¿Por qué iba a querer escaparse un gato de una mansión? ¿Por qué huiría de una vida repleta de lujos? Aquí tienes una respuesta clara: los bollitos de crema. No voy a entrar en si es saludable o no que los felinos comamos esto cada día. La verdad es que me importa poco. Lo que sí te digo es que estamos hasta las huellas.
Imagina despertarte y empezar a oler esa porquería. He de reconocer que al principio no me disgustaban, pero llevo más de tres años con el mismo desayuno. ¿Hay derecho? Mis coleguis piensan lo mismo. Estamos dispuestos a pararle los pies a la Condesa Gatafiore. A lo bestia. Donde más le duele. Vamos a escaparnos en dirección al bosque. Nos perderemos las camitas con almohadas viscoelásticas. Los masajes de las once. La pedicura de las 12. ¡Y los bollitos de crema! Así es Marramiau.
LO NUEVO DE BUSCALUME
Marramiau es un juego de cartas de 2 a 5 participantes, de 15 minutos de duración, recomendado a partir de los 8 años. Es la nueva propuesta de Buscalume, junto a Burning Galletitas. Ya se encuentra disponible en caja pequeña.
Estamos ante una creación de Guillem Coll, un joven autor que ya cuenta con CazaManzanas, Despistados en la Granja, Nilo, Diez Ladrones y Trekking en el mercado. De las ilustraciones se encarga María Eiriz.
Se presenta como un reto de concentración y observación en tiempo real. La Condesa Gatafiore está desesperada. Sus adorables gatitos se han escapado de la mansión (no hay pruebas fehacientes de que sea por obligarles a desayunar bollitos de crema cada día).
Nuestra misión, como integrantes de Investigatos, la agencia internacional de detectives más prestigiosa, es localizarlos sanos y salvos. Lejos de cooperar, iniciamos una carrera por completar nuestro dosier antes que el resto. La búsqueda se desarrolla en el bosque.
MARRAMIAU: UNA PARTIDA
Antes de empezar, separamos las cartas en dos mazos: bosque y dosier. Haremos tres pilas con el de bosque, mostrando el reverso. Habrá que dejar hueco para los descartes al lado de cada una. En relación a las de dosier, repartimos seis por persona. Las colocamos en dos pilas de tres cartas, bocarriba.
Uno de los jugadores será el Buscagatos. Los demás, detectives de la Agencia.
La tarea del Buscagatos
El Buscagatos invierte su turno en voltear cartas de bosque, una a una, en busca de un gato que coincida con una de sus cartas de dosier visible. Deberá ser igual tanto en postura como en color. Al grito de «¡Te pillé!», descarta la carta correspondiente de su dosier. Dejará otra visible, si aún quedan. La carta de bosque se queda donde está.
Sólo podrá utilizar una mano. No es necesario que la búsqueda se realice en la misma pila. Puede cambiarse en cualquier momento. Si una pila se agota, se barajan los descartes para crearla de nuevo antes de empezar a buscar en otra pila.
La misión de los detectives de la Agencia
Básicamente, el objetivo de los detectives es distraer al Buscagatos. Estamos ante un reto de concentración, por lo que su función es vital. Empezando por el de su derecha, lanzan el dado una vez cada uno. Se aplica el efecto del resultado.
Con un 1, un 2 y un 3, no ocurre nada. Pasamos el dado rápidamente al siguiente. Con un 4, diremos «¡choca!». El Buscagatos se detiene para chocar con la mano que utiliza para voltear cartas de bosque antes de seguir buscando. El siguiente detective podrá, mientras, lanzar el dado.
Con un 5 o un 6, el grito es de «¡Marramiau!». En este caso, el Buscagatos se convierte en detective de la agencia. Quien haya obtenido ese resultado pasa a ser Buscagatos al momento. Como el anterior, volteará cartas del bosque para completar su dosier.
