Lapsus, la diferencia entre realidades en un ‘party’ cooperativo

Lapsus

No podía haberme tocado otra temática mejor. Ahora que el calor parece haber venido para quedarse, acompañado del característico olor de las mañanas, la tarjeta ‘playa’ llega a mis manos. Bien, esto no puede ser tan complicado.

El tiempo pasa más rápido de lo que me gustaría. Los nervios y la presión hacen acto de presencia, con sílabas que se ordenan y se desordenan entre mis dedos. Lo tengo: ‘brilla’. Si el intérprete no consigue relacionar mi tema con mi palabra, será claramente culpa suya. Reseñamos Lapsus.

 

EL NUEVO JUEGO DE EUGENI CASTAÑO

Eugeni Castaño, autor de títulos como Cargolino Valentino, Ticket To Mars, Hungry Shark, Nubes, Gizeh!, Sherlock Junior: Suriguri, Sherlock: El mayordomo y El Mapa del Pirata, ya tiene nuevo juego en el mercado. Se trata de Lapsus, novedad de Do it games que acaba de llegar a tiendas.

Lapsus

Se presenta en forma de ‘party’ cooperativo, donde poner a prueba la capacidad de comunicación. Los creadores intentarán comunicar un tema al intérprete, haciendo uso de sus cartas de sílaba. No es necesario formar palabras que aparezcan en el diccionario, pero sí términos que su compañero pueda relacionar.

Puede disfrutarse entre 2 y 8 participantes, en retos de 20 minutos, indicados desde los 8 años. Las ilustraciones corren a cargo de Lorena Gestido. La experiencia se completa con dos variantes: simplificada y competitiva.

 

LAPSUS: UNA PARTIDA

Antes de empezar, separamos las cartas en dos mazos: tema y sílaba. El reloj de arena se deja al alcance de todos. Para cada ronda, tendremos un intérprete. Éste reparte una carta de tema (oculta) y ocho de sílaba a cada jugador. Desempeñarán el papel de creadores.

Robará una carta de tema más, para dejarla oculta en el centro (dos en retos a 2 y 3 participantes). Tras girar el reloj, los creadores intentarán formar una palabra en su lado de la mesa, con sus cartas de sílaba. Debe estar relacionada con el tema, que seguirá siendo oculto.

Los acrónimos y las onomatopeyas son válidos. También es posible utilizar algunas cartas para tapar letras u optar por las superposiciones. No es necesario hacer uso de todas las cartas. Las no utilizadas se dejan a un lado una vez que el tiempo se agote.

Lapsus

El intérprete recoge las cartas de tema de los creadores, para barajarlas junto a la intrusa del centro de la mesa. Levanta una carta de ese nuevo mazo para asignarla a un jugador, en función de la palabra que haya creado, o para dejarla a un lado, por creer que se trata de la intrusa.

No podrá robar una nueva carta hasta que no haya tomado una decisión para la actual. Por su parte, cada creador sólo podrá tener un tema. Cuando estén todas, se comprueban los aciertos, traducidos en un punto.

Los temas usados ya no se utilizan, al contrario que las sílabas, que se mezclan con las que quedasen. Comienza una nueva ronda, con otro intérprete. Al completarse la décima, tendremos una puntuación total. Se compara con la tabla para descubrir si somos el mejor equipo del mundo o si, por el contrario, aún hay trabajo por delante.

 

LAPSUS: CONCLUSIONES

Estoy orgullosa de mi trabajo. He sufrido un poco, pero creo que he dado con el término correcto. O, al menos, es lo que yo creía. El intérprete acaba de descubrir el tema de ‘magia’. Aunque finalmente se lo ha encasquetado al creador de ‘cobejo’, le he visto con dudas sobre su decisión.

Siguiente tema: ‘amarillo’. De nuevo, mira mi palabra. La acerca a mi zona. La aleja. La vuelve a acercar. Ojalá pudiera transmitirle con una mirada mis ganas de que aparte ese tema de aquí. ¿Cómo puede pensar que mi ‘brilla’ tiene algo que ver con ‘amarillo’?

Bien, tema intruso. No sabemos si pertenecerá a algún compañero, pero no me importa. ‘Frutas y verduras’. Aquí sí que no habrá problemas. Pues sí, resulta que los hay. Me ha colocado esa temática. A mí. A mi ‘brilla’. Mi ‘playa’ se traslada a ‘sanga’. ¿Por qué? Eso quiero saber yo.

Lo que parecía algo evidente, ha acabado por no serlo. Mi palabra hacía alusión a una sombrilla, uno de los objetos más comunes en una playa. Sin embargo, mi querido intérprete ha dado por hecho que me refería a un grillo, insecto presente en las frutas y verduras.

La imaginación ha vuelto a ganar a la lógica. A mi lógica. Ahora que tengo que desempeñar el papel de intérprete, me ha quedado claro como nos aproximamos a un realidad muy distinta, que cambia de unos ojos a otros. O eso es lo que quiero pensar para evitar un par de insultos hacia el intérprete que nos acaba de alejar de un resultado perfecto…

Lapsus

Precisamente, esa realidad es la que da forma a Lapsus. Parte de la idea de la subjetividad para ofrecer partidas muy diferentes unas de otras, que no se agotan con el paso del tiempo. No es el único elemento destacado.

