A la hora de cocinar, no es suficiente con tener todos los ingredientes necesarios en el frigorífico. ¿Cómo voy a preparar un buen solomillo con menestra de verduras si tanto pescado me impide localizar la carne? ¿Me saldrá mejor cambiar de receta? Así es Mi nevera es un caos.
¡A ORGANIZAR!
Mi nevera es un caos es un juego de mesa de 1 a 4 participantes, creado por Fernando Olid. Se presenta en forma de prototipo, bajo el sello Geengames. Mostrado en numerosas jornadas y eventos, es uno de los finalistas del III Concurso de Prototipos BGC 2019.
A través de unas reglas sencillas y de unas partidas rápidas, se crean competiciones marcadas por la estrategia y por la propia lógica. El primer paso es entregar una nevera a cada jugador. Las fichas de alimento se introducen en la bolsa y se crea la zona de mercado, con sus cartas boca arriba.
El último que haya estado en un supermercado comienza la partida. Durante su turno, cada jugador dispone de tres puntos, a invertir como considere oportuno mediante cualquier combinación. Extraer una ficha de la bolsa tiene un coste de un punto, al igual que colocar una ficha de la despensa en una receta o realizar un intercambio con otro jugador.
Extraer fichas de la bolsa
Las fichas extraídas de la bolsa se dejan caer en la parte izquierda del tablero, formando filas y columnas. Cuando coinciden tres iguales, en vertical, horizontal o diagonal, una de ellas pasa a su correspondiente espacio de la despensa. Las otras dos se vuelven a introducir en la bolsa.
Si se ha conseguido unir cuatro, serán dos las que pasen a la despensa. Cada vez que se eliminen de esta zona, las que estuvieran en la parte superior, caen. Al alcanzar la parte superior de la columna, todas las que la componen vuelven a la bolsa, excepto las que puedan pasar a la despensa por cumplir con las condiciones anteriores.
El chocolate puede colocarse en la nevera propia o en la de un rival. Su función es ocupar una casilla, rompiendo combinaciones. Utilizado en beneficio propio, ayuda a eliminar columnas inservibles, liberando espacios.
La obtención de recetas
Para tomar una carta de receta del centro de la mesa, es preciso contar con, al menos, uno de sus ingredientes en la despensa. El jugador la traslada a su zona de juego, con la ficha encima. Se repone el espacio del mercado. Podrán tenerse, como máximo, tres recetas.
Los intercambios
Para intercambiar una ficha a un rival, tomamos un ingrediente de la despensa para colocarlo en la suya. A cambio, le robamos uno de su despensa para situarlo en un espacio vacío de una de nuestras recetas. Esta acción sólo puede llevarse a cabo cuando el contrario tenga espacio en su despensa para el ingrediente entregado.
La partida llega a su fin al agotarse las fichas de la bolsa. Cada ingrediente sobrante en la tabla va a parar a la basura, a menos que pueda eliminarse con uno de una receta incompleta. Se obtiene un punto por cada ficha que conforme cada receta completa e incompleta. El ganador será quien sume la mayor puntuación.
MI NEVERA ES UN CAOS: PRIMERAS IMPRESIONES
La sencillez y la locura vuelven a ser compatibles. Fernando Olid lo demuestra con Mi nevera es un caos, uno de los prototipos más llamativos del momento. Su autor consigue llamar la atención de los posibles jugadores con unas preciosas neveras y con unas coloridas fichas de plástico.
Su cuidado diseño es sólo el punto de partida. A partir de ahí, es capaz de enganchar a niños y a adultos; a principiantes y a veteranos de la estrategia. Los novatos agradecerán sus reglas sencillas y estructuradas, mientras que los habituales se sorprenderán con todas las posibilidades que esconde.
La libertad de elección marca el ritmo de las partidas. Si bien es cierto que durante los primeros turnos es recomendable extraer tres fichas de la bolsa, para ir llenando la nevera, en los siguientes la toma de decisiones será constante. Una buena o una mala acción no sólo dependerá del momento, sino de la forma de ejecutarla.
El azar está muy presente, como forma de garantizar la rejugabilidad, pero no condiciona las partidas. Es posible dominarlo al aplicar la observación, sabiendo qué ingredientes están aún dentro de la bolsa. Por supuesto, tras cada extracción, el jugador tendrá la responsabilidad de colocar las fichas de la mejor forma posible.
Aplicando la gravedad y la esencia de los videojuegos clásicos, las piezas irán ocupando posiciones o desplazándose por la nevera. Trataremos de unir fichas iguales, siempre atendiendo a los espacios libres de la despensa y a las recetas que queramos completar.
Los nervios, al estar a un turno de lograr una jugada maestra, se ven sustituidos por la rabia. Una de las grandes protagonistas de Mi nevera es un caos es la enorme interacción entre jugadores. El maldito chocolate pasará de un frigorífico a otro, arruinando los planes perfectos en cuestión de segundos. Porque por muy apetecible que parezca, no podremos cocinar un solomillo al chocolate.
Al extraerse de la bolsa, las miradas irán al suelo, con el poder de la invisibilidad en el que creen los niños ante una pregunta del profesor. El gran temor acaba transformándolo todo, obligando a cambiar de estrategia y a improvisar sobre la marcha.
Escoger a un gran enemigo (con la venganza como consecuencia) será la clave para la victoria. En ocasiones, decidiremos que quedarnos el chocolate es la mejor opción. Nos servirá para eliminar columnas que ya están perdidas, liberando un valioso espacio.
La interacción continúa a la hora de escoger una receta u otra, deduciendo los planes de los demás, y, por supuesto, con los intercambios. Un ingrediente sólo estará seguro en la receta, puesto que los de la despensa también pueden verse sustituidos. Sin importar que hayamos invertido cinco turnos en conseguir una botella de leche.
Mi nevera es un caos es el resultado de un trabajado proceso de testeo. No sólo ha evolucionado su diseño, sin perderse la funcionalidad, sino también sus reglas. Bastarán un par de turnos para moverse sin problemas y para ir observando (y aprovechando) todas sus opciones.
No tardaremos en descubrir que no todo consiste en coger recetas, sino en escoger las perfectas en base a lo que vayamos reuniendo. En medio de la locura, con la desaparición y el desplazamiento de fichas, menos puede ser más. La organización será la gran aliada en esa búsqueda de puntos.
Podríamos estar ante un juego listo para llegar a las tiendas, sin nada que envidiar a otros títulos ya publicados. Aunque pueden echarse en falta recetas más variadas, que pudieran formar parte de un modo avanzado, ya es sinónimo de diversión máxima.
Aunque pueda parecer lo contrario, llenar las mesas de risas no es una hazaña fácil para un autor. Mi nevera es un caos se transforma en carcajadas constantes, en guerras internas capaces de romper las amistades más sólidas y en emoción en estado puro. Pudo probarse en Menteludic, jornadas celebradas el pasado fin de semana.
Mi nevera es un caos es un juego en forma de prototipo, por lo que las imágenes no corresponden a su diseño final.
3 thoughts on “Mi nevera es un caos: ¿un solomillo al chocolate?”
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