sus vidas con otras personas. ¿O acaso pensábamos que un matrimonio así iba a funcionar?
No todo es paz entre los habitantes. Hay impagos. Accidentes. ¿Quién empezaría una huelga de hambre? Perderse por sus historias paralelas es un lujo, independientemente de que guarden relación con la historia principal, con un hilo muy fino, o estén puestas sólo para despistar.
Dan vida, y mucha. Pasearse por el bosque, el lago y los castillos ya es posible sin necesidad de perder de vista los problemas cotidianos. Y, ya que estamos, quizás nos enteremos de algún que otro cotilleo. ¿De quién está enamorada Ricitos de Oro?
Cada carta que pase por nuestras manos es una sorpresa en sí misma. Sólo por el mero hecho de que los compañeros descubran algún dato curioso, existe el peligro de despistarnos. Conviene no hacerlo. Aguantar nuestras ganas de contar lo que, a priori, no es esencial. Ya habrá tiempo después.
Las reglas son las mismas de siempre. Jugamos carta o descartamos. Por tanto, el riesgo vuelve a ser el aliado de la deducción. Si juego demasiadas cartas, es probable que al final de la partida nos quiten puntos por no ser relevantes. Si descarto muchas, quizás esté tirando pruebas esenciales para resolver el misterio.
La memorización vuelve a ser esencial, ya que en medio de tanta información, necesitaremos recordar qué hemos descartado para contarlo a los demás. A ser posible, con exactitud. Aunque los comentarios ya hayan estado presentes, es conveniente dedicar unos minutos al silencio y a la reflexión individual.
Volveremos a observar las pistas jugadas para, después, compartir nuestras impresiones. Una vez más, conviene no cerrarse a una teoría. Recordemos que los demás habrán visto cosas que nosotros no, de ahí que tengan todo el derecho del mundo a pensar diferente.
Escucharemos y debatiremos hasta llegar a una solución más o menos conjunta. Pasaremos al cuestionario. Al temido cuestionario. El truco de saltar las preguntas en las que dudemos para completarlas en una segunda vuelta es de una enorme utilidad.
Leeremos la crónica de lo sucedido y calcularemos la puntuación. Por suerte, la experiencia no habrá terminado. Entre alegría o lamentaciones, buscaremos qué nos ha despistado. Ya mostraremos los descartes (sí, para los cotilleos).
Lo guardaremos en su caja, pero no de por vida. Sherlock: Felices para siempre, como el resto, sólo puede jugarse una vez por grupo. Una vez que descubrimos la solución, ya no tendría sentido resolverlo de nuevo.
Podemos esperar a que pasen los años, para que nos hayamos olvidado de todo, o prestarlo a otros. Si somos anfitriones de ese nuevo equipo, mejor. Los retos que se ven desde fuera no tienen desperdicio. Prepararles una ambientación acorde (esta vez es fácil) también es una opción válida.
Ahora que las reuniones sociales quedan limitadas, quizás la experiencia en solitario cobre un mayor protagonismo. No podemos quedar con grandes grupos, pero no por ello dejaremos de disfrutar de lo que Sherlock continúa ofreciendo.
Si no tenemos suficiente paciencia para esperar a que el apocalipsis termine, podemos echar mano de esa experiencia en solitario. También continúa con las bases de siempre: un montón de descartes definitivo y otro provisional.
Tal vez, guiar a un único jugador sea ahora más factible que acompañar a grupos enteros. Con la tecnología de nuestro lado, descubriendo caras de asombro.
El nivel de dificultad se presenta como medio. Sin embargo, si la concentración está de nuestro lado y no nos salimos demasiado del camino, la teoría correcta entrará en escena. Estamos, quizás, ante uno de los Sherlock menos rebuscados, lo que alegrará a quienes ven cambiado todo un argumento por el hecho de perderse una carta.
Antes de que acabe el año, tendremos nuevos títulos: Asesinato en el Sind Mail, La copia y Ensayos Fabianos. No somos pocos los que esperamos impacientes su llegada, pero tampoco los que queremos más títulos de esta serie Fantasy.
Deja con muy buen sabor de boca por ser uno de los mejores juegos de la colección. Con ello, no es de extrañar que queramos crímenes en una comunidad de elfos. Mundos submarinos. Animales compitiendo por un trono. Más imperfección en la perfección.