Para empezar, apuesta por una acción cooperativa. La unión de fuerzas acostumbra a ser habitual en los ‘party’, aunque en forma de competición por equipos. En esta propuesta, no hay grupos, sino que todos se llevarán la victoria (o serán testigos de la derrota).

Cada jugador lleva a cabo su acción de forma individual, por lo que no existe el temido efecto líder. Nadie manda, a excepción del tiempo, capaz de dar forma a las más increíbles situaciones. Ya se sabe, cuando el estrés llama a la puerta, la locura y el caos entran con él.

Ambos roles tienen su importancia. El intérprete se encarga de preparar el escenario, es decir, de repartir cartas. Será una especie de presentador, volteando el reloj e indicando que el tiempo finaliza. No tendrá que esperar demasiado.

Su misión será asignar las cartas de tema de forma correcta, sin olvidarse del intruso (tema que no pertenece a nadie). Es una de las partes más divertidas de Lapsus. Echarle imaginación a lo que alguien ha querido transmitir se antoja necesario, aunque en caso de pasarse, quizás nos hayamos alejado más de la cuenta.

Eugeni Castaño

Estaremos ante una palabra a la que le faltan letras, o transformada. ¿’Pasaso’ significará ‘payaso’? Una vez «descifrada», necesitaremos saber si está relacionada con la categoría que acabamos de levantar. Tal vez, el creador se haya movido hacia lo básico.

Quizás, haya apelado a un recuerdo común, estableciendo una conexión que debería ser entendida por el intérprete. ¿No te acuerdas de aquel día en el pueblo?

Los creadores son los que tienen los nervios a flor de piel. No es sencillo crear una palabra relacionada con nuestro tema, con unas cartas limitadas. Las pondrán sobre la mesa para, después, recogerlas. Las girarán. Utilizarán un par para tapar algunas letras. ¿Y si no está claro? Vuelta a empezar.

Entretenerse más de lo necesario tendrá su penalización, puesto que un término inacabado será más complicado de relacionar. No podrán dar ninguna pista al intérprete, ni con palabras ni con gestos. Es algo que todos deberán tener claro para no arruinar la experiencia.

Ser partícipe de como el intérprete asigna carta a carta también enganchará. Nos sintamos orgullosos o no de nuestro trabajo, no tendremos que olvidar que en Lapsus hasta lo más lógica deja de serlo. Recordemos que muchos temas son parecidos y que nuestra forma de ver el mundo no siempre encaja con la de los compañeros.

Eugeni Castaño

Tras cada ronda, recibimos una puntuación conjunta. El resultado final deberá compararse en una tabla, que se ajusta al número de participantes (no es lo mismo jugar 2 que 8). Independientemente del resultado, cumple con su función de entretener, divertir y poner a prueba la comunicación de una forma muy sencilla.

Sus intuitivas reglas permiten disfrutarlo con quienes jamás se hayan acercado a un juego de mesa. También, con quienes sólo sacan cartas con unas copas de más. Puede jugarse tanto con niños como con adultos, puesto que los temas propuestos son aptos para todos los públicos.

Los turnos simultáneos permiten que funcione muy entre cualquier número de jugadores. La duración de la partida se incrementa muy poco, ya que sólo invertirá más tiempo el intérprete, al tener que asignar más cartas. Sin embargo, puesto que ésta es la mejor parte, no supondrá una pesada espera.

El sistema está pensado para que puedan participar, únicamente, 2 ó 3 personas. Al igual que la tabla se adaptada al número de jugadores, la preparación de cada ronda también lo hace. Basta con dejar una carta más como intrusa para complicar la existencia. Es un punto a su favor, puesto que la mayor parte de sus compañeros de género o no son aptos para parejas o transforman por completo las reglas.

Lapsus cumplirá las expectativas de los amantes de la formación de palabras, de la cooperación y de los juegos con grandes posibilidades de salir a mesa, tanto con grupos pequeños como reducidos. También, de quienes se están enganchando a títulos que recurren a una comunicación limitada, como Yokai, Dany o el mismo Código Secreto.

Cuenta con una variante simplificada, donde el intérprete dejará todas las cartas de tema boca arriba, para asignar como considere oportuno. El hecho de no tener que respetar el orden ayuda, y mucho, a reducir la dificultad. No es mala idea recurrir a este modo si nos hemos frustrado en un par de rondas.

Do it games

Eugeni Castaño no se olvida de los alérgicos a la cooperación. En su variante competitiva, los jugadores obtienen puntos por adivinar, pero también si el intérprete asocia nuestra palabra con el término correcto. Es una forma de premiar el esfuerzo individual y de evitar las trampas que pueden facilitarse con un sistema así.

Do it games apuesta por el talento nacional, con uno de los autores más activos del momento. Sorprende con un ‘party’, que no se parece con ninguno de sus anteriores trabajos. La mecánica se combina con un diseño intuitivo, también marcado por la simplicidad. El colorido contrasta sobre su característico fondo negro.

 

COMPONENTES DE LAPSUS

  • 64 Cartas de Sílaba
  • 56 Cartas de Tema
  • Reloj de Arena
  • Instrucciones (castellano)