Entre las cartas de bosque hay un ovillo de lana. Cuando aparece, los detectives tendrán que poner su mano encima. El primero podrá descartarse una de sus cartas de dosier visibles. El Buscagatos no participa.
Fin de la partida
Cuando hayamos descartado las cartas de una pila de dosier, sólo tendremos que atender a una. Gana Marramiau el primero en descartarlas todas. Habrá encontrado a todos los fugitivos. La Condesa Gatafiore le compensará con un ascenso en InvestiGatos, un aumento de sueldo y una bandeja de bollitos de crema.
MARRAMIAU: CONCLUSIONES
Han pasado dos días. Dos largos días. No me encuentro bien. Podría ser por el frío. Por la tensión. En cualquier segundo podría ser la presa de un animal. No te haces una idea de los peligros del bosque. ¿Y si es por la abstinencia a los bollitos de crema? Bueno, descartemos esa idea por ahora.
En un principio íbamos a permanecer juntos. Sin embargo, cuando nos enteramos de que Mami había contactado con la Agencia Internacional de Detectives de Mascotas, decidimos separarnos. Los detectives encontrarían a algunos, pero otros nos libraríamos.
Vuelve a anochecer. Ya valoraba mi vida en la mansión cuando vivía allí. Te lo juro. Sabía que era un gato afortunado. Había leche desnatada sin límite. Buffet de caricias 24/7. No es un tópico eso de que empiezas a valorar más lo que tienes cuando lo pierdes.
Hoy he comido un par de bayas de dudosa toxicidad. No sé cazar ratones. Me he cruzado con unos cuantos, pero me ha entrado el miedo. He intentado subir al árbol, por si las moscas, pero resulta que tampoco sé escalar. Es igual. Comerme un ratón me resulta repugnante. Empiezo a tener alucinaciones. Sudores fríos. Veo un ovillo rojo como el que tenía en mi cuarto (sí, cada minino disponía de su propia habitación). Me acerco.
¿Cómo puedo ser tan tonto? Puedes culpar a las bayas. Al malestar. A la terrorífica soledad. El caso es que me he acercado a la trampa que los detectives han colocado en la zona. Y claro, me han capturado. Me consuela saber que no he sido el único en caer en ella. Regresamos a casa. De momento, todos menos Salem, Señorita Glass, Perro, Imelda, Marieta, Melón y Pancitas. No sabría decirte si son afortunados o no.
La Condesa nos abraza. Nos saca una bandeja repleta de bollitos de crema para celebrarlo, a pesar de que es medianoche. A la persona que me encontró le regala otra más. ¿Pero de dónde bigotes los saca? Mira que me voy otra vez. Es la única forma que tengo de que encuentre el motivo del disgusto. Decidido. Me voy. Mañana. O quizás pasado, que ya no anuncian lluvias…
Marramiau es un juego de mesa en tiempo real. ¿Qué significa? Pues que la acción no se detiene. Desde el momento en el que empezamos hasta el final de partida todo es caos. Eso sí, una locura bien organizada.
Como ya hemos visto, el Buscagatos intenta completar su dosier, descartando sus cartas. Jugará con la concentración máxima. Con la memoria. No consiste en memorizar el orden de cada gato y su posición en el bosque, sino todos los que podamos. Los que tengamos visibles y algún detalle de los demás. Tal vez, sean los siguientes del dosier.
Los despistes se pagan caros. Es posible, incluso, que tengamos que dar la vuelta a la pila para volver a encontrar al minino de turno. En un principio buscaremos a dos a la vez. Cuando nos vayamos quedando sin cartas, sólo a uno. Si ya sabemos donde está, basta con acudir a su pila. ¡Qué fácil suena! La realidad es muy distinta. Los detectives nos complican la existencia.
Su rol consiste en incordiar. En incordiar un poco más. Y en incordiar muchísimo más. Si juegan bien, molestan. Despistan. Tanto, que corren el riesgo de despistarse a sí mismos. Si están atentos a las cartas que van apareciendo, estarán ganando un valioso tiempo. ¡Qué rabia que aparezca mi gato justo cuando no soy el Buscagatos!
Son los responsables de la desconcentración del Buscagatos. De buena parte de sus errores. Lanzan el dado uno a uno, a toda prisa, para que el Buscagatos deje de serlo lo antes posible. Choca, tía. Claro, choco. ¿Pero por dónde iba? ¡Pero si no he acabado en chocarle a él y ya me estás pidiendo que te choque a ti también!
El azar del dado consigue que las distracciones sean diferentes. No vendría mal alguna extra. ¿Qué tal levantarse de la silla y volver a sentarse? ¿Un par de palmadas? ¿Una vuelta a la mesa a toda velocidad? Marramiau es más que compatible con reglas caseras, ya sea para sustituir efectos o para añadir más a los resultados repetidos. Eso sí, siempre y cuando seamos ya expertos en esto de localizar gatos.
El juego de por sí es un reto interesante. Una carrera a contrarreloj, sin reloj de por medio. Un intercambio constante de roles. Sus reglas estructuradas se asimilan en menos de un minuto. Como mucho, dudaremos de algún efecto del dado en la primera partida, pero poco más.
Guillem Coll firma un juego distinto a los otros que llevan su nombre. Diferente a la mayoría. Recuerda mucho, en esencia, a ¡Traepacá!, de Mercurio. Hay que molestar y jugar en tiempo real en ambos, aunque eso sí, con herramientas distintas. Esto hace que puedan convivir en una misma estantería.
Unirá a niños y a mayores en una misma mesa. Los primeros no tendrán dificultad a la hora de entender la mecánica ni de llevarla a cabo. Eso sí, si son muy pequeños, pueden practicar con una variante simplificada, recogida en el manual. Consiste en eliminar, del bosque, los gatos que descartemos del dosier. Así, habrá menos y será más sencillo localizar a los que nos quedan.
Marramiau funciona muy bien, también, entre la tercera edad. Si no les falla la vista, se encontrarán con un juego en el que identificar gatos idénticos y poner a trabajar la memoria. No les metamos prisa a la hora de lanzar el dado. Dejemos que disfruten a su ritmo.
En caso de que vayamos a disfrutarlo en pareja, debemos saber que las reglas son las mismas, aunque sin carta de ovillo. Puesto que sólo se juega entre detectives, no tendría sentido introducirla. Un único jugador lanzará el dado a toda prisa. Se ahorra tiempo, al no tener que pasarlo al siguiente. El Buscagatos se estresa un poco más. Las risas y los nervios no desaparecen. Por tanto, podemos usarlo en cualquier fiesta con amigos o en familia o como entretenimiento a 2. Algunos lo amarán más con esta segunda opción.
Como ocurre con los otros juegos de Buscalume, Marramiau se publica con cartas independientes del idioma y con instrucciones en castellano, gallego, catalán y euskera. Todo un acierto. Las lenguas merecen ser cuidadas y los juegos tienen un enorme poder para ello.
No somos nadie para valorar si los gatos hacen bien o mal en fugarse de esa vida de ensueño (y bollitos). Lo que sí vemos es que la temática le sienta de maravilla. Engancha, a primera vista, a los amantes de los gatetes.
Se encontrarán con una portada que resume ese ¿Dónde está Wally? permanente y en constante cambio. Con unas cartas que ceden todo el protagonismo a los animales, sobre un fondo que no despista. O, quizás, un poco en las cartas de dosier, como estrategia para dificultar la búsqueda. Prima la sencillez. No necesita mucho más. Resulta entretenido, divertido, rejugable, original, sorprendente y bonito. Otro «¡choca!» para Buscalume. Sin necesidad de dado.
COMPONENTES DE MARRAMIAU
- 31 Cartas de Bosque
- 30 Cartas de Dosier
- Dado
- Instrucciones (castellano, gallego, catalán, euskera)
Las fotografías tomadas para esta reseña corresponden al prototipo, por lo que no reflejan un diseño final.